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La iglesia de San Francisco de Mula

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

Texto y fotografías: Juan Gutiérrez García.

Tal día como hoy, hace 20 años, el 5 de octubre de 1997 la iglesia de la Purísima Concepción del convento de San Francisco abría sus puertas al culto por el empeño del párroco de San Miguel, Ramón García, después de 80 años de abandono y ruina. En todos estos años de desidia, la iglesia fue utilizada como cárcel en la Guerra Civil, almacén de cereales, chatarrería y hasta como taller de tambores. Por su parte, el convento fue vendido por parcelas para viviendas, posada y otras dependencias.
Pero repasemos un poco la historia. La actual iglesia de la Purísima fue levantada sobre los cimientos de la antigua ermita bajomedieval del Hospital de San Pedro. A lo largo del siglo XVI, la ermita fue reformada o derribada para construir la actual iglesia. Según nos recuerda una inscripción situada sobre la portada de mármol del ala sur, la puerta fue inaugurada en 1547. No fue rápida su construcción, pues en 1573 aún estaba en obras según reza en una viga de madera que sustenta el artesanado policromado de la techumbre de estilo mudéjar. Con la fundación del convento franciscano en 1574, el proyecto se modifica para adaptarlo a sus necesidades. Se amplía la iglesia y se hace la actual portada renacentista labrada en piedra con arco del triunfo al pie de la nave. En el siglo XVIII, una reforma en profundidad nos deja un templo de cruz latina, con bóveda de cañón y crucero sustentada sobre pilastras y capillas laterales bajo la estructura de la centuria del quinientos. También se reforma el altar mayor bajo el patrocinio del concejo muleño (A.M.Mula).

Convento de San Francisco de Mula
Convento de San Francisco de Mula

La iglesia y convento franciscano fueron desamortizados por el Estado en 1836, siendo vendidos ambos edificios pocos años después a varios particulares terminando todo el conjunto conventual en manos de José Bayona Lentisco hacia 1849.
Con motivo de la construcción de la carretera Alcantarilla-Caravaca, el antiguo teatro de Mula, que funcionaba por lo menos desde 1846 (Pascual Mádoz), fue derribado en 1866 por ocupar el trazado diseñado para dicha carretera. Por aquella época, la afición por el teatro llevó a un grupo de la burguesía muleña a solicitar el alquiler de la iglesia a José Bayona para convertirla en teatro. Transformado el templo en teatro y su altar mayor en un suntuoso escenario. El 5 de noviembre de 1876 se estrenaba con la representación de la obra de José Zorrilla, Don Juan Tenorio (Sánchez Maurandi). El coliseo, como le llamaban los muleños, según nos cuenta Acero y Abad (Historia de Mula, 1886), tenía capacidad para mil personas y le llama la atención la parte alta o gallinero (se refiere al coro), desde donde antiguamente partía el eco del canto llano, hoy salen los aplausos y vocerío de un público bullicioso e inquieto. La nave quedó para un público más selecto.
El teatro-iglesia siguió funcionando con gran éxito hasta 1897 que, al parecer, cerró sus puertas al paganismo. Dirigidos musicalmente por el ilustre director de la Banda de Música, Julián Santos, numerosas artistas locales pasaron por su escenario, entre ellas la gran poetisa muleña Euladia Bautista Patiers, con los versos de su obra Los que van y los que vuelven, seguramente, dedicada a los combatientes españoles de Ultramar, pues la última representación fue en beneficio de los familiares y soldados que combatían en Cuba y Filipinas, entre ellos el muleño Luis Cervantes Dato, héroe de Baler.
La agotada salud de Bayona Lentisco, le llevó a repartir sus bienes en favor de sus hijos. Éste tenía dos hijas religiosas internas en el convento de la Encarnación, las cuales pidieron en el reparto de la herencia la iglesia, quedando el convento para el resto de herederos. Tras la muerte del padre, las dos hermanas monjas cedieron el templo al Obispado. A partir de aquí, pusieron toda su fe en abrirla de nuevo al culto con la ayuda de la oligarquía muleña y foránea, como el ceheginero Alfonso Chico de Guzmán. Buscados los mecenas, la iglesia recuperó su esplendor religioso. Se recuperan varías imágenes tras su exilio en las parroquia y a finales de siglo abre de nuevo sus puertas al culto católico. Con más o menos ayuda de Dios y dando tumbos, la iglesia permaneció abierta hasta 1917, entrando de nuevo en el abandono y ruina. (Sánchez Maurandi)
La maldición sobre el conjunto conventual de San Francisco parece una conjura de los diablos. En 1981, un informe del aparejador municipal sobre el estado de conservación del inmueble, es de ruina apremiante. Apoyado en este informe, el alcalde declaraba a la prensa el 7 de octubre de este año (Línea), que «si esta situación no se resuelve, en el plazo de diez días se procederá a derribar el monumento.» Gracias a la campaña del corresponsal del Diario Murcia en Mula, José Sánchez Gutiérrez, denunciando el atentado que estaba sufriendo el patrimonio histórico, pone en sobre aviso a la Comisión del Patrimonio del Colegio de Arquitectos, que se ve obligada a intervenir para frenar el derribo. El 30 de septiembre, el Estado incoa expediente para declarar la iglesia de Interés Histórico-Artístico (Línea). Por otra parte, el 25 de enero de 1982, el BOE publicaba la declaración Conjunto Histórico para Mula. Esto evitó su demolición.
Como decíamos, la iglesia de La Purísima, adyacente al monasterio, iba saliendo del olvido gracias al empeño y tesón del cura párroco de la iglesia de San Miguel. Durante años, don Ramón, recabó la ayuda del Ayuntamiento y Comunidad Autónoma para rehabilitar la cubierta y fachada del templo declarado BIC. Mientras tanto, inició una campaña solicitando su ayuda a modo de limosna entre los feligreses para restaurar el interior y pavimento de la iglesia. Mientras llegaba esa ayuda, la nave fue utilizada durante unos años para montar el belén de la parroquia de San Miguel.
No fue fácil su recuperación, el dicho popular dice que la fe mueve montañas, y así fue. Y llegó el día, 80 años después, la iglesia de la Purísima conocida popularmente como de San Francisco abría sus puertas al culto en 1997. Fue una modesta apertura, con muy pocas imágines y decorado austero, pero con el paso de los años, el templo recuperó todo su esplendor. Esperemos que la liturgia cristiana se siga escuchando en la iglesia de San Francisco (Purísima) muchos siglos más, eso sería señal de que sigue en pie.
Mula 5 de octubre de 2017

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