CARLOS MARTÍNEZ SOLER
Los remake tienen el hándicap de ser comparados con su obra original, la cual en la mayoría de los casos suele dejarles por los suelos. De ahí, que yo sea propenso a evitar comparaciones, pues como se suele decir, éstas son odiosas.
En el caso que no hoy nos ocupa, The bridge, se junta además que no he visionado la obra original, lo cual me permite hablar de la adaptación americana con total libertad y sin estar anclado en ideas preconcebidas.
The bridge no es un título fácil, no se trata de la típica serie que te atrapa con un ritmo dinámico, una trama recurrente y unos personajes de manual, sino que más bien opta por todo lo contrario. Su trama principal va cogiendo forma a medida que avanza el relato, mezclándose con otros temas (corrupción policial, tráfico de drogas, prostitución….), los cuales en su segunda temporada han pasado a convertirse en el núcleo de la historia, pero que en los inicios de la serie parecen juegos de artificios que pueden llevar a la confusión del espectador. Sin embargo, The bridge debe ser comprendida como una obra poliédrica, un puzzle bien armado, donde muchos de sus hilos narrativos parecen no llevar a ninguna parte, pero que al final terminan por confluir haciendo que todas las piezas adquieran sentido. De hecho, The bridge nace de una problemática policial, la muerte de un hombre en el puente que separa la frontera de EE.UU y México, y cuyo cuerpo yace en ambos territorios, provocando que los dos organismos policiales, americano y mexicano, se vean obligados a colaborar para resolver el caso.
Esta particularidad hace de The bridge un auténtico relato fronterizo, con todo lo que esto conlleva: mezcla y choque de culturas, idiomas, música, tradiciones, etc. Aspectos tal vez poco valorados por algunos, pero que a mi humilde entender son los que hacen de esta serie algo diferente y reseñable.
Los máximos exponentes de esto que les comento son sus dos protagonistas, un reconocido policía mexicano (Marco Ruiz), cuyos coqueteos con la mafia y la corrupción no lo hacen el mejor de los compañeros, y una oficial americana (Sonya Cross), retraída, despojada de cualquier tipo de empatía, pero tremendamente perspicaz y extremadamente legalista, lo cual como es lógico provoca la fricción entre ambos desde el minuto uno, pues sus métodos procedimentales distan mucho de parecerse en algo. De ellos dos cabe destacar la actuación de Diane Kruger, una actriz acostumbrada a encarnar papeles amables, pero que aquí se despoja de toda feminidad para componer un personaje complejo, deshumanizado, en el que la pérdida es su principal motor para seguir hacia delante.
The bridge se mueve en un terreno pantanoso, en esa atmósfera polvorienta y mugrosa que rodea todo relato en el que policías y corruptos se entremezclan y donde la frontera actúa de telón de fondo recordándonos que no somos tan distintos, sino que a veces la invisibilidad consciente de las instituciones y sus dirigentes, es mucho peor que las barreras físicas, sino que no lo pregunten a nosotros…