Ya en la calle el nº 1040

La educación y la lucha de clases

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

MARAVILLAS FERNÁNDEZ/CONCEJAL PSOE CEHEGÍN
Tras unos últimos días de agosto lluviosos, llega septiembre y con él, los que medimos el tiempo en cursos escolares, volvemos a pensar en qué proyectos queremos llevar a cabo a lo largo del año.
En los más pequeños se despierta la ilusión por un nuevo curso en el colegio. ¡Ya son un año más mayores! Tienen ganas de ver a sus compañeros. Les entusiasma el pensar en estrenar lápices y cuadernos.
Los adolescentes se aferran a los últimos vestigios del verano y comienzan a añorar la cantidad de tiempo libre del que han disfrutado, casi sin obligaciones, con sus amigos en esta época. Ahora toca enfrentarse de nuevo al instituto y lo harán, pero no con el entusiasmo de la infancia.
Universitarios, maestros, profesores, padres y madres y todos los adultos que pertenecen de una u otra forma a la comunidad educativa, se debaten entre la ilusión propia de los nuevos retos y las grandes dificultades para realizarlos:
Los universitarios hacen números y números para hacer sus matrículas (los que tienen el privilegio de poder hacerla) mientras revisan los requisitos para obtener una beca para sus estudios: “No tengo derecho a beca”.- Comenta un joven murciano cualquiera que ha sacado en selectividad un 5,4. “Pues lo siento, hijo, pero este año no vamos a poder pagar la matrícula”.- Contestan sus padres tras tragar saliva y contener las lágrimas de impotencia.
Maestros y profesores comentan entre ellos cómo han ido las vacaciones y añaden esas nuevas actividades y materiales en los que han estado pensando durante la temporada estival. “Este año tenemos 200 alumnos menos”.- Advierte una profesora universitaria a su compañero de departamento. “Hasta Fulanito de tal, cuya nota media es de un 9, ha tenido que abandonar este año”.- Prosigue la doctora.
A todo esto, madres y padres de personas, ya sean más o menos menudas, se frustran ante los baches que les han puesto en el camino que impiden hacer que sus hijos disfruten de su educación, ya sea obligatoria, o aquello que siempre han querido hacer.
Así es la realidad más triste y patética que encontramos en cualquier punto de nuestra región (por no mencionar el resto del país): recortes en profesorado, recortes en becas, libros de texto con precios desorbitados, subida de las matrículas universitarias, imposición de pago de matrícula en Formación Profesional, menos becas de comedor y transporte… Y un largo etcétera que ha convertido la educación en un lujo y no en un derecho, como recoge nuestra Carta Magna.
Estamos hartos de escuchar la tan recurrida excusa de la crisis económica, la necesidad de recortar los gastos; sin embargo, la derecha retrógrada que nos gobierna sabe perfectamente que no nos tragamos ya este bulo, que somos conscientes cada vez más de que esto es una estafa financiera que estamos pagando los que menos tenemos. Tienen claro que los recortes en educación son contraproducentes, sin embargo, no les importa en absoluto.
La reflexión ante esta situación es bastante clara: para los de las “altas esferas” siguen existiendo las clases sociales y no podían permitir que pudiéramos, si quiera, aspirar a ser lo que queremos ser, a progresar. ¿En qué cabeza cabe que una persona que no ha nacido en “buena familia” tenga la misma o mejor educación que los que sí lo han hecho?; ¿cómo van a tener las mismas oportunidades? Estrategia para que unos pocos controlen a la mayoría. Lucha de clases como las del siglo XIX.

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