Ya en la calle el nº 1040

La dama blanca

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

FRANCISCO MARTÍNEZ LÓPEZ

Desde el inicio de la partida la dama blaLa dama blancanca había llevado la iniciativa, y ya en los primeros movimientos se había revelado como la pieza más poderosa del tablero. La dama se movía a través de las casillas con una soltura inusitada, las demás piezas murmuraban desconcertadas aunque ninguna se atrevía a alzar la voz. El rey estaba como hipnotizado por aquella pieza de estilizadas formas que despertaba en el monarca las más bajas pasiones. Peones, alfiles y caballos se apresuraban a interponerse en el camino de la dama blanca e intentaban persuadir al rey para que cambiase de casilla.
Sin embargo, el soberano permanecía como hechizado ante los movimientos de su oponente que avanzaba y retrocedía moviéndose voluptuosamente en cualquier dirección del tablero. Finalmente la dama se acercó hasta el oído de su majestad y le susurró con voz pausada y silabeante: ja-que ma-te. El monarca de las figuras negras, vencido y humillado se dirigió hacia las piezas que se apiñaban vencidas y expectantes al borde del tablero y les dijo con semblante apenado y cariacontecido: lo siento, me he equivocado, no volverá a ocurrir.

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