Ya en la calle el nº 1040

La chica mala de Seatle, Frances Farmer

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

GLORIA LÓPEZ

Kurt Cobain le dedicó una canción a la que un día fue el icono de Seattle y que acabó sola y abandonada. Quería cobrarse la venganza de la actriz Frances Farmer sobre el mundo que le toco vivir.La chica mala de Seatle, Frances Farmer
Nacida en Seattle en 1913 la joven Frances despuntó pronto, tanto por su talento como en ámbitos menos intelectuales. La llamaba la Chica Mala “Cuando empezaron a llamarme así traté de estar siempre a la altura”.
Empieza periodismo, pero prefiere el teatro. Las representaciones estudiantiles tenían mucho público y pronto se convierte en una estrella.
Sus ideales o sus ganas de ir contracorriente, la llevaron a colaborar con causas comunistas. Ganó un viaje a Moscú, pero perdería a su madre para siempre.
Después de visitar Moscú, se quedó en Nueva York y al poco tiempo trabajaba para la Paramount.
En 1936, se casa por primera vez con Leif Erickson, el matrimonio solo duró un año. Sin embargo, su carrera despegaba y protagoniza “Rivales”. Su fama sube como la espuma y vuelve a su Seattle natal para ser recibida como a una estrella: sesiones de fotos, ramos de flores en el aeropuerto, un paseo triunfal en limusina…
Pero su rebeldía innata no es bien aceptada en Hollywood y su fama de persona difícil empieza a extenderse en los estudios, no consigue buenos papeles.
La Paramount, en un respiro, más para la productora que para Frances, la manda a hacer teatro.
En algún momento debió perderse por el camino, que vino a parar a los brazos de Clifford Odets, casado, para más señas, que vino a durarle la pasión lo que tardo en aterrizar el avión en el que regresaba su mujer: “Mi mujer regresa hoy. Es mejor que no nos volvamos a ver”. De la nota, al alcohol, un paso. Nunca había sido moderada, no lo iba a ser ahora con la bebida. Su alcoholismo fue en aumento, y Frances tuvo que dejar el teatro para volver a Hollywood.

Consiguió trabajo, pero sus días de gloria habían pasado. A la bebida le siguieron las anfetaminas, y a las dos juntas los desordenes mentales. Y de eso a tener problemas con la policía ya fue todo seguido. Es detenida y el juicio es un escándalo: es sacada a rastras del juzgado y gritando “¿Nunca habéis tenido el corazón roto?”.
La llevan directamente al psiquiátrico: le diagnosticaron depresión y desorden de personalidad, como serían los tratamientos psiquiátricos que prefirió volver con su madre. Mala decisión, porque la madre la manda directamente a la peor institución mental de esos años: el Western State Hospital. No volvería a pedir la ayuda de la madre.
Cuando sale se marcha a California, donde es detenida por vagabundear y de nuevo la mandan con su madre, que de nuevo la envía al Western State. Nunca más volvió a verla.
Ya no solo esta loca, además es violada, como el resto de las internas, repetidamente con el consentimiento del personal del Centro.
Lo que pasó en aquel centro solo ella debe de saberlo, lo que me extraña es que saliese. Pero salió, rehizo su vida y volvió a casarse y se mantuvo en el anonimato hasta que en 1957 un productor la descubre y le ofrece un programa diario. Se divorcia de Lobley para casarse por tercera vez, con Mikesell. Su vida, por fin, parecía encauzarse de nuevo.
Pero solo es un espejismo, de 1962 hasta 1970, que muere de cáncer de estomago, su vida es un ir y venir borracha del estudio a la comisaría.
Cantaba Cobain que “Ella volverá como el fuego, para quemar a los embusteros, y dejar una manta de cenizas en el suelo”. Seguro que si Frances pudiera, volvería.

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