Ya en la calle el nº 1037

Juntas somos imparables

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TANIA ROS/SECRETARIA DE IGUALDAD DEL PSRM

A veces me pregunto cómo es que la lucha feminista no se entiende. Cómo es que no entendemos que buscamos responder a los derechos de las mujeres, que son derechos civiles, sin que salgan a debate constantemente. Cómo es que no se entiende que queremos una igualdad real que blinde oportunidades y libertad para todas las mujeres, al igual que existe para los hombres. Y cómo puede ser que no asumamos que un verdadero estado democrático pasa por ser feminista y atender a las demandas de la mitad de la población, que son las mujeres.

Juntas somos imparables
Manifestación por el 8M en las calles de Murcia

También me pregunto en qué momento asistimos con normalidad a las cifras de víctimas de violencias machistas, como es la violencia de género. Cómo es que el miedo a caminar solas o la indefensión hacia los ataques más sutiles se ha normalizado, y debemos dar por hecho que nosotras tenemos que asumir estas realidades. O cómo puede ser que le precariedad laboral tenga el rostro de las mujeres o que el cuidado siempre recaiga sobre nosotras, y lo banalicemos, y lo blanqueemos bajo un “gracias a todas”, cuando el mensaje que necesitamos es un “vamos a revertir esta situación”.

Durante la pandemia, las mujeres hemos visto empeorada nuestra calidad de vida, asumiendo las tareas domésticas y asistenciales tres veces más, asumiendo el cuidado como propio, abandonando trabajos para cuidar del resto, y con las consecuencias económicas recayendo sobre nuestras espaldas. Las consecuencias de las crisis empeoran aún más la vida de las mujeres porque se asume que cuando alguien tiene que perder, primero debemos perder nosotras.

Así se forjan sociedades en las que las mujeres somos las salvadoras que no se salvan a sí mismas. Que somos las responsables de facilitar los proyectos vitales del resto, teniendo que elegir entre sus deseos y nuestras necesidades, saliendo en la mayoría de las ocasiones perdiendo. Se forjan estilos de vida donde las mujeres no nos oímos con facilidad, no respondemos a lo que nos gustaría ser o hacer, porque nos han educado para responder siempre a prioridades del resto.

En la Región de Murcia la pandemia dejaba datos desoladores que han extremado, aún más, la brecha de género ya impuesta por el patriarcado. El 86% de los trabajos destruidos durante la pandemia pertenecían a mujeres. El 61% de las personas paradas son mujeres, y estamos en la Comunidad Autónoma con mayor tasa de víctimas de violencia machista, y la tercera en víctimas de Violencia de Género. La brecha salarial es una realidad en nuestra tierra donde las mujeres cobramos 5000€ menos que los hombres. Y además, la Región de Murcia se encuentra en el top de Comunidades Autónomas con mayor trata con fines de explotación sexual, junto a Andalucía.

A ello se suma que en nuestra Región se vulneran los derechos de las mujeres todos los días, expulsando a las mujeres que interrumpen su embarazo por motivos médicos fuera de los hospitales públicos, con el beneplácito del Gobierno Regional.

Esta situación es insostenible y la respuesta es la lucha feminista, lucha que lleva siglos abanderando la justicia y la libertad, cuya causa es generar oportunidades, es liberar a las mujeres del miedo y la precariedad, estableciendo un sistema garantista que responda por igual a las necesidades de mujeres y hombres. Y esta lucha es interseccional, pues responde a vulnerabilidades añadidas a las mujeres, derivadas de su raza, etnia, identidad de género o diversidad funcional, entre otras. Desde esta óptica, luchamos por cambiar y revertir esta situación, sin descanso, porque juntas somos imparables.

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