Ya en la calle el nº 1040

Juana de ARCO

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

GLORIA LÓPEZ

Esta semana pasada se inauguró la 36ª edición de la feria de arte que nos hizo modernos: ARCO. Los mismos años que su fundadora lleva cardandose la melena roja que solo ella puede permitirse.


Juana Maria Dominguez nació en Valladolid en una familia bien donde todas sus antepasadas no habían salido jamás a trabajar a la calle. No se le conoce más juventud que la de salir a cazar un novio rico ni más estudios que los de las monjas. No dio un disgusto a sus padres (no como otras) ni jamás vio más pintura que el titanlux cuando se casó en 1955 con Juan Aizpuru y se fue a vivir a Sevilla, que por aquel entonces era más cerrada aún que un paso de semana santa. Sería en esa ciudad tan religiosa donde ella encontraría su pasión. Digamos que más que encontrarla… la trabajó. El matrimonio era joven y la noche sevillana interesante y llena de jóvenes talentos que no se acomodaban a ningún régimen, solo al nocturno. Son ellos los que enseñan a Juana el lienzo de su vida. “Lo que sé de arte lo he aprendido de los artistas”. No estudia arte ni falta que le hace cuando en 1970 decide abrir su propia galería con el nombre con el que pasará a la historia: Juana de Aizpuru. Sin duda hoy se mesarán los cabellos las feministas más radicales… pero el apellido del marido le abrió la puerta a la libertad.
Por ella pasan los jóvenes artistas andaluces, los nuevos y los viejos. Pero la apertura de España a la democracia se hizo más rápida que las mentes a los bocetos modernos, así que la galería no tubo tanto tirón como ella pensaba y se dedicó exclusivamente a viajar y trabajar con las mejores ferias de arte moderno del mundo. Esperando el momento justo.
Ese momento llegó en 1982 cuando IFEMA le encargó la puesta en marcha de la primera edición de ARCO, la feria internacional de arte contemporáneo de Madrid. Fue entonces cuando sacó todo el conocimiento que había adquirido de tantas ferias y artistas y colocó, año tra año el panorama artístico español en la agenda de los coleccionistas de arte más importantes de este siglo.
Domino ARCO hasta 1986 como lo que había sido para ella, una hija más. La cuidó, la alimentó y la formó, pero tampoco dejó que jamás nadie la tocara ni moviese un cuadro sin que ella lo supiese. Las nuevas generaciones no entendieron su carácter fuerte curtido en años de lienzos recortados y pidieron su dimisión en 1986. A ella, que tanto había luchado por poner a la juventud española en las paredes de las mejores ferias.
Aunque seguía viviendo en Sevilla, abrió su Galería en Madrid en 1983 y en 1991 fue elegida presidenta de la Asociación Española de Galerías de Arte Contemporáneo y miembro de la Junta Directiva de la Federación Española de Galerías de Arte.
Pero en 1992 la crisis también afectó al arte y todo empezó a decaer. Ahora dice que vive de los coleccionistas extranjeros que vienen a su galería a comprar. Con lo que ella ha luchado por el coleccionismo español.
Tanto lucho que se la conoce como Juana de ARCO.

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