Ya en la calle el nº 1037

Juan Antonio Martínez Piqueras, treinta años al frente de la Biblioteca de Caravaca, nos habla del oficio de bibliotecario

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JAIME PARRA
Juan Antonio Martínez Piqueras cumple treinta años al frente de la Biblioteca Municipal de Caravaca de la Cruz, desde que la Comisión Municipal Permanente le encargó los trabajos necesarios para volverla a poner en marcha después de permanecer varios años cePiquerasrrada. Gobernaba Pedro García Esteller Guerrero y en pocos mese se abrió el libro de registro de obras que forman la colección de la Biblioteca Municipal, que se abrió al público tras cinco años cerrada el 30 de mayo de 1985. El edificio que adquirió para tal fin el Ayuntamiento se encontraba en la calle Gregorio Javier (actual sede del Bando de los Caballos del Vino); con Antonio García Martínez-Reina, la Biblioteca primero se trasladó donde ahora se encuentra en Museo de Miniaturas Ángel Reinón, después al edificio de la calle Alfonso Zamora en el que está la sede de Cruz Roja y posteriormente a la calle Cartagena hasta que, siendo concejal de Cultura Antonia María Olmo, el Ayuntamiento compró la «casa de los Erice», la actual casa de la Cultura Emilio Sáez, donde desde 1994 se encuentra la Biblioteca.
«Frente a los grandes eventos esporádicos, un servicio constante hace una labor de goteo cuyo resultado he podido comprobar al tener como usuarios de la Biblioteca a los hijos (en algunos casos nietos) de los que se hicieron el carnet hace treinta años», defiende Juan Antonio Martínez Piqueras, al que entrevistamos para conocer el oficio de bibliotecario y la Biblioteca Municipal de Caravaca de la Cruz, ahora integrada en la Red de Bibliotecas Públicas, abierta cincuenta horas a la semana y que cuenta con otros dos bibliotecarios además de Juan Antonio Martínez Piqueras.
-¿Cómo puede servir hoy, en la era de las comunicaciones, una biblioteca municipal?
-Las bibliotecas municipales son públicas, y ese concepto las convierten en un servicio permanente independiente de la era en la que se viva. Lo que cambia, con el progreso, son los medios que la biblioteca debe usar para prestar sus servicios al ciudadano; en la era de las comunicaciones, las bibliotecas no están sólo en los edificios que contienen sus instalaciones, sino que su presencia en la red, mediante el modelo biblioteca 2.0, e incluso 3.0, hace que caminemos hacia una prestación no sólo presencial, también virtual de nuestros servicios.
¿Hasta que punto la biblioteca se está adaptando a los retos que se le presentan?
-En la medida que podemos, nos hacemos presentes en redes sociales como facebook o twitter, intentando estar cerca de los usuarios que las usan en su vida cotidiana, además de mantener nuestro servicio tradicional en las instalaciones a las que la gente acude.
-¿Cree que la biblioteca es algo cercano a los ciudadanos?
-Lo intentamos. Nuestro interés es servir a todos en el marco de los cometidos que la biblioteca tiene marcados. Tal vez haya quien piense que la biblioteca es sólo para un sector de ciudadanos, para determinadas edades o clases, pero no es así, nuestro espectro de servicio es tan amplio como variado y no se limita a apoyar al estudio o promocionar la lectura. Gracias a la biblioteca muchos ciudadanos resuelven problemas de su vida cotidiana que no sólo están relacionados con la lectura o el estudio.
-¿Usted teme que la biblioteca pierda la función principal de lectura y préstamo de libros y se convierta solo en un lugar adecuado para estudiar?
-Esta pregunta es de hace 20 años o más. Durante un periodo de tiempo relativamente corto, las bibliotecas se han convertido en el principal lugar de concentración de estudiantes fuera del horario escolar (y a veces incluso en horario escolar). Esto no tendría que suponer un problema si no fuera por la distorsión que representa con respecto a los demás grupos de usuarios (niños, mayores….) que ven invadidos hasta los asientos de secciones reservadas a lectura de periódicos o cuentos, por estudiantes con apuntes que no usan mas que la mesa, la silla, la luz y el aire acondicionado, pero que no tienen costumbre lectora en la mayoría de los casos (ni tiempo para leer, ni ganas para ello, después de tantas hora usando la lectura como medio para aprobar exámenes)
Sin embargo la principal función de la biblioteca es facilitar la relación con la cultura en sus diferentes formas una vez que se ha terminado con la época de formación escolar obligatoria, de forma que el individuo pueda actualizar sus conocimientos y fomentar el hábito lector desde temprana edad. Está claro que lo difícil es cumplir esas funciones cuando un grupo de usuarios, que también tiene derecho a que se le apoye en sus estudios, predomina de tal manera sobre el espacio y los usos de la biblioteca, y ahí es donde tenemos el reto actualmente.
-¿Tendrán que hacerse reformas en la biblioteca para adaptarse a los tiempos?
-Claro, la biblioteca es un servicio público, y los tiempos traen nuevos formatos y medios para acceder a los contenidos culturales. El reto es que todos los usuarios tengan su espacio, empatizar con las necesidades culturales de la población y ver en qué medida podemos servirlas dentro de las funciones que la UNESCO asigna a las bibliotecas públicas
-¿Si hubiese reformas, confía en que ayude a que la biblioteca siga atrayendo lectores?
-Tengo mis reservas en este sentido. A veces las reformas se hacen siguiendo la moda o la demanda del grupo más «ruidoso», y no necesariamente esto tiene que ver con las funciones reales de la biblioteca, sino con demandas sociales circunstanciales
-¿Cómo vive personalmente la diferencia entre la biblioteca que se encontró y la que tenemos ahora?
-Siempre vivo la biblioteca como un reto; un reto cambiante por supuesto. La principal diferencia que personalmente percibo es que este reto era entonces sólo mío, y yo tenía que medir mis fuerzas y mis debilidades para saber cómo hacer frente a lo que se pedía de la biblioteca, mientras que ahora tengo que tener en cuenta muchos más factores puesto que somos más personas las que trabajamos aquí.
-¿En los años que lleva en la biblioteca se habrá encontrado anécdotas de todo tipo? ¿Podría destacar alguna?
-Las hay, desde una persona que vino a devolver un libro que había sacado en préstamo después de cinco años de estar la biblioteca cerrada, hasta la de otra que llevaba cuatro libros entre los bolsillos de su cazadora y bajo el brazo y pretendía salir de la biblioteca sin más; por supuesto se disparó la alarma y recuperamos los libros, eran ediciones de lujo de los premios Nobel.
-¿Cuál ha sido la experiencia más gratificante que recuerda?
-Son muchas, no podría decidirme por ninguna, me gratifica ver objetivos cumplidos, bien sea la celebración del quinto centenario del Quijote o la incorporación de tecnología que hace más fácil la gestión bibliotecaria, pero me quedo siempre con los de conseguir información o libros relativamente difíciles para los lectores.
-¿Destacaría a algún lector que sea fiel a lo largo de los años que usted lleva al frente de la biblioteca?
-Varios, he conocido niñas que crecieron se casaron tuvieron hijos y ahora vienen con toda la familia.
Teniendo en cuenta que he vivido cinco traslados de biblioteca, es gratificante ver caras conocidas desde su infancia.
-¿Ha cambiado mucho el perfil del lector?
-Si nos referimos a usuarios inscritos en la biblioteca, hemos pasado de unos años en los que la mayoría eran menores de 14, en la década de los 80, a la actualidad, en que la mayoría de lectores son mayores de esa edad y mujeres; tal vez tenga que ver con la evolución de la pirámide de la población
-¿Los lectores van en busca de novedades o existe un perfil del lector que sigue fiel al libro clásico?
-La mayoría busca la novedad o el libro que alguien le ha recomendado. Algunos releen clásicos, y unos pocos se atreven con todo.
-Entre tantos libros ¿Cuál es su favorito?
-No tengo un libro favorito; como los hijos cada libro tiene sus propias características que le hacen insustituible y especial, de todos se puede disfrutar algo. Hubiera sido muy mal censor, de hecho me cuesta horrores hacer expurgos a pesar de ver libros viejos y obsoletos.
Si me preguntas por mis gustos personales, puedo disfrutar con temas muy variados, desde la poesía hasta la ciencia ficción, pasando por novela o cómic. Tal vez en eso soy de espíritu humanista.
-He leído que se va a hacer una adaptación del Quijote –Quijote Express- creo que se llama, para adaptarlo al gran público, ¿qué opina de las adaptaciones de los clásicos?
-Creo que las adaptaciones son necesarias, que tradicionalmente esas adaptaciones las hacían los juglares, los cuentacuentos que transformaban en tradición oral fragmentos de la Odisea como es el caso del cuento del «Ojanco» u «Ojobrusco», el problema es la continuidad en el programa de divulgación de las obras adaptadas, es decir, que el niño que ha leído «Naves negras ante Troya» de Rosemary Sutcliff, tenga después la oportunidad de leer La Ilíada, de Homero, cuando por edad y conocimientos pueda comprender lo que significa esta obra en la historia de la cultura.
Ocurre lo mismo que las adaptaciones al cine; alguien tiene que dar la oportunidad al público de saber que «A tres metros sobre el cielo» no es sólo una película, que hay una novela y un autor con toda una carrera editorial antes. Para eso estamos las bibliotecas, entre otras muchas cosas.

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