José Miguel Marín, presidente de COAG, pide que se valore económicamente la protección medioambiental que llevan a cabo
DAVID PÉREZ/JAIME PARRA
Veinticinco años dan para mucho, y aquí en el noroeste hemos visto muchos cambios, tanto en los pueblos como en el campo, una de las áreas más afectadas de nuestra zona.
José Miguel Marín, presidente de COAG (Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos), lleva incluso más tiempo en el negocio, y nos ha podido contar historias de los hombres y mujeres de nuestra región enfrentándose a un negocio tan incierto como es la agricultura y ganadería y de lo difícil que está siendo el relevo generacional.
Nacido en Caravaca de la Cruz, un área tan dada al cultivo de secano, José Miguel nos cuenta cómo los cultivos de la zona han ido adaptándose al desafío de las empresas del Campo de Cartagena o de Valle del Guadalentín, buscando rentabilidad en cultivos más leñosos como el del almendro en un intento de mantenerse en el mercado. Los acuíferos de la zona son un bien preciado para estas empresas del campo de Cartagena que vienen buscando plantar cultivos de veranos antes de que el plan para la protección de acuíferos sobreexplotados les obligue “a cerrar el grifo”.
Esta “batalla” no ha sido fácil para el agricultor tradicional, que ha visto a lo largo de los años como sus cultivos quedaban opacados por estas empresas de fuera.
Pero la batalla de COAG no ha sido solo por defender a nuestros agricultores, no. La batalla por mantenerlos económicamente a flote durante todas estas crisis económicas ha sido dura. Y a día de hoy, la falta de lluvias se ha convertido en el mayor enemigo de nuestra región, y aquí en el Noroeste lo hemos sentido especialmente, perdiendo más de una cosecha cada año.
Por suerte, la organización de José Miguel tiene la vista puesta en sacar rentabilidad más allá del típico mercado de venta de cosechas, y junto a otras asociaciones de la zona han estado lanzando programas buscando nuevas formas para mantener el tejido socioeconómico del área.
Algunas propuestas, como la escuela de pastores, han sido menos exitosas de lo planeado, otras han obtenido mayor éxito, como el programa Life AMDRY C4, que busca cuantificar el CO2 producido por las cosechas para que Bruselas se decida a respaldar cosechas medioambientalmente sostenibles.
No solo con esta propuesta COAG tiene la protección del medioambiente en mente, sino que lleva proponiendo a lo largo de estos veinticinco años que nos atañen una gran cantidad de medidas para proteger la biodiversidad del Noroeste: Desde la protección de las aves esteparias, pasando por agricultores de secanos realizando servicios endosistémicos, hasta la poco valorada labor de la ganadería ovina en la lucha contra incendios.
Llevamos veinticinco años aquí informando, y en todo este tiempo hemos podido ser testigos de importantísima labor de COAG en la batalla por mantener la dignidad de nuestros agricultores y ganaderos, una batalla que no parece tener fin contra empresas que vienen persiguiendo nuestros acuíferos, y se marchan con estos secos.
Pero no hay motivo para ser pesimistas. Nuestros hombres y mujeres en el campo han resistido y continuado con fuerza la presión de tantas nuevas (que no menos necesarias) normas ambientales, y seguirán haciendo para mantener el valor de nuestros cultivos de secanos.