Ya en la calle el nº 1037

Jesús Martínez Romero

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JOSÉ ANTONIO MELGARES/Cronista Oficial de la Región de Murcia

Sin haber sido protagonista, ha estado presente en el germen de acontecimientos importantes en la historia contemporánea de Caravaca, que recuerda con todo detalle gracias a su prodigiosa memoria. Me refiero a Jesús Martínez Romero, quien vino aSecretario maestría industrial, 1970l mundo en esta ciudad en el mes de octubre de 1925, como primer fruto del matrimonio formado por Carlos Martínez López-Egea y María Romero Navarro, de quienes también nacieron otros dos hijos: Pedro y Cruz.

El matrimonio vivió tiempo en Tomelloso, donde Carlos regentaba el negocio Bazar 0´95 (una especie de Todo Cien de la época pero en céntimos de peseta). Cuando decidieron trasladarse a Caravaca vivieron primero en La Posada del Arco (donde años más tarde abrió el recordado Hotel Victoria) propiedad de su abuela materna entonces, luego en La Puentecilla y final y definitivamente en El Pilar.

Sus primeros años transcurrieron con sus tíos Pepa y Joaquín, quienes regentaban un comercio de tejidos frente a la puerta sur de El Salvador, sobre el que tenían su propio domicilio.

Cursó el bachiller en Tomelloso, época de la que recuerda a su compañero y amigo Leoncio Peinado (hijo del dueño de la marca de bebidas Coñac Peinado), y tres años en la Escuela de Comercio de Alicante, al final de los cuales D. Antonio Aroca, primer jefe del Servicio Nacional del Trigo en Caravaca, lo colocó en el mismo como auxiliar de almacén.

Prestó el servicio militar en Madrid, en la base aérea de Cuatrovientos, donde le permitieron compatibilizar el servicio de armas con estudios de delineación, obteniendo el título de delineante proyectista e iniciando la preparación de las oposiciones a Obras Públicas que no llegó a hacer pues, la muerte de su tío Joaquín, en 1952, le obligó a entregarse a la ayuda a su tía Pepa en el comercio de tejidos ya referido.

Viudo de su primera mujer, Angelita Martínez, en 1958, contrajo matrimonio nuevamente en mayo de 1963 con María Villó García, con la que trajo al mundo a sus hijas María José y Ana, quienes crecieron en compañía de los dos hijos fruto de su primer matrimonio: Carlos Enrique y José Luís, estableciendo el domicilio familiar en el Camino del Huerto donde siempre ha vivido hasta la actualidad.

En 1945 se constituyó la cofradía del Silencio. Uno de los fundadores fue su hermano Pedro, de quien heredó su puesto como andero, siendo elegido como secretario general de la misma en una época en que se adquirió el trono a la casa Santarrufina de Madrid y se encargó la ejecución de la talla del titular: el Santísimo Cristo de los Voluntarios al escultor caravaqueño Francisco Marín. La eficaz junta de gobierno con la que echó a andar la emblemática cofradía pasional local, estuvo compuesta, entre otros, por Alfonso el Caillo, Pedro Manero, Francisco Capitán, Juan Montoya, Juan Rico, Pedro Antonio Melgares, Emilio Tudela y Pepe Luís Melgares. Los gastos fueron financiados gracias a la operación (o rifa) de 400 planchas eléctricas, de la marca Marconi, de cuya firma comercial era representante en Caravaca Juan Ford.

En 1957, con Alfonso el Caillo, Perico el Alto, Pepe López Abad, Julián Martínez-Iglesias y otros vecinos del Camino del Huerto y también nazarenos Azules de la Semana Santa local, se integró en la primera célula festera que logró la reconversión de las Fiestas de la Cruz dos años después. Jesús no pudo salir a la calle en la recordada mañana del 2 de mayo de 1959 por respeto y luto tras la muerte de su mujer en 1958. En la madrugada previa a la primera mañana festera de la historia local, se entregó a la ayuda a vestir, pintar y sujetar barbas postizas a los primeros Abul Katar, los héroes del 59, siendo el fundador en la sombra (según palabras del Dr. Enrique López Conesa).

En 1960 fue Secretario de Festejos en la cofradía de la Stma. Cruz presidida por el Hermano Mayor Pedro Antonio Melgares de Aguilar Moro. En 1967 y hasta 1972 fue tesorero en la Junta Representativa de la Cofradía que presidió el Hermano Mayor Manuel Sainz de Vicuña García-Prieto, de la que fue teniente Manuel Hervás Martínez, diputado Pepe Sánchez Guerrero; secretario Mariano Tudela y secretarios de festejos sucesivamente Eladio Sala, Matías Albarracín y Alfonso El Pili.

En 1986 y 1987 fue diputado en la Cofradía que presidió como Hermano Mayor el Cronista que esto escribe. Desde entonces y hasta 1983, en que su cábila festera cumplió sus bodas de plata con la Fiesta, ha salido cada año con los Abul Khatar en la escolta de la Stma. Cruz.

Desde el punto de vista laboral, tras concluir el compromiso con su tía Pepa, en el comercio de tejidos, con la jubilación de ésta, comenzó a trabajar como delineante proyectista con el arquitecto Avelino Zimadevila Anido (quien se ocupaba del programa de Regiones Devastadas del Ministerio de la Vivienda), y entre otras muchas obras hizo el proyecto de regulación espacial del desaparecido Hotel Victoria.

En 1964, el alcalde Amancio Marsilla Marín había solicitado para Caravaca un instituto laboral al entonces Ministerio de Educación Nacional. El Ministerio no entendió la necesidad de tal instituto pero concedió en su lugar una Escuela de Aprendizaje Industrial. Jesús acompañó al teniente de alcalde José López Abad en las negociaciones para la citada concesión y, tras la conclusión de las obras, el primer director de aquel centro Luís Jiménez Jaén, lo contrató en 1967 como profesor y luego secretario del mismo, cargo que desempeñó durante 18 años. Juntó a él fueron nombrados los primeros profesores: José Moya López (jefe de estudios), Eladio Sala (jefe de talleres), Encarna Guirao (bibliotecaria) y Teodoro Martínez Lax. También fueron nombrados Álvaro Moreno como auxiliar de oficina y Pepe Medina como conserje. Desde entonces Jesús formó parte del claustro de profesores del centro que, como se sabe, hoy es Instituto de Bachillerato, puesto en el que le llegó la jubilación en 1991 y en el que en 1967 comenzó cobrando mil pesetas mensuales.

Alumno de D. Basilio Sáez en su niñez, en el colegio La Santa Cruz, entonces en la C. del Poeta Ibáñez, aún recuerda con agrado a aquel viejo maestro, y también a compañeros como Pedro Ruiz, José Manuel Caparrós, Paco Pim y Antonio Robles Navarro entre otros. También recuerda amigos de diferentes épocas y sigue leal a su equipo de fútbol de siempre: el Real Madrid, al que anima asiduamente a través de la TV.

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