Ya en la calle el nº 1037

Jesús Martínez Martínez y Pascual Adolfo López Salueña publican “Naturaleza muerta”

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JAIME PARRA

«¿Se puede pintar con palabras? ¿Se puede hacer poesía dibujando? Si existían dudas, este libro las despeja toda. Definitivamente, sí”, escribe Luis Leante en el prólogo de “Naturaleza muerta”, poemario ilustrado con el que el poéta Jesús Martínez Martínez y al pintor Pascual Adolfo López Salueña inauguran la nueva colección de Gollarín: litterART.

Continúa Luis Leante: “la muerte, la decadencia, el ocaso están presentes en toda la obra. Pero también la belleza que pervive a pesar de la muerte. Belleza en el lenguaje, belleza en las imágenes, a veces oníricas, siempre visuales: “sueños de talco bajo los pies del diamante”.

Entrevistamos a Jesús Martínez Martínez (Caravaca, 1967), nieto de Elías los Arcos, sobre “Naturaleza muerta” y sobre la poesía en general.

¿Puede explicarnos el título de su poemario?

 El título nos ha venido acompañando casi desde el principio, incluso antes  de tener clara la idea de lo que íbamos buscando. Una vez recibidos los primeros dibujos y hechos sus respectivos poemas, creé en mi ordenador una carpeta con el nombre de Naturaleza Muerta, dado que las ilustraciones tocaban de forma muy explícita este tema. Y no lo hice pensando en los bodegones que nos  ha ido aportando la pintura a lo largo de los siglos y que mostraban algo estático, sino que veía más allá, como una continuidad de algo, una regeneración. No se trataba todo de sujetos inanimados, sino que había vida en algunos casos, cambios…

Sentía que era algo  como los Vanitis pero con  esa atmósfera de continuidad en los sujetos que Pascual Adolfo creaba a pesar de estar  descontextualizados en casi todos los casos.

Así que lo que empezó siendo el nombre de una carpeta para guardar los archivos que íbamos creando  nos ha acompañado hasta el final, y hemos visto a bien dejarla como título.

¿Cómo surge su colaboración con Pascual Adolfo?

Nos conocíamos desde los años de Instituto, fuimos compañeros. Curiosamente ya en aquellos años me hizo un dibujo de un campanario en medio de la lluvia para adjuntarlo a un poema que hice sobre la muerte de mi padre. Me gustó mucho y aún lo conservo.

Pasado el tiempo, a finales del año 2017 vi en un escaparate el libro “Y también se vivía” de Jesús López y editado por Editorial Gollarin, y me llamó la atención ver el nombre de Pascual Adolfo como ilustrador  del libro. Decidí comprarlo. Unos días más tarde coincidimos y estuvimos charlando. Le mencioné sus dibujos y le recordé el que me hizo en el Instituto. Me pidió algunos poemas y a la semana me dijo que le gustaron. La siguiente vez que nos vimos Pascual Adolfo ya tenía en su cabeza la idea de hacer un trabajo entre ambos, algo que no fuese texto ni dibujo, sino todo en uno. A partir de ahí todo ha ido cocinándose poco a poco, a fuego lento, comentando cada detalle, hasta llegar aquí, con una selección de 30 poemas y 30 ilustraciones que no debemos tener en cuenta por separado aunque cada creación tenga su estímulo.

¿Cómo ha sido el proceso de creación a la hora de escribir este libro?

Como norma general Pascual Adolfo me enviaba fotografías de lo que iba creando, su proceso; a veces, incluso me decía qué iba buscando antes de encontrarlo y definirlo. Él me arrancaba el primer impulso, el sentimiento que me transmitía nada más ver  los primeros trazos. Comentábamos impresiones, soñábamos con lo que sería el dibujo y lo que querría decir a los ojos de quien lo viera. A partir de ahí, con mi primer instinto y las impresiones de ambos, yo iba creando el poema.

A veces cambiábamos palabras, o frases, o el poema entero, porque teníamos claro que debía ser una ventana a la interpretación, y no algo cerrado sin lugar a la intuición. De igual forma se ha actuado con los dibujos, haciendo en muchos casos que  insinúen para que quien los mire pueda ser libre de interpretar con ayuda del texto.

¿Qué le impulsa a escribir poesía?

La poesía para mí es algo que me acompaña siempre. Yo creo firmemente que la poesía existe en todos los lugares y momentos. El hecho de poder reflejar mis sentimientos desde la escritura me hace sentir algo especial. Pienso que todos deberíamos practicar este ejercicio.

Al escribir me siento liberado, como si tuviese que contar algo por necesidad. Escribir es como haber gritado con todas mis fuerzas cuando algo me duele o inspirar el aroma de todas las flores cuando algo me hace feliz.

Usted ha escrito desde joven, pero solo ahora publica, ¿de dónde viene esa necesidad?

Quizás sea porque nunca, hasta ahora, he llegado a valorar lo que escribía. En estos momentos, por diversas circunstancias o simplemente por madurez, me da la sensación de que puede haber alguien que esté esperando mi poema, no sé, mi manera de pensar o de decir las cosas. Creo que alguien puede sentirse un poco identificado conmigo, tanto en lo bueno como en lo malo. Notar que les puede  mover la sangre, que lo sienten…, con eso me sobra.

En su poesía, ¿cuánto hay de inspiración y cuánto de trabajo?

Normalmente es la inspiración, el instante. Cuando escribo algo, es raro que después corrija o cambie las cosas. Escribo la música de mis poemas tal y como me suena en la cabeza.

Sí es cierto que a veces, en algunos poemas que sí  tienen rima y métrica, me tengo que esforzar más para lograr esa perfección pero normalmente mis poemas no tienen estándares.

¿Cuáles son sus referentes literarios?

Soy un clásico en este sentido. Los primeros versos que cayeron en mis manos fueron de Miguel Hernández y Antonio Machado. Ellos me lanzaron a escribir. Me asombraba mucho la sencillez de Rabrindanaz Togore. Luego descubrí a García Lorca. Reconozco no haber leído tanto como me hubiese gustado por lo que no creo que pueda definirme dentro de un grupo o corriente poética que me haya indicado una senda. Considero que tengo mi propio estilo.

¿Le ha marcado ser nieto de Elías los Arcos?

Me ha marcado en el buen sentido. Es lo que se dice…que llevo su sangre. Y muy orgulloso. Quizás incluso este hecho sea motivo para hacerme más lanzado. Nunca ha pasado por mi cabeza ser mejor que él. Todo lo contrario, lucho por no defraudarlo.

¿Qué lugar ocupa, para un poeta como usted, las lecturas en vivo?

Para mí, escuchar declamar poesía me llena los sentidos, entendiendo que sale de alguien que sabe hacerlo. Yo me veo incapaz, no tengo voz ni soy comunicativo, pero cuando alguien recita, me dejo arrastrar al mundo del escritor y lleno el cuerpo de muy buenas sensaciones.

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