Ya en la calle el nº 1037

“Jazz San Javier” también despide a “los grandes” como merecen

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PEDRO ANTONIO HURTADO GARCÍA

Ocurre, como ya saben nuestros habituales lectores, que nuestra página, por su condición de semanal, no siempre goza, en el tiempo, de la combinación de los acontecimientos como sería deseable. Esta semana, hemos podido hacer hueco para los ecos del “Festival Internacional de Jazz de San Javier”, ecos que resumimos en los dos grandes artistas a los que ha estado dedicada la última edición del certamen marmenorense y a quienes, por respeto a tan sagrado acontecimiento, no ofrecimos, en su oportuno momento, el correspondiente obituario. Pero, hoy, queremos resumir el de ambos dedicando nuestra sección a “Jazz San Javier”, por elegirles para brindar la edición de este año a su memoria, y a ellos, por sus sobrados méritos musicales y artísticos: Chuck Loeb y Kevin Mahogany, porque en la murciana localidad costera se rinde tributo, respeto y admiración a quienes, con su forma de ser, pensar, sentir y actuar, engrandecen el jazz en tan considerable dimensión.

Chuck Loeb
Chuck Loeb

Con unos jóvenes 61 años, nos dejó el compositor y excelente guitarrista de jazz estadounidense, Charles Samuel Loeb, artísticamente conocido como Chuck Loeb (07-12-1955, Nyack-Nueva York-EE.UU./31-07-2017, en el mimo lugar de nacimiento). Los últimos 30 años de vida le sobraron para inundar el mundo de discos de prestigio que se sucedían, de media, a uno cada año y muy poquitos meses. Se inició en la guitarra, a los 11 años, seleccionando los acordes, melodías y fragmentos de los artistas que más le influyeron. Como autodidacta que era, los repetía incansablemente hasta dominarlos con soltura, siendo sus principales referentes Jimi Hendrix, “The Rolling Stones” o “The Beatles”. Se enroló, luego, en “The Sinclair’s”, formación local que le admitió complacida para desarrollar sus verbenas, amenizar actos festivos y atender sus compromisos de los fines de semana, hasta cobrar fama y llegar a la televisión.

Habilidoso guitarrista.-

Cuando contaba con 16 años de edad, Loeb conoció a un pianista local que vino a recomendarle la escucha de unos concretos discos de jazz, elementos que le dejaron muy marcado, quedando impresionado para siempre e incorporando ritmos de jazz en sus canciones. Dennis Sandole le dio clases en Filadelfia, pero, los problemas de distancia, hicieron que el profesor le aconsejara a un colega suyo en Nueva York, el extraordinario guitarrista Jim Hall, quien le atendió hasta que se graduara en el instituto. Posteriormente, se matriculó en la “Berklee College of Music”, de Boston, donde compuso piezas musicales mientras continuaba profundizando en sus habilidades con la guitarra. Recibió la invitación del saxofonista Stan Getz, en 1979, para formar parte de su grupo, banda con la que actuó en Madrid en diversas ocasiones, donde conoció a la que se convertiría, más tarde, en su esposa: Carmen Cuesta, una madrileña compositora y cantante con la que se trasladó a Nueva York, abandonando la formación de Getz para grabar en los siempre atractivos estudios de la ciudad de los rascacielos, ampliando su arquitectura profesional a la producción discográfica, el cine, marketing, anuncios, cuñas de diversa naturaleza, sintonías, ráfagas deportivas, concursos y otros programas televisivos, relacionándose, con todo ello, con los Gato Barbiere, Spyro Gyra, Michael Franks o Bob James, mientras, por añadidura, tocaba en los clubs de jazz como miembro del grupo “Steps Ahead”, hasta que, en 1988, inicia carrera en solitario con los intensos frutos discográficos reseñados al principio. En los últimos meses de 2001 resultó contratado para impartir clases en la Universidad Estatal de Nueva York.

Kevin Mahogany, la voz del jazz y una gran pérdida.

Con 59 años, también era joven el otro desaparecido, Kevin Mahogany (30-07-1958, Kansas City-Misuri-EE.UU./17-12-2017, ibídem), del que poco cabe decir, porque todo se resume en que gozaba de una voz privilegiada y de una humanidad impresionante, hasta tal punto que dejaba pequeños a los demás sobre el escenario, no solamente en lo artístico, sino también en lo físico. Por San Javier ha pasado en diversas ocasiones como artista principal, como invitado y en diferentes modos de intervención.

Multiinstrumentista.-

Precisamente, fue premio del festival el año anterior al de su fallecimiento. Gran músico que dominaba el piano, clarinete y saxo barítono, al proceder de una familia de enorme y muy marcada tradición musical. Se ha codeado con los mejores y ha supuesto la sana envidia artística de cuantos le han rodeado por su gran voz y excelente dominio del canto. Fundador de varias bandas, artista de incansable creatividad y profesor que ha dedicado su vida a la música con la misma pasión que sentía por ella. Un jazzista como pocos que ha prestigiado el género de impagable manera. Alberto Nieto, el director del certamen de San Javier, es un profundo seguidor suyo que sabemos que conserva su discografía completa y que pierde la noción del tiempo cuando habla del americano. Con el editor de “El Noroeste”, Paco Marín, tuvimos la enorme suerte de ver una de sus actuaciones, en “Jazz San Javier”, en butacas contiguas. Y podemos garantizar que, él, quedó gratamente impresionado y no menos quien esto escribe. Gloria eterna para Loeb y para Mahogany, que en paz descansen. Y felicidades a “Jazz San Javier” por haber sabido, y querido, tributarles un reconocimiento tan merecido como justo. Buenos días.

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