Ya en la calle el nº 1037

Intuición e imaginación

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ORENCIO CAPARRÓS BRAVO

FOTO: ENRIQUE SOLER

Alejandro Baño no es el nombre de un artista más. Alejandro Baño puede ser muchas cosas, porque con diecinueve años se puede ser todo.

Lo conocí en clase de Historia del Mundo Contemporáneo; pero fue un conocimiento fugaz, a las dos semanas de empezado el curso, me esperó, antes de salir del aula, para despedirse de mi y aclararme que, sencillamente, él no podía aguantar seis horas diarias recibiendo explicaciones de idiomas, lengua, dibujo, historia…No era nada personal, me dijo, pero me siento como un animal enjaulado, tengo que buscar otro camino. Le pedí, reconozco que sin fe, que aguantara un poco más, pero estaba convencido de lo que decía, y voló.

Pasados unos meses, me volví a encontrar con él por los pasillos del IES San Juan de la Cruz, lo saludé, y me contó que estaba pintando, y me enseñó las imágenes que llevaba en su móvil; me parecieron de una extraña madurez, pensé que quizá se hubiera documentado viendo imágenes de pintura contemporánea, pero no era así, esas pinturas que me enseñaba me recordaban a pintores como Basquiat, Pollock, Kandinsky, Klee, Chagall, Gris…Puede parecer exagerado, pero era así, y quien acuda a esta exposición, la primera que realiza Baño, y conozca a los autores citados, comprenderá que no es fruto sólo de mi afecto y admiración personal.

Lo asombroso, para mí, es que Alejandro Baño no conocía a ninguno de estos pintores, doy fe de ello. Cuando, después, fui viendo sus obras, les fui poniendo la etiqueta de a quién me sugería cada cual, él tomaba nota, porque no conocía a ninguno, insisto. No encontré alumno que entendiera tan rápidamente la diferencia entre el cubismo analítico y el sintético; lo cogió a la primera; y se decantó por la síntesis, bella y elegante de Juan Gris; y yo me alegré.

Esta exposición, que ahora se inaugura, es una muestra de la polivalencia en los significados, y las destrezas, tanto en el dibujo tradicional como en la novedosa forma de combinar el color, del autor. El cómic y las nuevas formas de representación de la imagen, a través de los nuevos medios de comunicación, marcan una impronta distinta y personal en su obra; en muchas de ellas se prescinde de los matices para generar campos de luz y sombras fuertemente contrastados; en otros casos se juega con el choque de colores para lograr una estridencia buscada, como en la técnica de los grafiteros que también asimila a la perfección. Reposar la mirada en una de sus pinturas, permite, como decía Matisse, descansar después de un ajetreado día.

No sé, porque nunca he leído el futuro, que le deparará la vida a Alejandro, pero sí sé que es una buena ocasión para hacerse con una obra de alguien con un prometedor futuro. Futuro que dependerá, en todo caso, de su empeño y constancia, y que, a juzgar por su pasión se prevé fructífero.

Me he referido siempre a la pintura, pero este artista caravaqueño no limita su mundo a los pinceles. De familia de herreros, le llama la fuerza y el poder de la materia y su volumen, y nada tiene de particular que se permita indagaciones con una novedosa y extraña forma de crear espacio en el aire. Espero, y deseo, que os guste la obra de este joven artista, dotado de una especial intuición e imaginación, y al que le queda un largo camino de descubrimientos e ilusiones.

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