FRANCISCO MARTÍNEZ LÓPEZ
Deberíamos aprovechar el tirón que en los tiempos que corren tiene el interés por el bilingüismo para hacerlo extensivo a nuestra clase política y financiera y que el insulto al que cada vez nos tienen más acostumbrados, en el que incluyo también el insulto a la inteligencia al que nos someten día sí día también, se convierta en un arte con el que arremeter con elegancia contra el adversario, adversario en el que incluyo a la propia ciudadanía por la que desde hace tiempo demuestran un claro desprecio.
Aunque sin duda la lengua de Cervantes y Quevedo es rica a la hora de buscar adjetivos y comparaciones para utilizar como insulto, hay idiomas en los que insultar queda incluso elegante, como es el caso del francés, y otros en los que el insulto mueve a la hilaridad más que al enfado como el italiano. En este punto hay que recordar que si el individuo insultado desconoce el idioma en el que se le insulta, por ejemplo un preferentista frente a un banquero, el efecto sorpresa es más contundente y debe ser utilizado por el insultador para lanzar una nueva andanada cuyo efecto será demoledor. A continuación me permito introducir algunos insultos en la lengua de Boccaccio, que bien administrados darán un toque de distinción y cultura a quien los utilice.
Como la referencia a la familia biológica es indispensable, siempre queda bien un: “figlio di puttana”. También podemos invitar a la otra persona a ceder el trasero para realizar prácticas de sodomía con un “vai a farti dare nel culo” que queda soberbio. Los testículos también son utilizados en la rica tradición de insultos italiana así, estar hasta las pelotas de alguien se diría “mi girano i coglione”, que como insulto queda delicioso a los oídos más sensibles. Por último siempre podremos decantarnos por un par de palabras sencillas de memorizar y contundentes en su pronunciación: crettini y stronzo, yo recomiendo esta última palabra porque queda muy firme, además se puede acompañar diciendo “stronzo di merda”, que le confiere a la frase un tinte mafioso que siempre acojona.
En resumen, animo a la clase político-financiera a que indaguen en la lengua de Maquiavelo, porque encontrarán verdaderas joyas con las que insultar a sus adversarios, ahí tenemos sin ir más lejos al señor Berlusconi que a base de insultos, a conseguido el apodo de “il cavalieri”, sin duda todo un ejemplo al que seguir.