Ya en la calle el nº 1037

Ibn Arabi como pretexto

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Montserrat Abumalham

Puesto que me ha cabido el placer de traducir la obra de la que hago una breve reseña, puedo asegurar que no entraré, al menos en este caso, entre el grupo de críticos que hablan o enjuician lo que no han leído.

Ibn Arabi como pretexto            La editorial La fea burguesía publica ahora mismo, Tras las huellas de Ibn Arabi, de Fawaz Hussain (Siria, 1953). Se trata de un juguete literario, en forma de novela breve, que se inicia con una pequeña excusa pero que, en realidad, propone un viaje iniciático. Un recorrido hacia el interior del personaje.

El protagonista, Faramarz Hajari es sin duda un alter ego del autor. Un caballero de cierta edad, que ha alcanzado su jubilación y que, además de enseñante, es un creador literario. Al igual que el autor es de origen curdo y nacido en Siria. Del mismo modo, el personaje protagonista se formó en Francia, donde reside y ha ejercido como profesor y escritor. Su realidad menguante a causa de las estrecheces de una pensión poco generosa le lleva a tener en el cajón del olvido los magníficos planes de viaje pospuestos para aquella que se prometía una edad feliz; la de la jubilación. Al tiempo que se estrecha su horizonte, se ensancha su memoria y se hace consciente de su papel de expatriado, de emigrante. Es alguien que está lejos de una patria que cada vez le parece más ajena. Al tiempo que se hace consciente de su identidad de inmigrante en un país de acogida, Francia, al que se siente cercano pero que cada vez comprende peor.

En un momento de depresión y soledad, una voz femenina le convoca para un viaje breve; de Paris a Murcia. Acepta entusiasmado y pensando así salir de una rutina agobiante, pero enseguida, siente la duda de si estará a la altura del papel que se le pide desempeñar. Pero, desecha las dudas, al comprender que lo que se pide de él no es que sea un entendido en el gran místico Ibn Arabi, sino que hable de su experiencia de exilio.

La historia del pasado andalusí, la historia de la Siria actual y la del siglo XIII, el presente y el pasado van pasando por la visión de Hajari como una película o más bien como una especie de ensoñación iluminativa. En esa descripción, en las referencias históricas y en los hallazgos intervienen, como en la vida del místico andalusí, mediaciones teofánicas, dignas de un tratado de fenomenología de la iluminación; el difunto que se aparece, la naturaleza del agua y del río y, finalmente, la belleza de una mujer.

Se establecen en ese recorrido, en ese viaje interior, paralelismos, semejanzas y diferencias, entre personajes reales o de ficción que encarnan arquetipos de hombres en búsqueda; Ulises, Don Quijote, el propio personaje Faramarz Hajari e Ibn Arabi. Todos ellos personajes en movimiento, en desplazamiento permanente, a la busca de la Verdad, de Dios o simplemente del Bien para todos los seres humanos. En definitiva, seres en el camino que conduce al sentido de la vida.

El estilo de Fawaz Hussain es cambiante, sinuoso, como dejado al azar, como el propio viaje. Aparentemente, se desliza entre registros funcionales; los datos históricos, para pasar por otros registros casi poéticos, para luego descender bruscamente al espacio de las frases coloquiales o las expresiones comunes y hechas que, por su ambigüedad, pueden confundir al lector en ocasiones. Pero qué es la vida si no una sucesión de incógnitas, de subidas y bajadas desde lo sublime a lo prosaico y cotidiano. Lo simbólico y las simples descripciones o los datos históricos se entremezclan, como por otra parte sucede en la vida de cualquiera. Cuando las escenas son realistas, de repente flota sobre ellas la bruma de lo misterioso, lo onírico. Si los asertos semejan frases sapienciales o momentos de intensidad sentimental, de repente, se quiebran en un rasgo de humor, como si al autor le atacara de pronto una gran timidez o un pudor exagerado y tratara de ocultar sus verdaderos pensamientos y sensaciones.

Una novela que aparentemente sigue las huellas de Ibn Arabi, desde su patria chica y a través de sus andanzas por todo el gran imperio musulmán, para concluir en su mausoleo damasceno, pero que, en realidad, habla de los trasterramientos, de los exilios, de las pérdidas y los hallazgos que son el centro de la vida y de lo que nos ofrecen si miramos con mirada atenta y abierta, negándonos a los fanatismos, a la violencia y la cortedad de miras.

Este aparente juguete es, pues, una ambiciosa narración que hay que leer con detenimiento.

 

 

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