MARÍA DOLORES VALVERDE
Horas y horas de tocar, días de nervios y toda una vida en ello son los factores que hacen a un músico sentir tantas y tantas emociones en un veintidós de noviembre. Recuerdo la primera vez en la que participé en un concierto de Santa Cecilia. Siete años y sin saber prácticamente qué hacer con la flauta. Ahora tengo diecisiete y estudio Flauta Travesera.
Han sido muchos años en los que he celebrado Santa Cecilia. Primero con la Escuela de Música y luego con la Sociedad Musical de Cehegín. Los emotivos conciertos que preparamos con cariño y emoción todos los años para que ese fin de semana disfrutemos y hagamos disfrutar forman parte de las mejores experiencias que he tenido como músico. Este año, debido a la distancia, no ha podido ser así.
Sin embargo, la bonita experiencia de conocer a otros intérpretes por medio de unos conciertos que realizó el concurso “Entre Cuerdas y Metales” de Cartagena, fue emocionante. Para mí ha sido completamente nuevo estar acompañada de una buenísima orquesta de cámara y poder expresar con ella todas las emociones que me transmite una partitura.
Por esto y por muchísimas cosas más que no se pueden expresar a través de un artículo quiero agradecer a mis compañeros y amigos del Conservatorio de Caravaca, a mis profesores y en especial a María Sandoval. Porque no son solo horas y horas de tocar, sino de emociones.