Ya en la calle el nº 1040

Henriette Caillaux o la justicia del machismo

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

GLORIA LÓPEZ CORBALÁN

Que suerte tuvieron los de tómbola que Chaveli no hubiese leído en su vida un libro que no fuese de decoración. Si llega hacerlo, igual le hubiese dado como a Henriette por limpiar su honor a disparo limpio contra el Henriette Caillauxperiodista que arruinó su nueva vida de mujer casada y, precisamente por ama de casa y amantísima madre fue absuelta, sin tener en cuenta su pasado ni sus pecados.
HenrietteCaillaux, nació un 5 de diciembre de 1874 y pasó toda su juventud en París, que por entonces era una fiesta. En alguna de esas fiestas una jovencísima Henriette de 17 años conoció a un famosísimo político de 34, casado, para más señas y ministro de Hacienda para rematar.
Nos le importó mucho a ambos pasear su amor por todas las fiestas de París, dejando en casa a su legítima y algún que otro hijo. No solo se veían, se escribian apasionadas cartas de amor, que si bien el amor no los mató a ellos, vino a quitarsela al periodista que las encontró de rebote. Tampoco era la intención del periodista GastonCalmette, director de Le Figaro, arruinar la vida que diez años le había costado a Henriette inventarse, lo él quería era aprovechar esas cartas para acusarlo de interceder ante los jueces en favor de un estafador, de recibir dinero ilícitamente para sus campañas electorales, y sobre todo de haber intrigado secretamente en el Parlamento francés para que fuera desaprobado un proyecto referido al impuesto sobre la renta, del que Caillaux se había mostrado como gran defensor.
Cuando el periodista publicó las cartas; cartas de amantes, escritas por amantes, diez años antes que la mujer se convirtiera en esposa, Henriette se sintió humillada e indefensa ante tanto comentario de la prensa sin castigo alguno.
Corrían los primeros meses de 1914 y Francia se preparaba para una campaña electoral muy reñida y ante tal ataque periodístico, que por entonces violaba todas las reglas del éticas del periodismo ( si levantarán hoy la cabeza algunos) a la antigua amante no se le ocurrió mejor forma de limpiar su imagen que cargarse al mensajero. Henriette se puso su traje ajustado, sus tacones y su mejor bolso y tomó el camino de la sede de Le Figaro el 16 de marzo de 1914, solicitó una entrevista personal con GastonCalmette, ¿Qué quiere esta Mujer?– fue lo único que le dió tiempo a decir. Henriette lo saludó brevemente con la cabeza, que para eso iba a matarlo, y le disparó 6 balas. Después se sentó a esperar que viniesen a detenerla.
El ruidoso juicio duró una semana y dividió a los franceses. Unos apoyaban la pena de muerte por decapitación para la asesina, otros opinaban que había sido un gesto de amor y venganza, y pedían absolución.
Finalmente el abogado de Henriette, famoso por haber representado a Émile Zola y Dreyfus, apeló a la idea romántica e idealizada de que las mujeres eran gobernadas por sus emociones:. «Ella fue víctima de la desenfrenada pasión femenina»
Muy agudo, el abogado Labori explotó hábilmente los prejuicios del machismo de la época, destacando ante el tribunal que una mujer siempre debía considerarse «emocionalmente más débil que un hombre», y por por su propia naturaleza las mujeres estaban «más inclinadas a realizar actos irracionales», lo cual significaba que la acusada debía ser absuelta pues por ser mujer «sus emociones no podían ser controladas por su débil razón».
Y el jurado, compuesto por hombres, como le iba hacer la contra.
Henriette fue absuelta el 28 de julio de 1914.
Moriría en 1943 en brazos de su esposo sin haberse arrepentido de nada.

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