Ya en la calle el nº 1037

George Sand: «No es hombre ni mujer, sino un ser que piensa»

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GLORIA LÓPEZ CORBALÁN

Eso fue lo que alguien escribió de ella, y es quizás la frase que mejor resume la vida y obra de esta mujer.

George Sand fue una de las primeras mujeres que luchó por la libertad femenina y la igualdad entre hombre y mujer, ofreciendo el ejemplo de su propia vida, se ganó el pan escribiendo, para no depender de ningún hombre, llevó a cabo una vida sexual plena, libre y sin remordimientos, sin dejar de ser una excelente madre, y, sobre todo, fue la primera que se atrevió a vestirse de hombre y a fumar en público.

Su verdadero nombre era Aurore Lucie Dupin y vino al mundo el 1 de julio de 1804 en París, siendo hija de un oficial napoleónico y de una modesta campesina, un tanto ligera de cascos. Pasó la infancia en el bello pueblecito francés de Nohant bajo la tutela de su abuela materna, que la dejo como cosa perdida, libre de toda atadura, digna hija de su madre. Pero la abuela, viendo cercana su muerte, pensó que era preciso sacarla del convento (donde la había recluido tras una travesura de las suyas) y buscarle un marido que la protegiera: la muchacha ya tenía 17 años. El caso es que entre pretendiente y pretendiente la pobre señora murió de vejez en 1821, sin haber conseguido llevar a cabo el sueño de ver a su nieta bien casada. Lo que no consiguió la abuela, lo hicieron un matrimonio amigo, quienes le presentaron a Casimir Dudevant, hijo ilegitimo, aunque reconocido, del barón Dudevant y de una criada. Entre ellos se estableció una gran amistad y finalmente, Aurore contrae matrimonio con Casimir en 1822. Ella se casó enamorada del amor y las novelas románticas tan en boga por aquella época, pero pronto descubrió que después del final feliz había mas cosas.

No sabemos si con el consentimiento o no de su marido, comenzó a escribir por el día y salir por las noches en la ciudad del amor en busca de historias para sus narraciones. En una de sus muchas escapadas vino a encontrarse (además de varios hijos), con Jules Sandeau, encuentro decisivo en su vida. Por Sandeau dejará a su marido, nunca a sus hijos, y se establece en Paris, donde se convierte en George Sand, empezando a vestirse de hombre y a fumar en sitios públicos. Son tiempos de amor, vino y rosas. Pero todo acaba, y el éxito de Indianano es bien encajado por Sandeau, lo que marca el final de su relación.  Su lista de amantes suma y sigue, el revolucionario Michel de Bourges, Charles Didier botánico y poeta, el filósofo Pierre Leroux, el actor Bocage, el dramaturgo Felicien Mallefille, y, en 1837, entra en su mundo Federico Chopin. Amor que a pasado a la historia como su «gran amor», cuando en realidad no era más que «uno» de ellos, e incluso se puede decirse sin miedo a equivocarse, que fue un amor totalmente platónico ya que, debido a la mala salud del músico parece ser que no hubo entre ellos ningún tipo de relación sexual. Tras su famoso «invierno en Mallorca» se separan como amigos.

La revolución de 1848 y los derroteros tomados por la clase política la desilusionaron completamente y decide retirarse a Nohant. Los últimos años de la vida de George Sand se repartieron entre la escritura, mas de 140 novelas y muchos artículos, la política, sus nietos y todavía tubo tiempo para sobrevivir a un último amante, bastante mas joven, Alexander Manceau. Moriría a los 72 años de edad, rodeada de todos sus seres queridos, no como hombre ni como mujer, sino como un ser libre.

 

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