CARLOS MARTÍNEZ SOLER
Dígase de antemano que no soy admirador de la series de superhéroes, no trago en absoluto ni Arrow, ni Héroes, ni Agentes deShield, etc., el único relato seriado de estas características que me ha despertado cierto intmurciélago. Hecha esta primera apreciación, recientemente he decidido hincarle el diente a otro de estos productos supervitaminados y estandarizados que son las obras de superhéroes.En concreto me lancé al visionado de The Flash, relato salido de las entrañas de los creadores de Arrow, lo cual es decir mucho y muy poco a la vez. Me explico: para aquellos que sean fieles admiradores de Flecha Verde, The flash es más de lo mismo aunque con un mejor acabado. Si a esto le unimos las continuas referencias a la serie anteriormente citada, el éxito entre sus seguidores está más que garantizado. Sin embargo, para aquellos que no profesamos la religión de Flecha Verde, ni de ninguno de estos héroes superhormonados, The flash supone un relato fresco, ameno y profundamente entretenido. The flash no es más que otro producto diseñado para el gran público, un relato moderadamente adulto, pero profundamente adolescente, creado para contentar a una audiencia que cada vez más se sienta delante de la pantalla de Tv. Como he dicho, The flash es más de lomismo. En ella se nos cuenta la historia mil veces antes vista de un adolescente introvertido, reservado, al que le asola un trágico pasado y que guarda en secreto un amor imposible, pero que por casualidades de la vida, se ve expuesto a un agente, producto, fenómeno…. extraño, que le convierte en el héroe que posteriormente será. ¿Les suena todo esto, verdad? A mí también, todo sea dicho, pero además, si a esto le unimos la búsqueda por dominar sus poderes, la asimilación de la gran frase “Todo poder conlleva una gran responsabilidad”, el paso a la vida adulta y un cambio desproporcionado hacia un hombre más extrovertido, intrépido, atrevido y atractivo, tenemos un refrito de patrones anteriormente vistos y que hacen de The flash una más entre un montón. Por ahora The flash deambula en la búsqueda de su propia identidad, rodeándose de malvados todavía no muy prometedores, pero tras los que se oculta una fina capa de misterio que hace atisbar la llegada del mal supremo. En esa espera lo que más sobresale de The Flash es su acabado visual, lejos de que los efectos digitales desentonen en un producto de mediano presupuesto, éstos se integran a la perfección en la trama del superhéroe, siendo muchos de ellos más que sugerentes. The Flash no es más que otra de las muchas series que pueblan nuestra televisión, pero si lo que queremos es desconectar, pasar un buen rato, nada como echarle un ojo a esta obra, les aseguro que su visionado es un fugaz y placentero entretenimiento, igual que comerse un bombón entre horas…