Javier Caballero Portero (Candidato nº 7 de Vecinos por Bullas)
“Es desconsolador pensar cuánta gente se asombra de la honradez y cuán pocos se escandalizan del engaño” (Noël Coward).
Tengo 36 años, y siento que desde mi llegada quiénes me conocen esperaban mucho más de mí.
No me siento culpable, me siento insuficiente. Sólo te doy una oportunidad cada cuatro años, ¡aprovéchala!
No me siento inútil, me siento manipulada. Miles de promesas vacías, llenas de dinero para los ricos y hambre para los trabajadores.
No me siento infiel, creo que me han traicionado. Mi labor es poner a los gobernantes al servicio del pueblo. He puesto al pueblo al servicio de sus gobernantes, pobre de mí.
No me siento egoísta, me siento arbitraria. Mis “padres” se ocuparon de que así fuese.
No me siento mercader, aunque cuando aparezco hay quién promete quimeras.
Y aunque no me siento débil, soy esclava. Esclava de quién se ha servido de mí para manejarte, para esconder la verdad, para ocultar sus errores. Esclava de quien en mi nombre tiene medallas.
Nací el 3 de abril de 1979. La alegría y la ilusión por mi llegada se respiraban en cada rincón del país. No era momento de conformarse con mi llegada sino la hora de demostrar mi valía. Tenía muchos padres que me avalaban y, sin embargo, ninguna madre. Mal augurio.
Aquel 3 de abril de 1979 más de 26,5 millones de personas tuvieron la posibilidad de hablar en mi nombre y poner cara a los más de 65.000 concejales que se repartieron en los municipios españoles durante 4 años.
Si aún no me has conocido, soy ese proceso en el que cada 4 años participas, de forma activa o pasiva, dejando tus principios en manos de quién tal vez no los defienda. Me llamo “Elecciones Municipales” y este 24 de mayo de 2015 tienes una nueva oportunidad de defender tus sueños, tus ilusiones, tus derechos y tus principios.
A mis 36 años he vivido día a día cómo en los teatros municipales las marionetas se han movido imitando la verborrea de los teatros capitalinos orquestados por las farándulas extranjeras que se benefician de cada una de las actuaciones repartiéndose el dinero de las entradas.
Resumo mis memorias y mi sentir aun estando floreciendo porque a la vez siento que me están matando. No vine aquí a servir a unos pocos. No vine aquí a engañar a todo un pueblo. Hoy me levanto y doy un salto para pedir tu ayuda, para que no me dejes de nuevo en manos de quién no me respeta, de quién no te respeta, de quien se aprovecha de ti.
“En un país bien gobernado, la pobreza es algo que avergüenza. En un país mal gobernado, la riqueza es algo que avergüenza” (Confucio).
Y tú, ¿qué país quieres?, ¿qué pueblo quieres?.