Ya en la calle el nº 1037

Ex-votos en el Santuario Virgen de la Esperanza

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MANUELA SEVILLA ARNAO

La Virgen de la Esperanza es patrona no una, sino dos veces de Calasparra, pero eso es una historia que dejaré para otro momento. Lo que sí ha sido y es, es un muro de plegarias de toda índole para los calasparreños y numerosas gentes de España, que siempre han acudido a pedir sus favores y se han visto concedidos.

Ex-votos en el Santuario Virgen de la Esperanza
Ex votos en el Santuario

Los “votos” han existido en todas las culturas y desde tiempo antiguo. Se cree que esta forma de agradecimiento se originó en la civilización egipcia y mesopotámica, sin olvidar los exvotos de casi todos los santuarios ibéricos, siendo el momento de recordar que en esta misma zona se encuentra el yacimiento ibérico denominado “Cerro de la Virgen”. Más tarde esta costumbre fue adoptada en el mundo católico, con el beneplácito de la Iglesia, para reconducir la voluntad de los fieles.

“Ex voto”, palabra procedente del latín, designa al objeto ofrecido a la Virgen, a Dios o a los Santos, como resultado de una promesa o favor recibido, materializada en un objeto: pintura, placas de plata, cera, objetos en cera, fotografías, vestidos. Algunos de estos objetos llevan colgados una pequeña etiqueta aclaratoria del favor pedido. Se hacen para ser expuestas en los altares o camarines e incluso sacristías.

Acudiendo a la historia, en 1730 el Presbítero Córcoles, en el libro “Pensil del Ave María”, hace una descripción del Santuario y de la devoción que se tiene hacia la Virgen de la Esperanza: “la manifiestan y dan testimonio de esta verdad las presentallas que penden de las paredes de la ermita. Allí se ven cabezas, piernas, brazos, y otras hechuras de cera, señales que nos aseguran que esta divina Señora es el alivio de todo género de enfermedades”.

Ya desde el principio se observaron las cualidades milagrosas de la Virgen, que se denominaba de la Fuensanta, en la cura de tullidos y enfermos que podían beber de la fuente que surge frente a la entrada de la ermita, realizando una conexión milagrosa entre el agua y la imagen de la Virgen.

En el siglo XVIII se produjo en España una alta tasa de mortalidad infantil, con una medicina que no avanzaba. Esta desprotección provocaba angustia e incertidumbre ante un posible desenlace fatal, por lo que era común que los familiares buscasen amparo en la religión y apelasen a la intervención divina, ofreciendo votos a cambio de la sanación de sus seres queridos. En esta época se llamaba “milagro”, “presentalla”,voto”. Posteriormente aparecería “exvoto” cuyo significado sería “consecuencia de un voto”, podríamos decir que el objeto material. En el S. XIX casi todas las iglesias de España tenían estos exvotos, pero con el paso del tiempo han ido desapareciendo debido al cambio de criterio de la Iglesia. El deterioro de los exvotos expuestos de forma abigarrada, daba una sensación sobrecogedora y las reformas de las Iglesias han ido reduciendo el espacio para su exposición pública, sobre todo en aquellos templos dependientes de la jerarquía eclesiástica, ya que en otros vinculados a las hermandades o cofradías (como es el caso de nuestro Santuario) han mantenido la tradición. En la provincia de Murcia tenemos tres claros ejemplos: “La Santa” de Totana, “La Virgen de la Rogativa” de Moratalla y el “Santuario de la Virgen de la Esperanza” de Calasparra.

En un principio la ofrenda principal era la cera de quemar que al depositarse directamente en el suelo se derretía en “un mar de cera” que en algunas ocasiones produjo algún incendio. En el antecamarín de la Virgen se sitúan los exvotos de cera de bulto redondo, que han sido los más numerosos en nuestro Santuario. Se trata de crear, por medio de la semejanza, una imagen que ejerza a modo de “doble” de aquella parte física que se encuentra afectada y se desea sanar, o en su defecto, que ya ha sido sanada y se desea agradecer con su ofrenda. También ofrendas que tienen que ver con la continuidad de la persona, como prótesis, bragueros, muletas, trenzas de pelo (valor simbólico ya que la belleza de una mujer residía en  el largo del cabello). La enumeración de votos, según Antonio Jesús Navarro, Camarero de la Virgen y responsable del Museo: tenemos donaciones al ajuar de la Virgen como telas, joyas, flores, y donaciones al ajuar litúrgico, como cálices, manteles de altar, jarrones, flores, y votos como trajes de bautizo, comunión, boda y mortaja, regionales, joyas, pinturas, trofeos deportivos. También existen algunas placas de plata representando corazones, bebés, numerosas esculturas de “Niño Jesús”, que en alguna ocasión ha llevado la Virgen entre sus brazos

Otras curiosidades han sido la llave de un ataúd, dientes de oro, un tricornio de guardia civil con un agujero de bala, cascos de moto, instrumentos musicales (acordeones), placas de coche L y objetos de esparto. También llaman la atención tres trajes de torear y dos capotes, destacando el que regaló el torero Enrique Vera. En 1960 torea en Calasparra, visitando el Santuario y, entre su voluntad y la sugerencia que le hicieron, donó el capote de paseo que utilizo en la película TARDE DE TOROS. Hubo un conato de querer recuperarlo, pero le dijeron que esto sentaría muy mal en Calasparra y lo reconsideró.

A parte de estos votos recogidos en las paredes del Santuario existen otras muestras de ofrenda y fervor a la Virgencica. Por ejemplo, existe la costumbre de pasar a los recién nacidos por el manto de la Virgen de la Esperanza en señal de protección, también a los enfermos. “Los quintos” (reemplazo que se iba a la mili) tenían la costumbre de despedirse de la Virgen. Los recién casados aparte de ofrecer el traje de novia también llevaban al altar el ramo de novia en su primer día de “retornaboda”. Cuando se abría un local comercial o negocio también se encomendaba a la Virgen su prosperidad. La promesa de ir descalza desde el pueblo hasta el Santuario e incluso hacer la entrada de rodillas. Y ya en el terreno más espiritual (atávico) está la promesa o voto de “las amortajadas” que es velar en vida, ofrecer una misa de difuntos en vida para pedir un favor relacionado con la muerte, se realizaba la misa acompañada de los familiares y la persona tumbada en el suelo, con los ojos cerrados y manos en cruz durante toda la ceremonia.

En todas las familias calasparreñas es raro quien no lleve en la cartera, coche o casa una imagen de la Virgen que con su manto nos protege de todo mal. Hoy en día con las restricciones provocadas por la Pandemia se ha reconvertido en un lugar de paseo al que se acercan las personas para realizar ejercicio físico y espiritual, además de visitar la ermita donde se encuentra nuestra Virgen de la Esperanza.

 

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