Ya en la calle el nº 1040

Estela Verdejo y Lucía Rodríguez, premiadas en el certamen literario Albacara

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

JAIME PARRA

Estela Verdejo Navarro lleva en la sangre la literatura. Ganadora de tres premios Albacara en su modalidad Escuela de Mandarines, la madre de esta joven caravaqueña de 17 años con su edad también ganó un premio Albacara.

Estela Verdejo y Lucía Rodríguez, premiadas en el certamen literario Albacara
Estela Verdejo

La moratallera Lucía Rodríguez, de 16 años, también ha sido premiada en tres ocasiones, en su caso, de su familia es la primera escritora, pero sí hay grandes lectoras, como sus tías.

Estudiante de Historia, la primera; futura estudiante de Idiomas e Interpretación, la segunda. Ambas coinciden en que, más que el dinero, la mayor satisfacción es la de ver su obra publicada por Gollarín.

“No me lo esperaba”, explica Estela, “fue una noticia impactante. Mi madre, cómo no, está más emocionada si cabe porque me ha animado a leer desde pequeña”. Lectora de Carlos Ruiz Zafón o Agatha Christie, en las dos otras ocasiones que ganó este concurso, sus relatos trataban sobre una zapatilla que quería ser un zapato de tacón y sobre una adolescente que escribe cartas a su madre fallecida en las que le cuenta su vida.

Fue su profesora Salvadora quien le insistió en que se presentara al Albacara, aunque no es la primera vez que obtiene un gran resultado en un concurso, al quedar segunda en Tercero de la ESO en otro celebrado en Alcantarilla.

Con sus estudios de Historia (su preferida es la Antigua) apenas tiene tiempo para escribir. Asegura no tener ninguna manía, solo cuando le llega la inspiración no hacerlo en silencio, sino con las voces y el ruido de fondo de su familia, la televisión, la calle…

Lucía, por su parte, se presentó hace tres años “obligada”  por su maestra de Lengua. “Remodelé un trabajo, lo alargué, quité algunas partes que no me gustaban… y el último día del plazo mi tío salió corriendo con el coche para entregarlo”.

El segundo año la iniciativa partió de la propia Lucía, animada siempre por su familia y maestros. Este año pasado “no quería escribir para nada, me parecía imposible obtener premio tres años consecutivos. Pero mis padres me insistieron”.

Como Estela, lo que más ilusión le hace es ver nuevamente su relato publicado. “Por dinero nunca fue. Aunque el primer año me gasté todo el dinero en un día porque quería comprarme muchos libros”.

Lo suyo es el fantástico (Harry Potter, Los juegos del hambre, El corredor del laberinto…), aunque últimamente también le interesan otros géneros como la novela histórica o la tragedia.

Ganadora de varios premios en su instituto en Moratalla, lo suyo es la prosa: “probé poesía, pero me gustan historias más largas y detalladas, sin tanto enrevesamiento como me parece la poesía”.

Estela y Lucía, junto al resto de ganadores del premio Escuela de Mandarines del certamen literario Albacara, escucharon atentamente las palabras y consejos del editor Francisco Marín, el prior de los carmelitas descalzos, Pascual Gil, y el concejal de Cultura, Juan Manuel de León, así como a la joven escritora Marina Marín, autora ya de dos novelas publicadas.

Quién sabe si el mismo camino recorrerán en próximos años la historiadora en ciernes y la futura intérprete. Lo que ya es un hecho es que sus nombres están inscritos en letras de oro en los Albacara junto al de ilustres novelistas como Luis Leante.

 

 

 

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