Ya en la calle el nº 1040

Estado de sitio

Facebook
Twitter
LinkedIn
Pinterest
Pocket
WhatsApp

Añade aquí tu texto de cabecera

Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

PASCUAL GARCÍA

Un enemigo peligroso, multitudinario e invisible nos cerca. Las bajas se multiplican, los hospitales se llenan de afectados y el miedo cunde por las ciudades y por los pueblos. He venido a mi pueblo en busca de ese antiguo aroma de navidad y me he encontrado las calles vacías, los amigos ausentes, los conocidos a más de un metro de distancia, la familia sorda y entonces me he dicho que la guerra, alguna clase diferente de guerra paraliza la vida y nos está amedrentando, como ha ocurrido en otros tiempos y ocurre en tantos países, cuando el fuego, las bombas y la metralla eran el pan de cada día. Aquellas eran guerras de ruido y de sangre, guerras externas y evidentes, guerras de páramos, trincheras y ríos caudalosos; esta es una guerra de silencio, negaciones y grandes colas de esperanza, una guerra para estar en casa, para no prodigarnos, evitar los saludos, los encuentros y el ejercicio gozoso del amor en los lechos.

Nos retiramos a nuestros cuarteles y soportamos el terrible estado de sitio, hacemos acopio de víveres, encendemos hogares y esperamos la venida de la noche. No nos aburrimos porque el miedo nos mantiene en alerta y hasta es posible que nos insufle la vida suficiente para combatir la parálisis de los días. Desde la ventana del cuarto donde escribo estas palabras se ve una estampa detenida en otros días, la majestuosa Sierra del Buitre, un cielo azul purísima con algodones blancos desvaídos y las casas de enfrente, los árboles de huertos y casas de campo, algún coche de tarde en tarde y ese sol helado del invierno de Moratalla que descubre la belleza imperturbable de una lámina nueva y conocida a un tiempo.

Estamos en un verdadero estado de sitio, me digo, protegidos de las temibles hordas que no cesan de llamar a las puertas de Moratalla para recordarnos que la enfermedad y la muerte nos aguardan fuera, en cualquier lugar y en cualquier momento. Tenemos leña, alimentos y abrigo, las casas aguantan los embates del invierno y hablamos por teléfono cada día con los nuestros, pero hemos de admitir que estamos solos, que nos sentimos solos y con muchas ganas de abrazar a los que están ahí fuera, en cualquier lugar del mundo.

La navidad nos trae su porción de tristeza añadida, porque ha resultado una navidad sin entraña, unos días de temor antes que unas jornadas de fervor, un desasimiento antes que una entrega.

De manera que nos buscamos a nosotros mismos y buscamos a los otros en el laberinto de nuestra alma, en el interior de nuestras posiciones de defensa  porque procuramos no salir a la calle, no ofrecer al adversario un blanco fácil. La vida es tan bella que no la venderemos barata y tendrán que buscarnos con más ahínco si pretenden arrebatárnosla.

Aguantaremos, por supuesto, los días, los meses o los años que haga falta y no consentiremos que el pánico nos atenace ni permitiremos que el enemigo entre en la ciudad, al menos de un modo sencillo. Se lo vamos a poner difícil y no nos vamos a dejar matar así como así. Sabemos que esta guerra no ha hecho más que empezar, que será muy larga y muy dolorosa pero resistiremos sus acometidas con nuestro propios métodos, con la cautela de los hombres y de las mujeres de campo, con las medidas de la ciencia y de la tecnología, con la tenacidad de un pueblo duro acostumbrado a jugarse la vida a menudo.

Sabemos que la guerra no ha terminado aún y que tal vez estamos entrando en una nueva era bélica, en un nuevo y terrible tiempo de exterminio para el que no estábamos preparados en absoluto, pero esta contienda también la ganaremos.

Eso o el exterminio. No hay opción

 

¡Suscríbete!

Recibe cada viernes las noticias más destacadas de la semana

Facebook
Twitter
LinkedIn
Pinterest
Pocket
WhatsApp

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.