ANA ANDÚJAR/http://daregirl.wordpress.com
Peligro, peligro. Alto voltaje. Lo decían Electrix Six y con «Esquizorrealismo» es mejor seguir el consejo. Nueve deliciosos cuentos que te dejan la boca negra como el vino, y adictivos hasta el punto de zamparte el pequeño libro de principio a fin en una tarde sudorosa. Y de sudor, de fluidos andróginos, de burgueses zombis y de una realidad deformada habla la obra de Alfonso García-Villalba, un Burroughs con aroma a cañizo del Segura, que no por mostrar pistas de su lugar de procedencia deja el relato de ser menos amenazador, menos americano, menos literario.
Alfonso García-Villalba es natural de Murcia y comparte su labor en la docencia con la gestión cultural (desarrolló la Semana de la Edición y la Literatura Independiente, Selín) y la colaboración en distintos medios y revistas, monográficos, ensayos y editoriales, además de su propio blog, http://uruguayparaguaybombay.blogspot.com.es/ y http://periferiauberalles.blogspot.com.es/ . Ahora se adentra en la literatura más oscura que ya manejó en estas bitácoras y pare un librito demoníacamente entretenido y de yonqui lectura.
Siniestros sucesos en Los Belones en uno de los mejores relatos, «Matsuri», de un clautrofóbico placer, felaciones divinas y duplicidades a lo Carretera Perdida, que tiene alma de perfecto cortometraje que ojalá pudiéramos ver realizado. Una soledad al límite en «Teoría y Mambo del Amor Brutal» y vecinos de un Twin Peaks residencial en «Una vez en la vida» o «Los visitantes». Gente que no te querrías encontrar, no por lo pulcro de sus camisas y almidonadas sonrisas, sino por sus opiáceas miradas.
Y es que los textos de García-Villalba refieren a la inmediatez de un guión teatral o cinematográfico, pero demasiado surrealista para que todo su significado se tomara en un solo plano. Frases cortas como riegos de balas donde cada palabra tiene un peso específico y que no permiten separar la vista del papel es lo que ha logrado el autor con su primer libro de cuentos, diminutas perlas envenenadas que hacen sentir muy bien. Coronado con la acertada ilustración de Gilles Vranckx, «Esquizorrealismo» tiene mucho de Black Mirror local, de terror cotidiano, de personajes torturados y curiosamente reconocibles, y es todo eso y nada parecido. Como la realidad.