Ya en la calle el nº 1037

Entretener sin más: Estoy vivo

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CARLOS MARTÍNEZ SOLER

Una de las cosas que más aprecio de una serie, película, libro… es que sea honesto consigo mismo. Tal vez me equivoque, pero yo creo que todos en nuestra vida hemos experimentado esa sensación de ir al cine a ver una película con unas expectativas y luego salir de allí echando pestes porque su director ha decidido tirar por la tangente y presentar un relato muy alejado de cómo lo habían vendido. Para mí un gran ejemplo sería El árbol de la vida, donde su creador no duda en recrearse durante muchos minutos con el origen del universo, simple y llanamente por lucimiento personal, por decir aquí estoy yo y puedo hacer lo que me da la gana. Sin embargo, el público no queremos que nos tomen por tontos, y en mi caso, creo que a los 30 minutos quité la película y decidí invertir mi tiempo en algo mejor.


Dicho esto, hoy toca hablar de Estoy vivo, serie estrenada hace ya unas semanas por TVE1 y, lo que me gusta de ella, es que es un producto honesto, no va de guay, no pretende dejar poso, no quiere ser The Wire, solo busca entretener, que el público se siente a verla y desconecte de su mundo durante un rato y, con esta misión, Estoy vivo cumple con creces. A mí he de decir que me gusta, está claro que es un refrito de otras obras (Men in Black, Stranger Things, Frequency, R.I.P.D. Departamento de policía mortal….), pero la serie no lo oculta, todo lo contrario, parece más una estrategia pensada para conectar con referentes cercanos al público y que éste se sumerja en su relato.
Estoy vivo nos cuenta la historia del policía Andrés Vargas, que tras morir en acto de servicio, es devuelto a la tierra en el cuerpo de otra persona (Manuel Márquez) para acabar con su asesino. En su misión tendrá que enfrentarse a múltiples seres, entes hostiles provenientes de otras dimensiones, para lo cual cuenta con un ángel de la guarda, un Alejo Sauras desprovisto de cualquier humanidad, papel que le viene que ni pintado a sus carentes dotes interpretativas. Alejo acompaña en sus peripecias a Javier Gutiérrez (Manuel Márquez), ese actor que cada vez más se parece a Ricardo Darín, pues papel que le das, papel que retrata con humanidad, credibilidad y buenas dosis de talento. Estoy vivo se mueve entre la acción y la comedia, sumergiéndonos en un discurso inmaduro y gamberro, muy en la línea de obras como Vaya par de polis, El otro guardaespaldas…, relatos todos ellos con único propósito: entretener.

 

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