Ya en la calle el nº 1040

El veterano y gran profesional, Víctor Manuel, brinda discos caros e imperdonablemente cansinos y repetitivos

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

Pedro Antonio Hurtado García

Se puede estar en la música toda una vida y hasta hacerse eterno en ella con nuevas producciones, creatividad y enganchando al seguidor. Y es eso, que, en ocasiones, los discos se venden porque hay seguidores que lo coleccionan todo por admiración al artista, por seguimiento de su carrera y porque nos merece respeto, pero ese respeto, precisamente ese respeto, debe ser recíproco y que el artista no nos tome por tontos, en su afán de vender, vender y triunfar.

Inadmisible.- Y eso que nos referimos a uno de los artistas a los que más admiramos, respetamos y queremos de verdad, pero no es admisible que se instale en la venta, reventa, grabación y regrabación de nuevos discos, cuyos contenidos suponen un descarado “más de lo mismo” tan repetitivo como cansino. Hablamos del cantautor de Mieres, Víctor Manuel San José Sánchez (07-07-1947, Mieres del Camino-Asturias-España), conocido popularmente como Víctor Manuel, compositor, cantante, reivindicativo, atrevido y prudente al mismo tiempo, escritor, poeta y, sobre todo, cantautor. Pero resulta inadmisible que nos venga ofreciendo discos, año, sí, y año, no, aunque a veces puede haber sido año, sí, y año, también, en los que las novedades brillan por su inexistencia. Son nuevos discos con canciones archiconocidas y, normalmente, una o dos novedades como “reclamo” para hacernos “picar”. Se puede ser hasta “devoto” de un artista, pero no como para adquirir un disco que, pese a la debacle de ventas actual, sigue teniendo un precio abusivo. Y, todo ello, por una única canción que, a veces, ni merece la pena ante un panorama, justo es reconocerlo, de canciones del artista que son mucho más completas y mejores que la citada novedad, lo que adquirimos por aquello de gozar de la colección completa del artista, pero cuando “la broma” se vuelve reiterada, insistente y hasta vergonzosa, no queda más remedio que decirlo, proclamarlo y denunciarlo.

Más de lo mismo.- Tenemos “Dos en la carretera” (2001), un disco de Víctor Manuel y Ana Belén, su querida esposa y artista enorme, que, por cierto, también lanzó, no hace muchos años, un estuche múltiple con lo mejor de su repertorio, amparada en la misma arquitectura de ventas, es decir canciones conocidas, alguna colaboración de compañeros de profesión y poco nuevo. Pero sigamos centrados en Víctor Manuel, pese a que lo argumentado es, igualmente, aplicable a la madrileña, de nombre verdadero María del Pilar Cuesta Acosta.

Llueve sobre mojado.- Oportuno recordar al recientemente fallecido Pablo Milanés, con quien Víctor Manuel también lanzó un disco denominado “En blanco y negro”, cuyas canciones eran todas conocidas y las novedades iban poco más allá de cantar junto al cubano canciones sobradamente divulgadas de uno y de otro. “Una canción me trajo aquí” (2005), otro disco del matrimonio artístico, con alguna novedad, pero propia de un single y no de un disco recopilatorio con conocidas canciones de sus repertorios y en el que solamente queda renovada la portada y poco más, porque, incluso, a veces, son grabaciones repetidas de lo último publicado y, raramente, consecuencia de haberse metido, de nuevo, en el estudio. “Mucho más que dos” (1994), conteniendo otra relación de canciones antiguas y algunas colaboraciones, esta vez en directo, de artistas como Antonio Flores, Juan Echanove y una lista mucho más amplia que no viene al caso reseñar.

Más giras y más discos.- “El gusto es nuestro” (1996) es el reflejo de una gira conjunta del matrimonio, acompañado por Joan Manuel Serrat y Miguel Ríos, pero, otra vez, con canciones de fecha caducada de unos y otros, cantadas de forma “cruzada”, es decir los temas de unos cantados por otros, eso sí, grabados en los conciertos ofrecidos en directo en esa gira, que, lógicamente, acompaña el lanzamiento del nuevo disco y que, al final, la condición del directo se convierte en el trampolín adecuado para vender el propio plástico, además de llenarles los recintos en los que actúan. “50 años no es nada” (2014), otro disco recopilatorio en el que Víctor Manuel, una vez más, vuelve a repasar su discografía, quedándose tan campante, después de haberlo hecho en tantas ocasiones. Sin ir más lejos, dos años antes, lanzó “Vivir para cantarlo” (2012), que incorporaba una gira de invierno por teatros y recintos más reducidos, acompañado al piano por su hijo, David San José, un músico excelente y gran compositor y arreglista, pero es… “¡¡¡más de lo mismo!!!”.

Confundiendo.- Digamos, finalmente, que ahora “se atreve” con una gira que denomina “75 aniversario”, que, por cierto, por mucho que se empeñe en confundirnos, no es de su trayectoria artística, sino el 75 aniversario de su nacimiento, porque cualquier excusa se hace válida, gira para la que ya tiene confirmados numerosos recintos en los que va a actuar y en donde podría hacerlo sin “inventarse” ningún falso argumento de venta, sino ponerse en el escaparate, firmar contratos y desarrollar actuaciones, algo que, seguramente, sus seguidores le agradeceríamos en mayor dimensión, pues de poco sirve seguir escudándose en excusas comerciales con las que, seguro, no engaña ya a demasiados seguidores. Y, lógicamente, esta última gira citada viene acompañada de un nuevo disco bajo la denominación de “La vida en canciones”, álbum que se encuentra disponible desde el pasado día 25 de noviembre de 2022, con un precio de salida abusivo, y que también incorpora algunas colaboraciones que no es que sean tan conocidas como las anteriores, sino que, mayoritariamente, son las mismas que venimos comentando desde el principio, algo que no puede ser más penoso y patético en un artista de semejante dimensión, al que, como decíamos, respetamos, queremos y admiramos y le pedimos cierta reciprocidad en tal sentido. Que lance sus nuevos temas y que, cada 20 años, por poner un horizonte temporal razonable, ofrezca un recopilatorio, pero que no nos lo intente vender un año, sí y, al otro, también, por muy buenos aficionados que seamos de su música y de su arte, pues esos discos lo que incorporan nuevo, como colaboraciones, directos y canciones prestadas, son añadidos que solamente intentar disimular el descaro que, en lo esencial, representan esas maniobras: grabaciones de discos en vinilo, colecciones adicionales, otros reclamos comerciales y sacando agua de donde no hay, estrategia practicada, igualmente, por muchos artistas, aunque, quizás, no con tanta intensidad como la del asturiano

Generosidad.- Y no nos olvidamos, querido Víctor, de tus creaciones para otros artistas, como “El blues del autobús” que hiciste para Miguel Ríos y canciones con las que facilitaste el triunfo a otros colegas de profesión, lo que demuestra tu generosidad, buen hacer y humildad de ceder composiciones a otros que entiendes que las pueden lucir de diferente manera, pero no sigamos cayendo en la trampa de hacer discos que no aportan nada. Posiblemente pienses, tú o quien te asesore, que los adquirirán quienes no los tienen, pero no te olvides de que tus seguidores de siempre, muchas veces, están tentados a comprarlos y, en otras ocasiones, sencillamente, es que los adquieren. Y dirás aquello de “que no los compren”. Es verdad, pero cuando se os mitifica y se os adora, se cae en esa trampa. Por lo tanto, sería mucho mejor que no nos la tendáis a tantos y tantos fieles que os rendimos lealtad, apoyo, confianza y respaldo permanente, porque lo justo, además de serlo, también ofrece equilibrio, sensatez y honestidad. Buenos días.

 

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