Ya en la calle el nº 1041

El último invierno y otros relatos, de Isabel María Abellán

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

PASCUAL GARCÍA
Trae a estos relatos la escritora una dulce y delicada atmósfera invernal, un fluido de melancolía y claroscuros, que se debate,El último invierno y otros relatos en ocasiones, entre un realismo con fondo histórico no exento de cierto dramatismo y una decidida idealización imaginativa, con finales sorprendentes y trama de raíz legendaria.
Se trata, en cualquier caso, de historias bien escritas, en las que abundan la ternura, una humanidad que el lector recibe como un bálsamo pero de la que no resulta fácil desprenderse, porque disuelto en ella hallamos un exquisito sentimiento de pérdida, la certidumbre de que el pasado, que no supimos aprovechar nos concede, a veces, una segunda oportunidad, aunque solo sea en la forma de un sueño: el amor, la guerra, la soledad, la infancia y el miedo se alían en estos cuentos brillantes, donde no falta la mirada protectora de  una excelente profesional de la enseñanza, que no puede olvidar la facultad de contar cuentos para cambiar el mundo o para enseñar algo a los más jóvenes. Tal vez por eso tenemos la impresión de que bajo la historia, el argumento, e incluso una extraordinaria voluntad de estilo, latente, pero en absoluto perturbadora, palpita un afán didáctico, o al menos, de acercamiento a los que se inician en el misterio de la palabra escrita y de la lectura.
No obstante, el libro está lleno de hallazgos de una originalidad literaria incuestionable, pero también de una madurez humana necesaria para transmitir una verdad tan subjetiva como hermosa: “No recuerdo exactamente cuándo se incorporó a nuestro curso. Yo tenía entonces siete años recién cumplidos y no sabía llevar bien el paso del tiempo.”
Al lector avezado sorprenderá este libro por su humanidad y su calidez, tan cercanas a veces al magistral Chejov, pero a nadie disgustará una lectura limpia, contenida, en la que no faltan la fábula amena y cordial, la tensión de sentimientos encontrados y personajes erráticos, cuya búsqueda personal los conduce por lugares, paisajes y estaciones que sumen al lector en un recogimiento casi espiritual. De un buen libro no se sale nunca como entró uno, porque se trata de un viaje en el tiempo y en el espacio imaginarios y la aventura que vivimos en él permanece en nuestro espíritu para siempre como una huella en el alma. 
Este libro nos propone la estimulante experiencia que provoca siempre la buena literatura, y yo creo que deberíamos entrar en él como en un mundo inédito, a la búsqueda de sensaciones e ideas tan novedosas como estimulantes. Nadie dejará de notar una aureola persistente del mejor romanticismo europeo, el que consagró la revolución de olvidarse de las demasiado estrictas normas literarias para dar salida libremente al remolino de los sentimientos.
A mí no me queda más que felicitar a la autora de estos estupendos cuentos que yo recomiendo a todos los lectores.
EDITORIAL: CÍRCULO ROJO

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