Ya en la calle el nº 1040

El Rey del Tattoo

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

MARIANA PÉREZ ALMAGRO/GERENTE Y TATUADORA EN SKULLS LADY TATTOO AND GALLERY

Él es “El Rey de los Tatuadores” conocido también como el Profesor George Burchett. Tatuador inglés nacido al este de Sussex, concretamente en Brighton en 1872. Burchett, expulsado del colegio por tatuar a sus compañeros, se enroló en la Royal Navy con tan sólo 13 años, viajando así a todas las colonias del Imperio Británico y enriqueciendo su cultura del tatuaje, aprendiendo de los maestros tatuadores en Japón y en Java.

Comenzó su negocio a bordo tatuando a los marineros, pero pronto abandonó el mar y se estableció en Jerusalén como tatuador abriendo allí su primer estudio donde recibir clientes de todos los rincones y seguir formándose como artista.

Volvió al mar, pero sin prisa por pisar tierra, pues era un desertor del ejército británico y seria ajusticiado por ello al bajar en Inglaterra. Tras varios años tatuando por el mundo volvió a tierras inglesas, adoptando Davis a su apellido para evitar asi la justicia. A su vuelta a casa conoció a Tom Riley y a Sutherland MacDonal, tatuadores de referencia en esos momentos y con quienes perfeccionaría su técnica. Trabajó en la trastienda de su zapatería hasta que se instaló en Bow. Casado con Edith Burchett, la quien sin duda será merecedora de su propio artículo.

Ya en 1900, trabajando en un estudio en Mile End Road, se corrió la voz de su talento como tatuador, poniéndose de moda entre la clase alta de la sociedad británica de comienzos del siglo XX. Tatuó a su Alteza Real Jorge V, El Rey de España Alfonso XIII y Federico de Dinamarca, quienes fueron fieles clientes de Burchett. También tatuó a los hijos de Alfonso XIII, Jaime y Juan, quienes dieron dolores de cabeza al tatuador con sus sangrados abundantes por sus problemas de hemofilia (legado de la Reina Victoria de Inglaterra, la abuela de Europa).

Reconocido su talento en el mundo entero, supo aprovechar la fiebre en la televisión y medios de comunicación. Exhibió en ellos su obra artística con “The Great Omi”, el hombre cebra, quien se ganaba la vida en Freak Shows gracias a los tatuajes de Burchett y fue uno de los artistas circenses más famosos del siglo XX. Realizó estos tatuajes en más de 150 horas de trabajo, y para su desgracia no cobró íntegramente el coste de todo el trabajo.

Durante la Segunda Guerra mundial, tras haberse retirado, George se vio obligado a retomar las maquinas debido a la gran demanda de trabajo por parte de los militares.

Causó furor entre el público femenino, George fue de los primeros tatuadores profesionales en ofrecer los servicios de tatuaje cosmético, delineado de cejas y labios. Pero sus clientas también se tatuarían sus clásicos diseños de estilo tradicional, rosas, corazones con el nombre de sus amados y otros diseños de El Rey de los Tatuajes, qué decoró los cuerpos de Reyes y Reinas, con o sin corona, hasta su muerte en 1953 a los 81 años de edad.

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