MICAELA FERNÁNDEZ
A lo largo de los últimos años han sido varios los árboles monumentales que han acabo muriendo, viendo como toneladas de kilos de madera quedaban esparcidas en el mismo suelo que las alimentaba. La edad, la falta de mantenimiento, la sequía y las inclemencias meteorológicas han sido las causas que les han pasado factura.
En marzo de 2014, el pino de la Celia, en el paraje de Cagitán era abatido por fuertes rachas de viento de hasta 70 kilómetros por hora. Contaba con más de 200 años de edad y había sido reforzado previamente por encontrarse dañado aunque su tronco no pudo evitar quebrarse frente al viento.
A principios de 2017, en el término municipal de Bullas, caía el pino de la Osamenta. Con más de 200 años y 20 metros de altura, el exceso de peso en sus ramas por una nevada en la zona le hacía partirse en dos.
Poco después caía en Mula el almez del Niño. Contaba con más de 200 años y estaba catalogado como el ejemplar de tronco más grueso y uno de los más bellos de la Región de Murcia. Su caída se debió al fuerte viento de ese día y posteriormente se pudo comprobar la presencia de un hongo que ocupaba toda la parte interior del árbol y que había generado unos daños importantes en el mismo.