Ya en la calle el nº 1040

El Noroeste se despuebla

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

E. SOLER

Lugares como El Rematalejo, La Junquera, El Moralejo de Arriba en el término municipal de Caravaca, son lugares hoy casi en ruinas testigos mudos de una historia que se nos fue, y que han pasado a formar parte de la enorme lista de pueblos abandonados del territorio español, que no olvidados, porque los pueblos deshabitados no son olvido, sino cultura.

Los núcleos diseminados de las pedanías altas del Noroeste murciano luchan por sobrevivir a una despoblación que afecta año tras año y que va dejando sin vidas sus calles y plazas por donde un día paseaban los runrunes cotidianos y los sueños de sus gentes que luchaban por un futuro mejor, que siempre pasaba por abandonar aquellas pequeñas aldeas.

En la región de Murcia han sido claves varias fechas para la despoblación de todos estos núcleos diseminados. El primero de ellos vino a finales de los años 50, donde se calcula que en España emigraron más de medio millón de personas del mundo rural para Alemania y Francia, una cifra que supero el millón en la década de los sesenta. Partián huyendo de la penuria de los salarios de la época y de la dureza de los trabajos que se centraban en el pastoreo y las labores del campo como era principalmente el cereal. Además de unas condiciones de vida sin apenas ningún servicio, como era el caso de El Retamalejo donde la luz eléctrica no llegó hasta los años 60. Los habitantes del lugar aún recuerdan la travesía de varias horas andando o en burro para poder llegar a la escuela «para aprender las letras básicas», a los colmaos más cercanos en Los Royos o el Moralejo, o los populares bailes o juegos de corral, como bien recuerda el presidente de los animeros del Calar, Campo de San Juan y Sabinar, José Clemente Rubio, «la poca diversión que teníamos los jóvenes era juntarnos en la casa de alguno, los domingos por la tarde, y con los instrumentos que sabía tocar cada uno organizábamos bailes».

La segunda gran crisis de población en el mundo rural llegó en la década de los 70, España intentaba ver la luz a final del túnel tras más de cuarenta años de oscuridad, se descubrían las bondades del turismo y en busca de un futuro mejor muchos partieron, en esta ocasión hacía lugares de costa como Palma de Mallorca o Benidorm. Por otro lado las grandes ciudades españolas crecían a un ritmo frenético y necesitaban mano de obra de obra, no solo para poder llevar a cabo dicho crecimiento, sino para abastecer de trabajadores a sus cinturones industriales, como fue el caso de Cataluña. Se cálcula que solo en el término municipal de Barcelona viven más de cien mil murcianos de primera, segunda y tercera generación

La última gran crisis en el mundo rural, la que le dio la puntilla, fue a finales de los noventa con el bum inmobiliario, donde los pocos vecinos que quedaban en algunas de ellas terminaron por marcharse. En esta ocasión hasta las poblaciones más cercanas como Caravaca, que ya contaba con una gran cantidad de servicios. Unas viviendas que en menor medida quedaron abandonas, ya que en su mayoría se quedaron como segunda residencia para pasar temporadas estivales o fines de semana, debido a la mejora de la red de carreteras. Turismo Rural A finales de los noventa, llegó a la Región de Murcia el bum del turismo rural, una circunstancia que pretendía entre sus objetivos volver a dar vida a aquellos núcleos que poco a poco iban agotando la luz de su carburo. Uno de esas poblaciones que se vio afectada por el turismo rural fue Inazares en Moratalla. Cuando el municipio apenas contaba con 60 habitantes se construyó el complejo rural más grande de la Región de Murcia, lo que provocó la construcción de un nuevo restaurante y que el pueblo no acabara por desaparecer. Un caso similar se vivió en Los Odres, en la falda del pico de Los Obispos, aunque este núcleo rural apenas cuenta ya con habitantes. Custodios del patrimonio natural Otra de las consecuencias de la despoblación del medio natural ha sido el descuido del patrimonio natural, al desaparecer muchos oficios como el pastoreo o la limpieza de montes, ha provocado que se agraven los incendios los incendios que ha sufrido la región en los últimos tiempos.

Desde los organismos oficiales se trabaja con distintos Planes de Fomento para que dichos oficios no se pierdan. Uno de los proyectos que se está llegando a cabo con ayudas de varias instituciones es la escuela de pastoreo ubicada en la pedanía caravaqueña de Archivel.

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