Ya en la calle el nº 1039

El Maestro Antonio Andreu

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

José Antonio Melgares Guerrero/Cronista Oficial de Caravaca y de la Vera Cruz.

Dice el Diccionario de la Real Academia, al referirse a la palabra maestro, (entre otras acepciones), ser la persona práctica en una materia que maneja con desembarazo. Y también el aprobado en un oficio mecánico que ejerce públicamente. Se trata de una palabra de origen medieval, derivada de la latina magíster y, posiblemente en su acepción profesional Antonio Andreu Salazar fuera el último a quien se aplicara en Caravaca por la sociedad contemporánea.

El Maestro Andreu nació en la ciudad en la primavera de 1925, en el seno del matrimonio formado por Lázaro Andreu (del bar León de la Plaza del Arco), y Agapita Salazar (hermana del célebre Miguel el Crucero), quienes establecieron el domicilio familiar en la C. del músico Luís Nogueras (hoy Hoyo), donde vinieron al mundo los cuatro hijos fruto del mismo: nuestro Antonio, Juan, Gertrudis y Emilio.

Alumno de primeras letras de D. Basilio Sáez en la Escuela Graduada de niños La Santa Cruz, fue éste el primero en aconsejarle dedicarse a la mecánica, por su habilidad manual demostrada en su más tierna infancia.

De formación mecánica autodidacta, hubo de hacerse cargo muy pronto del cuidado de la familia. A los 14 años ya trabajaba en las obras del Canal del Taibilla como técnico maquinista, y un año después en el garaje de Antonio Reinón Rigo como tornero, fabricando piezas de repuesto para motores, cuando aún las empresas de fabricación no las proporcionaban de manera seriada.

Incorporado a filas, hizo el servicio militar en Valencia, donde adquirió experiencia mecánica y el título de maestro tornero que en adelante ejercería hasta su jubilación. A la vuelta del servicio lo captó el empresario Juan López Guerrero para el Garaje Ford, donde no sólo fabricó en adelante piezas de repuesto para la empresa sino para toda la actividad mecánica de Caravaca relacionada con la locomoción y la agricultura.

En la primavera de 1954 contrajo matrimonio con la modista Teresa Sánchez García, estableciendo el domicilio familiar primeramente en el paraje de El Jardinico, donde nació la mayor de sus hijas: Teresa, y luego en la C. del Colegio, donde vinieron al mundo las dos restantes: Rosa y Mari Carmen; y donde Teresa abrió taller de costura, en el que trabajaron como oficialas Fina, Victoria y Mariana, entre otras.

Antes de casarse, Antonio, en sociedad con Juan López Sánchez (Juan Legón) y un tal Sánchez, abrió taller propio en la Gran Vía. Aquella sociedad, denominada Talleres LAS, duro poco y el Maestro Andreu se quedó en el lugar indicado, marchando Legón a la C. Ángel Blanc donde aún permanece la empresa en manos de sus hijos, con el nombre de Hijos de Juan López Sánchez.

En el taller, el Maestro Andreu siempre contó con la ayuda de su hermano Emilio, y otros oficiales como Ramón, Pablo, Paquillo, Martín López Molero, Martínez y Gonzalo Muñoz que era el administrativo de la empresa.

El taller de la Gran Vía se ubicó en espacio alquilado a Pepe Castaño, frente a la Fábrica del Chocolate, muy transformado en la actualidad, donde eran vecinos de trabajo la gestoría de Fulgencio Navarro, el asentador de frutas Antonio Andreu y La Alsina. Pasado el tiempo, cuando los dueños del espacio referido decidieron vender para edificar en altura, el Maestro Andreu recibió una indemnización con la que, junto a un préstamo bancario, adquirió un terreno a Eliseo López en la carretera de Granada, donde edificó un edificio de nueva planta, instalando el taller en el bajo y el domicilio familiar sobre éste, abandonado definitivamente la C. del Colegio.

Clientes suyos fueron, además de todos los garajes locales, particulares con maquinaria agrícola que, periódicamente necesitaba restauración. Entre estos D. Blas Marsilla y su hijo Pepe, Telesforo Baquero, Manolo Hervás y Juan Antonio Arias, habiendo de desplazarse al campo con frecuencia, a reparar la maquinaria; lo que hacía en un Seat 600 color verde de su propiedad, que acabó regalando a un cliente. También se desplazaba, con frecuencia a los pueblos del entorno geográfico de Caravaca y de provincias limítrofes como Albacete (Nerpio), Granada (Almaciles y Puebla de D. Fadrique) y caseríos de Cañada de la Cruz y Topares, de donde venían a recogerlo en sus propios vehículos y lo alojaban en sus propias casas cuando las reparaciones se prolongaban a más de una jornada.

También arreglaba maquinaria mecánica a los feriantes que venían, en mayo y octubre, a las Fiestas de la Cruz y la Feria respectivamente, a quienes no solía cobrar por su trabajo, y quienes satisfacían sus deudas con tikets y vales de los columpios, que utilizaban sus hijas y las amigas de éstas.

Amigo de la gente de la calle, fue gran aficionado a los toros, desplazándose a los más insospechados lugares donde se celebraban corridas, en compañía siempre de su amigo Román Vélez. Caballista de los antiguos fue seguidor activo de la desaparecida Peña del Hoyo, y colaborador entusiasta y comprometido en la Fiesta, siendo Hermano Mayor de la Cofradía de la Cruz el Marqués de Alhucemas y Presidente de la entonces Subcomisión de los Caballos del Vino su íntimo amigo Pepe Sánchez-Guerrero. Entre ambos programaron y pusieron en práctica el embotellado del Vino del dos de mayo (que el lector recordará como se hacía hasta entonces), el arroz en la Pl. del Hoyo del mismo dos de mayo y el Baile del Pañuelo en las vísperas inmediatas del primero de mayo, siendo durante años el presidente de la entonces Subcomisión de Música, Vino y Flores de la Cofradía.

Un accidente laboral le dejó muy disminuido para el ejercicio laboral, al saltarle a la vista limaduras metálicas del torno; pero el accidente que lo inhabilitó para el ejercicio de la profesión le sobrevino en 1975, con 50 años, en el torno de su propio taller, inmovilizándole el brazo derecho, lo que le llevó a la jubilación prematura. Sin embargo, su genio vital, su temperamento profesional y su amor al trabajo le permitieron ayudarse económicamente con la venta de tractores de última generación de la marca SAME, que cuando necesitaban reparaciones se llevaban a cabo en el taller que heredó, tras la jubilación, su hermano Emilio. Así mismo se ocupó en la distribución de recambios que le suministraba la empresa Barreiros y que llegaba a sus manos a través de RENFE y de las agencias Rubio y Sabater.

Antonio Andreu, el Maestro Andreu, afectado de Alzeimer y de una neumonía, falleció el 17 de octubre de 2005, no sin antes haber tenido la satisfacción de conocer a su primer nieto, Alberto, quien rompió la racha de féminas de las que toda su vida estuvo rodeado. Su recuerdo, sin embargo, tanto tiempo después, sigue vivo entre la sociedad local como el último maestro de acuerdo con la vieja acepción de la palabra.

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