NOEMÍ GARCÍA MARÍN/PEDAGOGA Y ORIENTADORA ESCOLAR
Durante los primeros años, el juego simbólico permite al niño/a imaginar actividades y desarrollar su capacidad para entenderse a sí mismo y relacionarse con los demás, siendo esencial para un desarrollo óptimo, ya que contribuye a su bienestar cognitivo, sensorial, físico, social y emocional.
La Asociación Americana de Pediatría, en su estudio sobre beneficios o efectos nocivos de la elección de juguetes infantiles, nos ofrece algunas pautas sobre juegos que estimulan su lenguaje, simulación, resolución de problemas y creatividad, entre otros. La idea es eliminar o hacer menos frecuente el uso de juguetes tecnológicos, pues lejos de estimular al niño/a, reducen la habilidad de juego que éste/a debería desarrollar de forma natural “cuanto más tecnológico es el juguete, menos se activa el cerebro de infante”.
Teniendo ésto en cuenta, y tomando como referencia las aportaciones que el neuropsicólogo y experto en plasticidad cerebral Ramón Bilbao nos ofrece, algunos juguetes poco recomendables para el desarrollo cognitivo del niño/a menor de seis años (aunque parezca lo contrario) pueden ser: andadores o colgadores para ponerse de pie o caminar antes de que sea su momento (interfieren en el desarrollo de los circuitos neurológicos de marcha); juguetes tecnológicos que atrapan la atención del niño/a, como tablets, smartphone de juguete o aparatos con muchas luces y sonidos (interrumpen en el desarrollo de la atención, concentración y autocontrol); así como muñecos que ofrezcan una interacción o falsa conversación (obstaculizan el desarrollo emocional y social).
Por el contrario, juguetes que aportan beneficios para su desarrollo cognitivo podrían ser: colchonetas o cojines grandes, columpios o balancines (benefician el desarrollo psicomotor, intelectual y emocional). Juguetes arrastrables con cuerda como trenes o caballitos, juegos de lanzar como bolos, petancas, pelotas o raquetas, patines, patinetes, bicicletas, triciclos, columpios, hamacas, túneles, casitas o saltadores (promueven la capacidad de reacción y coordinación psicomotriz). Legos y juguetes de construcción libre, vehículos, colores, plastilinas, pinturas, pompones, cuerdas para enhebrar, esponjas, sellos, pegatinas, troqueladoras, papeles de diferentes texturas (fomentan la psicomotricidad fina, la creatividad y la imaginación). Granjas, animales y objetos de madera, juguetes para diferenciar las partes del cuerpo como Mr Potato, cuentos, instrumentos musicales, juegos para reconocer sonidos, hacer mímica o representar una acción (aumentan el vocabulario y lenguaje). Bloques de diferente peso, altura, gravedad, equilibrio; puzzles, construcciones, juegos de cartas, juguetes manipulativos para diferenciar formas, colores, números, letras, tamaños, pizarras, juegos magnéticos, series lógicas, secuencias temporales, juegos de clasificación, juegos de memoria y libros de observación para encontrar una imagen (incrementan la atención, capacidad de solución de problemas, capacidad numérica y toma de decisiones). Cocinitas, hospital, veterinaria, supermercado, o juegos de roles y profesiones, disfraces o quien es quien (fomentan la cognición y relación personal o social).
En definitiva, una correcta elección de jueguetes facilitan la interacción, expresión emocional y de representación, permitiendo al niño descubrir y fomentar su capacidad de exploración para conocer el entorno que le rodea, estimulando su capacidad de comunicar y expresarse, favoreciendo su atención, organizando y estructurando su pensamiento, así como fomentando su capacidad de aprendizaje.