Montserrat Abumalham
El ganador del VIII Certamen de Poesía dedicado al Soneto, ‘Poeta Carlos Benítez Villodres’ es Jesús Martínez Martínez (Caravaca, 1967). El premio consistía en la publicación del soneto ganador Soldado Gregorio, en el marco de un libro de poemas del autor. Para esta ocasión Jesús Martínez ha escogido arropar su soneto con un poemario en cuatro partes; AUSENCIA, ESTAMPAS, VIGENCIA, OTRO MUNDO AFUERA.
La primera de ellas, como su propio nombre señala, se dedica a las ausencias. Ausencias que son parte del significado de nuestra historia y que, en el caso del autor, marcan su vida; la ausencia del padre. El verso de Martínez, no obstante, nos permite, mediante imágenes que, a veces, rozan el surrealismo, evocar de tal modo lo ausente que lo vuelven más presente y tangible, más cercano y universal en el sentir de cualquier lector. Unos poemas evocadores que actualizan la pérdida y la añoranza, pero que dejan fluir una corriente esperanzada. Muy hermosa esta primera parte y muy cercana.
Graciosa y viva la segunda parte que trae aromas lorquianos y en la que se nota que la poesía descriptiva no es un mero juego de métrica y figuras retóricas, sino que brota del corazón, haciendo revivir en muchos los sentimientos profundos que emanan de la fiesta popular. Si se es de Caravaca, desde las migas a los caballos o la Cruz bendita, pero si se es de otro lugar, por los paralelismos del disfrute de la bulla, se siente y se vive la estampa descrita.
Me gusta mucho la tercera parte porque se llama ‘vigencia’ a lo que es verdaderamente importante para cualquier ser humano: el amor. El amor de la atracción sensual, el amor redentor, el amor filial, el profundo amor acrisolado en el devenir de la vida, el encantamiento amoroso, la lucidez que proporciona el verdadero amor. Se nota que el poeta sabe de qué habla y, por ello, transmite el calor de su experiencia que al lector le resulta sencillo adoptar como propia.
La cuarta y última parte es, a mi modo de ver, una parte esencial del quehacer poético que nunca, como el arte en general, puede desarrollarse fuera del mundo circundante; ese ‘afuera’ que condiciona al poeta, que lo empuja a la crítica, la rebeldía y la lucha por transformar una realidad que es injusta y deleznable con demasiada frecuencia. En esta parte, se halla el poema que más hondo me ha llegado y con el que me identifico, pues siendo solemne y certero, no encierra ni una brizna de amargura y pone de manifiesto la necesidad del compromiso del artista con la realidad y, en este caso, ante la violencia:
Vivir es rozar la muerte peligrosamente,
Caminar sobre cuchillos,
Detener la ira desmedida
De un proyectil con besos…
Si un poeta lo es por lo que dice, también lo es por cómo lo dice. Jesús Martínez posee la maestría del ritmo, de la asonancia y la consonancia, de las imágenes y las figuras poéticas, del vocabulario preciso y creativo en el que las palabras dicen lo que deben y abren un paisaje nuevo y diferente. Su empleo de ‘la sutura’ es verdaderamente expresivo e innovador, como el ya mencionado de ‘vigencia’, y así muchas otras palabras que cobran un acento nuevo y yo diría que mejor.
Este libro de apariencia modesta, en el que el poema laureado debería encontrarse en la primera parte, merece una atención especial, porque, si ya en Naturaleza muerta, Martínez nos había ofrecido una muestra de su buen hacer, en este no le va a la zaga. No cabe duda de que Caravaca tiene algo que produce buenos poetas y estupendos prosistas, sin que los adjetivos sean aquí una valoración que establece un rango, sino que se usan de este modo para darle variedad al lenguaje.
Un placer haber leído este libro al que se puede regresar y que ojalá merezca en breve una edición de apariencia más solemne y atractiva.
