Ya en la calle el nº 1040

El coronavirus nos arrebata a Henry Stephen, dejándonos su “Limón, limonero”

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

Pedro Antonio Hurtado García

Se afincó en España y triunfó en todos los países de lengua hispana, gracias a una canción que, quizás, no le favoreció totalmente, ya que oscureció otras creaciones que, seguramente, gozaban hasta de mayor valor compositivo, de mensaje en sus letras y de ritmos agradables. Esa canción es la contagiosa “Limón, limonero”, partitura que se convirtió en un himno para varias generaciones, un clásico de verbenas, celebraciones, guateques y demás ambientes de diversión.

Sus grititos.- También se caracterizó por esos grititos de ánimo, alegría y contagio del buen humor que trataba de transmitir en sus canciones más divertidas, que, además, no eran pocas: “Un vaso de vino”, “Mamá regó azúcar en mi”, “Carita mimada” o versiones emblemáticas como “Lady Madonna” (de “The Beatles”), “No puedo quitar mis ojos de ti” (Matt Monro), “La nave del olvido” (universal) o “Hace frío ya” (Nada), que, él, tituló “Pero qué frío está haciendo”. Y destacamos su extraordinaria y exitosa balada “O quizás, simplemente, le regale una rosa”, compuesta por el desaparecido director de cine, actor, productor, guionista y cantautor argentino, Leonardo Favio, un tema de 1969 que, todavía, continúa vigente, tras su más de medio siglo de existencia.

Disco de oro.- Volviendo a su emblemático tema, en 1974, la discográfica “RCA” premió al artista con un disco de oro, al alcanzar el millón de copias vendidas de la canción del ácido fruto. Pero, además, no dejamos de recordar que, en 1968, año de lanzamiento de esa canción, “Limón, limonero” se convirtió, sin rivales próximos posibles, en el hit número 1 del verano español, circunstancia replicada en diversos países.

Henry Augustus Stephen Pierre (15-07-1941, Cabimas-Zulia-Venezuela/05-04-2021, Hospital Militar de Caracas-Venezuela), era conocido, artísticamente, como Henry Stephen, quien, además de músico y cantautor, fue destacado actor en su país de nacimiento, tributándosele un inmenso respeto como personalidad social. Participó, ocasionalmente, en programas de humor, telenovelas, entrevistas, espectáculos musicales y conciertos para el recuerdo, con canciones “de ayer, de hoy y de siempre”. Gozaba, por añadidura, de la consideración de ser uno de los pioneros e impulsores del rock and roll en su querida Venezuela. Un indeseable contagio, que instaló en su cuerpo el traidor coronavirus, ha sido el causante de poner fin a su existencia, a los 79 años.

Impulsor del rock venezolano.- Su padre, oriundo de la caribeña isla de Granada, trabajaba en Cabimas para la importante multinacional petrolera “Shell”, mientras que su madre, oriunda de Trinidad y Tobago, gozaba de una intensa afición musical. Ellos, habían “desembarcado” en Venezuela finalizando los años ’30, con el fin de trabajar en las explotaciones petroleras de la compañía anglo-holandesa antes mencionada, circunstancia aprovechada por la familia que había trabado relación cercana con numerosos trabajadores norteamericanos, un trampolín oportuno para aproximar a Henry Stephen al exitoso rock estadounidense que tanta popularidad internacional le proporcionó. Tenía solamente cinco años cuando sus padres le enviaron, junto a sus dos hermanos varones, a que cursase estudios en Trinidad y Tobago, país originario de su materna familia, lo que le posibilitó el quedarse al cuidado de sus tías. Finalmente, la familia terminó desplazándose a Maracaibo, lugar en el que el artista desarrolló estudios de bachillerato y técnica, para iniciar, luego, carrera universitaria, objetivo que no pudo coronar por su intensa dedicación a la música: ensayos, actuaciones y demás compromisos propios de esa sacrificada actividad.

Incansable.- Tras su formación en Maracaibo, Stephen se decide a triunfar en los escenarios venezolanos de los años ’50, integrándose en “Los Técnicos” y, posteriormente, en “Los Blanco y Negro”. Del final de los ’50 al comienzo de los ’60, fue cantante de la formación “Los Flipper”, de Maracaibo, banda introductoria del rock en Venezuela, extremo en el que tanto se involucró el cantante de color fallecido. Pero, ese grupo, desapareció pronto y sin inmortalizar grabación alguna. Desde 1963 y hasta 1966 se incorporó a “Los Impala”, de Maracaibo igualmente, una banda de corte “ye-yé” que cobró notoriedad gracias a diversas versiones de “The Beatles”, que, con la voz de Stephen, interpretaban con marcada limpieza. Grabó, además y en inglés, la canción titulada “I remember”, integrado en “Los Blonders”. Vino, luego, su espectáculo como solista en “El Show de Renny” (1965), siendo el propio Renny Ottolina, prestigioso animador venezolano, el que le apoyó en su carrera en solitario, lo que obligaba a buscarle un sustituto, como vocalista, en “Los Impala”, responsabilidad que recayó en Rudy Márquez, procedente de “Los Dangers”. Y, en ese punto de 1968, comenzó su salto internacional, gracias a la canción del agrio y amarillo fruto que ya hemos narrado. Compartió actuaciones de lujo con los brillantes y respetados Miriam Makeba, Julio Iglesias, Roberta Flack o Aretha Franklin, entre otros.

Caída en desgracia.- Es cierto que, aunque los éxitos discográficos nunca le abandonaron y que sus canciones se vendían en todo momento, no ocurrió así con las actuaciones en directo que fueron decayendo por ser su música un producto reiterativo y poco renovado, lo que le obligó, en los ’80, a reunirse, nuevamente, con “Los Impala”. Al final del pasado siglo, grabó cuatro canciones nuevas: “Deja”, “Bahía”, “A ti, no te he perdido” y “La voz de Dios”, pero el éxito no gozaba de la misma intensidad de antes, mermando tanto la esperanza que, incluso, no llegaron a comercializarse esos temas, porque las emisoras y demás medios de divulgación cultural no prestaron atención a esas creaciones. Y es que, cuando se cae en desgracia, todo es igual de oscuro e inhóspito.

Persistente.- No obstante, su afán luchador y su ánimo de recuperar lo que ya fue, le llevó a asumir posiciones tan extravagantes como impensables: dejarse el pelo largo y teñírselo rubio o cerrar el siglo XX con un disco en el que reinterpretaba los éxitos del inolvidable Nat King Cole, otros discos de boleros y grabaciones adicionales que registró con una proverbial maestría. A comienzos del actual siglo XXI, lanzó un recopilatorio con sus propias canciones, dejando claro que hubo, quedaba y seguía existiendo bagaje y mucha mecha artística por quemar. Hace cinco años, colaboró con su compatriota Nathalli, grabando a dúo “Limón, limonero”, en una versión marcadamente merengue.

En España.- A lo largo de su vida, viajó a España en reiteradas ocasiones, tomó parte en diversos festivales internacionales, se instaló en nuestro país durante muchos años e hizo apariciones televisivas en programas juveniles y musicales, así como actuaciones en vivo, llevando su repertorio a países como Reino Unido, Italia, Bélgica o Alemania.

Descanse en paz un grande de la música divertida, sí, pero también del bolero más notable, la balada nostálgica y los muchos géneros que practicó. Buenos días.

 

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