Cristina Fernández Sánchez
2º de Bachillerato/IES Los Cantos
La forma de tomarnos la vida es diferente según a qué tipo de gente le preguntes, pero que alguien tenga las agallas de escribir, pintar o esculpir marca la diferencia entre los que viven como espectadores y los que la viven de manera activa. Y esto, aunque no venga a cuento, me hace plantearme una cuestión que a todo el mundo se le ha pasado alguna vez por la cabeza. La inmortalidad.
La inmortalidad está más cerca de lo que vosotros pensáis. Microsoft ya ha anunciado que dentro de 10 años será posible curar el cáncer, lo que resulta un verdadero alivio, y una vez conseguido este objetivo, no será demasiado complicado curar el envejecimiento, llegan a afirmar. ¿Os imagináis? Jóvenes, sanos y guapos toda la vida. Qué coñazo, ¿no?
Todo el mundo se obsesiona con la inmortalidad, ese enigma que siempre ha estado presente a lo largo de la historia y del que nadie, a día de hoy, ha sabido encontrar la clave.
Pues vengo a daros una buena noticia, yo he dado con el secreto de la perennidad. Hemos sido tan sumamente tontos que la inmortalidad la hemos basado en algo biológico, cuando es mucho más que eso, cuando la hemos tenido delante de nuestros ojos y no hemos sido capaces de verla. Leonor Izquierdo, Ramón Sijé, Josefina Manresa o Manuel Miguel son muchas de las personas que nunca han llegado a morir del todo, siempre han estado presentes a lo largo del tiempo, como inmortales.
Que te plasmen artistas como Antonio Machado o Miguel Hernández en su obra es la mejor manera de ser inmortal.
Así que coge cincel, pincel, lápiz, lo que quieras.
Hazme inmortal.