Ya en la calle el nº 1040

Educación, democracia y república

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

FRANCISCO NAVARRO S.

“Y esos hombres, nada revolucionarios, llenos de respeto, mesura y tolerancia, ni atropellaron ningún derecho ni desertaron de ninguno de sus deberes.”

El 14 de Abril de 1931, tras unas elecciones municipales, Alfonso XIII huyó de España, proclamándose la II República y dando lugar a una experiencia desgraciadamente efímera que condujo a España a cotas desconocidas de desarrollo democrático y justicia social.

Difícilmente puede existir un debate serio sobre nuestro presente y los retos futuros si no ofrecemos, especialmente a los jóvenes, las herramientas necesarias para superar el desconocimiento interesado que hoy, casi 90 años más tarde, existe sobre los logros y las adversidades a las que se tuvieron que enfrentar los protagonistas de esta época que con una ilusión encomiable se propusieron la ingente tarea de cambiar un país enraizado en las estructuras del A. Régimen.

“Sin ninguna duda, la mejor tarjeta de presentación de la II República fue su proyecto educativo”, como afirma Antonio Molero, catedrático de Historia de la Educación de la Universidad de Alcalá.

El panorama con el que se encuentra la República estaba marcado por el abandono de la enseñanza pública que había entregado a las órdenes religiosas, cuyos profesores estaban exentos del título de maestro, la formación de los miembros de la clase media y alta, desatendiendo la instrucción del pueblo y cuyas consecuencias eran una tasa de alfabetismo superior al 40%. Se encontraron, como citan diversas fuentes, con una “España analfabeta, desnutrida y llena de piojos” Remediar esta situación se convirtió en denodado propósito de los gobernantes como Marcelino Domingo, Fernando de los Ríos, Rodolfo Llopis y otros.

Azaña en su discurso del 13 de Octubre de 1931 dijo: “En ningún momento entregaremos a las órdenes religiosas el servicio de la enseñanza, esta es la verdadera defensa de la República. La educación en libertad poco tiene que ver con la libertad de las órdenes religiosas de fundar colegios”.

Podemos calcular la importancia que la II República dio a la educación, si pensamos que en 1937 en la zona leal, democrática y republicana, el Gobierno destinó 20 millones de pesetas para los gastos escolares, más del doble de lo que había invertido el último gobierno de Alfonso XIII en toda España. La educación se identificó tanto con el pensamiento republicano que el magisterio fue uno de los ámbitos de más crueldad de la represión de los vencedores.

En la II República se construyeron 16.991 escuelas y estaban proyectadas para 1937 y 1938 otras 10.600 escuelas que no fueron construidas por el inicio de la contienda. La Republica se propuso llenar las escuelas de los mejores maestros. Los docentes tenían una formación tan exigua como su sueldo. El sueldo miserable de aquellos voluntariosos maestros subió a 3.000 pesetas, tratando de remediar el dicho popular de “pasas más hambre que un maestro de escuela”. Se toman otras medidas para mejorar la actividad educativa y dignificar a los maestros.

Se crea la Sección de Pedagogía en las facultades de Filosofía y Letras y se faculta el acceso de los maestros a la Universidad. A los aspirantes a maestros se les exigió tener el Bachillerato para pasar a las Escuelas Normales donde completaban su formación. “Se hizo al maestro la persona más culta, eran los intelectuales de los pueblos”, como señala la Dra. en Historia, Consuelo Domínguez.

Surge así toda una generación de maestros identificados con la República. El régimen tomó buena muestra de ello y prohibió la enseñanza a todas las personas que habían ejercido en la zona republicana. La bella y patética película “La lengua de las mariposas” refleja con toda fidelidad este episodio de nuestra historia y su trágico final. Caso cercano lo tenemos en mi localidad, Moratalla, con nuestro querido MAESTRO Don Pedro García Aguilera.

Rasgo distintivo de la actividad cultural fue el esfuerzo por superar las barreras de clase y poner a las capas populares con las grandes aportaciones de la cultura. En esta línea nos encontramos con las Universidades Populares, las Misiones Pedagógicas y los teatros ambulantes. Como exponentes podemos citar a la Barraca de Lorca, el Búho de Max Aub y a todos aquellos intelectuales que, en las peores condiciones, llevaron la literatura, el teatro, el cine y la música a los rincones más olvidados de la geografía española. Se crearon más de 5.000 bibliotecas populares y cerca de 300 Misiones Pedagógicas.

Hay que citar también a las Colonias Escolares ya que antes de educar la República se vio obligada a dar de comer a los niños. Los niños viajaban al mar, a la montaña, jugaban pero, sobre todo, comían. “En 15 días algunos ganaban cuatro kilos de peso”, como dice la Dra. Consuelo Domínguez que ha estudiado con detalle este extremo.

La rápida evocación que acabo de realizar de lo que fue el glorioso tiempo de la 2ª República, desde el punto de vista educativo y cultural, nos conduce a pensar en lo que sería nuestro país si el camino iniciado se hubiera proseguido en lugar de ser interrumpido por la inundación de la barbarie. Como señala la escritora Juana Salabert, a partir del 39 “reinarían” los mediocres Pemán y sus afines con sus loas a la “Hispanidad” y a los dictadores de la época. La educación y cultura no progresan adecuadamente en un país en cuyas aulas no llega a enseñarse que los mejores valores de hoy provienen del breve ayer republicano. Al visionar el documental “los campos del silencio” sobre los presos republicanos, se puede constatar que la mayoría de los jóvenes de Instituto desconocían esa parte de la historia. Los libros de texto, las clases de historia, todavía siguen silenciando esa parte de la historia que nos pertenece a todos y a todas.

Incluso hay temas “tabú” que no se tocan en el currículum de Bachillerato como el papel legitimador de la Iglesia en el proceso de represión o los mecanismos “legales” de incautación de bienes a familias republicanas represaliadas y las consecuencias de ello, no solo para la población que las sufrió, si no en el proceso de enriquecimiento y generación de nuevas fortunas que asentaron la oligarquía del régimen. Al igual que tampoco se hace referencia al reconocimiento de las víctimas que defendieron el orden legítimo de la 2ª República.

Otro hecho significativo en el currículum de Historia de Bachillerato es el espacio dedicado estos temas y a que la mayor parte de los contenidos del siglo XX sobre este periodo lo ocupa la descripción detallada de la Guerra Civil y las diferentes batallas que se sucedieron.

Finalmente, y entiendo que de forma vergonzosa, se mantiene en buena parte de los libros de texto la denominada “teoría de la equidistancia”, en la que se plantea que hubo un enfrentamiento entre dos bandos, una lucha fratricida entre hermanos, que marca el signo de la “culpabilidad” por igual a los dos bandos enfrentados. Por eso se impone la necesidad de reconstruir un nuevo currículum que garantice la justicia curricular.

Reconstruir un pasado de tal forma que la experiencia y la memoria de las personas olvidadas forme parte también del currículum oficial. Este enfoque de la enseñanza atiende a la historia desde abajo, desde la experiencia de los protagonistas. De ahí que sea necesario propuestas como las Unidades para la Recuperación de la Memoria Histórica realizadas como complemento de los libros de texto tradicionales, que traten de recuperar esa parte de nuestra historia que ha quedado olvidada o silenciada en el currículum habitual.

Con la creencia de que bastaba con la educación para cambiar la sociedad mostraron una gran ingenuidad para percibir el golpe de estado que se avecinaba. La elecciones de 1933 fueron, en más de 120 años de historia parlamentaria, las primeras que perdió un gobierno que las hubiera convocado. Este aceptó la derrota y cedió el poder a la oposición de derechas.

Cuando las izquierdas ganaron, en febrero del 36, las derechas se dispusieron a recuperar el poder por la fuerza, volviéndose a la tradición histórica de que las elecciones no eran más que una farsa. Debo señalar que el triunfo electoral del Frente Popular en febrero del 36 fue el pretexto de los enemigos de la República para alzarse en armas.

La República no debe ser patrimonio de ninguna ideología y todos podremos convenir que en este país la democracia está secuestrada en su punto más alto: la Jefatura del Estado. Es necesario democratizar todas las Instituciones del Estado y para ello es tan importante una consulta popular como conocer los valores de los que estaba preñada la 2ª República.

En recuerdo de mi Padre, Ginés, un hombre bueno que pasó seis años de su vida en la cárcel por defender la legalidad.

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