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¿Dónde está Kike? o esperar a ese niño que no volverá

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

MICAELA FERNÁNDEZ

¿Dónde esta Kike? es el primer libro infantil de Dolores Martínez Fernández. Natural de Vera (Almería), la vida la trajo hace seis años hasta Pliego donde ha asentado su vida personal, laboral y social.

Pero ¿Dónde esta Kike? no es sólo un libro para niños es un ‘trocito’ del interior de Dolores al que ha dado forma y compartido con todas las personas que han tenido la oportunidad de disfrutar de sus páginas.

Nos reunimos con ella en la Escuela Infantil ‘Pequeñitos Pasos’ que actualmente regenta en Pliego para conocer todos los detalles de este libro lleno de valores y experiencias personales.

¿Cómo surgió la idea de publicar este libro?

Es una historia real, está basada en hechos reales en torno a la muerte por leucemia de un amigo. Los personajes existen de verdad y en el libro aparecen con sus nombres reales. Aunque estos hechos sucederieron cuando ya teníamos 20 años decidí enfocarlo para niños. La leucemia es una enfermedad que no se trata abiertamente, que por desgracia sufren muchos niños pequeños, enfocado en que un día dejan de ir a clase y sus amigos no saben porqué ha dejado de ir. Es una manera de intentar introducir este problema para concienciar a los niños de que podemos ponernos malitos y que no siempre sale bien. En el cuento el final queda abierto a la imaginación, que cada uno piense dónde puede estar Kike, pero Kike no vuelve porque fallece.

¿Cómo ha sido la reacc ión de los pequeños? ¿qué te han transmitido las madres?

Pues me han contado que encierra muchos valores, algunos de ellos yo ni me he dado cuenta, yo sólo lo escribí desde algo que suedió, pero sí me han dicho que el libro guarda muchos valores que algunas madres sí han visto para sus hijos. Hay gente que me dice que es un poco duro, pero, al fin y al cabo, por desgracia, es una historia real y un tema que no podemos esconder.

¿Cómo fue la presentación del libro?

Se celebraba durante las pasadas fiestas navideñas y la pandemia obligaba a aplazarla de la fecha prevista… Se hizo en el Jardín de Pliego. Gracias a la concejala Lola Montalbán que organizó un cuentacuentos al aire libre. Hicimos el cuentacuentos con ‘Baby Pelones’, estos muñequitos que cubren sus cabezas con pañuelos que son los que mejor representaban esta historia. Hay una parte del cuento en el que todos se cortan el pelo y quitamos los pañuelos de los muñecos, fue un momento muy emotivo.

¿Cómo son las ilustraciones del libro?

Aunque fueron diseñadas por la editorial son un fiel reflejo de los protagonistas y todos ellos tienen sus rasgos característicos. Ha habido mucha ayuda para este libro, empezando por los padres de mi amigo que falleció, el resto de amigos que lo sufrimos, y desde aquí todo el mundo se volcó, incluso los alumnos del Instituto iban a participar en la presentación pero por la pandemia finalmente no pudo ser.

¿Qué ha sido lo más difícil a la hora de trasladar esta situación a un público infantil?

Lo más difícil fue escribirla. Escribí la historia cuando sucedió como la vivimos hace siete años cuando falleció mi amigo y contando la historia con la edad que teníamos en ese momento, veinte años. Era una manera de tenerlo presente. En la adaptación para niños lo más difícil fue incluir el momento en el que él estaba malito, que no volvía. Creo que lo más difícil fue intentar dejar ese final a la imaginación de cada uno, para no entrar de lleno en la muerte.

¿Crees que es importante que los niños conozcan este tipo de enfermedades o es mejor protegerlos con el desconocimiento de ellas?

En los seis años que llevo en la guardería hemos notado un cambio tremendo en los niños. Es verdad que estamos intentando protegerlos en todo momento porque la vida ya de por sí es muy dura, pero es verdad que hay cosas que no las podemos evitar. La muerte de cualquier persona llega sin esperarlo, nos los ha dejado de lleno el Covid con el que hemos visto como se iban personas cercanas que no lo esperábamos. Creo que hay que ir, en dosis muy pequeñitas, hacerles ver que la vida tiene su parte difícil, porque aunque los veamos pequeños los niños se enteran de todo, son esponjas, ven nuestro día a día y ellos se enteran de todo. Ellos te preguntan si un día estas triste o contenta, ellos te lo ven. Son niños pero hay que transmitirles esa realidad de que no todo va a ser perfecto y no todo va a ser como ellos quieren, y la muerte forma parte de ellos.

Kike ya no está, pero, ¿habrá un segundo libro?

Todo el mundo me lo pregunta. Kike no está pero es emocionante hacer literatura infantil. Sí y no, no me lo había planteado. La historia de mi amigo ha salido que era lo que tenía que cumplir. He vendido todos los libros sin esperarlo, la gente me sigue pidiendo más, no me lo esperaba, para mí era algo como un recuerdo pero la acogida ha sido muy grande y me lleva a plantearme en volverlo a intentar. Puede ser que sí pero tengo que ver cómo enfocaría esa segunda parte. Hoy en día la literatura infantil es maravillosa, hay muchísimas historias, ilustraciones, creo que seguiría con esta temática social en ese segundo libro para seguir tratando esa realidad del día a día de los niños.

Con la primera edición agotada y preparando la segunda, ¿dónde se puede adquirir el libro?

En este momento a través de mí. La idea es que el libro, que tiene un precio de 10 euros, todo lo que se recaude va a dos asociaciones que trabajan contra el cáncer infantil, Aladina y Juegaterapia, son a donde vamos a destinar todo el dinero. La idea es conseguir el máximo dinero posible para esas asociaciones, de hecho desde la guardería trabajamos en diversas iniciativas sociales todo el año. Ahora mismo pueden ponerse en contacto conmigo a través del Facebook de la guardería ‘Centro de Atención a la Infancia Pequeñitos Pasos’ y a través de mi número que aparece en esa misma página. Desde que mi amigo murió tenía muy claro a dónde se iba a destinar ese dinero.

¿Qué parte destacarías de este libro?

Mi sobrina Lucía que me ha servido de inspiración para el protagonista del libro. A todos mis amigos, que con ellos hemos formado parte de esta historia. Me quedaría con todo, es como mi hijo. La carta del final del libro sí tuve que trabajarla muchísimo para dejar el final abierto. En el libro reflejo lo que me hubiera gustado que pasara, poder despedirme de mi amigo, pero no pudo ser así.

¿Qué te ha transmitido la gente de Pliego que ha tenido acceso al cuento? Es una historia que has vivido de forma personal y que trajiste de tu pueblo, Vera…

Nadie aquí se lo esperaba. Sí mis amigos de Vera que sabían de la historia me dieron su permiso para utilizar sus nombres, nuestras vivencias, pero aquí no conocían la historia y, cuando lo han leído, me han apoyado totalmente, me decían que entre lo que tenía callado, que no lo había compartido con nadie y de repente ver esa historia, fue duro. La gente me felicitaba, me daba la enhorabuena pero para mí había sido una salida hacia delante después de un golpe muy duro. Cuando hice el cuentacuentos donde presentamos el libro yo lo pasé mal porque hubo un momento que me puse a llorar, yo sabía el final, no podía terminar y no pude acabar. Lola me rescató cerrando el acto pero realmente fue un momento muy emocionante.

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