Ya en la calle el nº 1040

Don Antonio Candel, en el recuerdo

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

José Antonio Melgares Guerrero/Cronista Oficial de Caravaca y de la región de Murcia.

En los primeros días de la primavera de 2020, y en pleno confinamiento nacional por la pandemia del “coronavirus”, nos dejó para siempre D. Antonio Candel Candel, quien desde noviembre de 1981 permaneció entre nosotros, mucha parte de este tiempo como Director de la Banda de Música, la cual cambió de nombre en varias ocasiones.

Don Antonio Candel
Don Antonio Candel

Don Antonio llegó a Caravaca en el mes de noviembre de 1981, como acabo de decir, tras la publicación en el BOE de ese día de su nombramiento como Director de la Banda Municipal de Música, sucediendo en el cargo a Rafael Martínez Castillo, quien había permanecido poco tiempo al frente de la misma sin llegar a entenderse ni con los músicos ni con la población ni con las autoridades, lo que motivó su rápida partida de la ciudad; por lo que podemos afirmar que la Banda se hallaba “huérfana” desde la jubilación de otro Antonio: D. Antonio Martínez Nevado, de feliz recordación.

Sólo hacerse cargo de la institución musical local, Candel se encontró con el reto de la clausura del Año Jubilar de 1981, acto para el que recompuso aquella en tiempo record con el material humano que pudo reunir, saliendo airoso del evento.

Se puede decir que llegó con “buen pie” D. Antonio a Caravaca. Gobernaba el Ayuntamiento el equipo municipal liderado por el alcalde Pedro García-Esteller Guerrero, quien le facilitó todo lo necesario para que la Banda echara a andar de nuevo por un camino continuado de éxitos que, aunque no muy prolongado en el tiempo, sí que fue muy fecundo en reconocimientos de todo tipo.

De su biografía sabemos que nació en la localidad de Blanca, en el murciano Valle de Ricote, donde inició los estudios musicales junto a su padre, a la sazón director de la banda de música de aquella población.

Con sólo 16 años ingresó, por oposición en la Banda de Infantería de Marina, Tercio de Levante, de Cartagena, continuando su formación bajo la tutela de los maestros Ramón Sáez de Adana y Jesús Montalbán; simultaneando su aprendizaje con estudios de Dirección y Piano en el Conservatorio Superior de Música de Murcia, con los maestros Masotti Littel, Salas y Agüera.

Concluida la carrera de piano en Murcia, amplió estudios en Madrid de Fuga y Composición, con los también maestros Ricardo Dorado Xaneiro, alternando con los de dirección junto al afamado Ataulfo Argenta.

En 1956 ingresó por oposición en el desaparecido Cuerpo Técnico de Directores de Bandas de Música Civiles, y dirigió, entre otras, las bandas de Blanca, Orihuela, Cehegín, Elda. Hellín y Tobarra, localidad desde la que accedió a la de Caravaca, en la fecha antes indicada.

Entre sus composiciones, que colocaron su nombre en el virtual pentagrama de la música festera española, caben destacar, entre otras: la zarzuela “Blanca”, con letra de José Molina Sánchez (estrenada en aquella localidad el 23 de febrero de 1952), y sobre todo el pasodoble “Abanderadas”, dedicado a las abanderadas de las fiestas de moros y cristianos de Elda (Alicante), composición que le valió el Diploma del Primer Congreso de la Fiesta de Moros y Cristianos, celebrado en Villena en 1974, y la “Placa” de la UNDEF, en 1982.

Con tan gran bagaje profesional y creativo, Candel se hizo muy popular en Caravaca. No sólo se ganó a las nuevas generaciones de músicos, sino a los ya retirados, quienes se prestaron a participar en conciertos muy exitosos, como los celebrados en honor a Santa Cecilia el domingo 20 de noviembre de 1983 y el domingo 25 de noviembre de 1984; aquel en el entonces “Cine Gran Vía”, y éste en el Aula de Cultura de Cajamurcia.

En diciembre de 1983, la prensa de Murcia (La Verdad de 2 de diciembre de 1983), se refería, en artículo del entonces corresponsal en Caravaca López Marín, al conservatorio o escuela de música municipal, dirigido por Candel, con tres ayudantes contratados al efecto por el Ayuntamiento local, vivero de músicos de la comarca (incluso con un alumno de Cehegín, de 50 años), que contaba en aquella fecha con 170 educandos.

Aquel mismo año, y también en el mismo mes, Candel y la Banda dieron un concierto en Murcia, que presentó el Cronista que esto escribe, en el Salón de Actos de la entonces Caja de Ahorros de Alicante y Murcia, el cual mereció elocuentes elogios del crítico musical de “La Verdad”, Octavio de Juan.

Volvió Candel a mostrar su habilidad con la Banda de Caravaca en el concierto extraordinario de Navidad, en el Aula de Cultura local de Cajamurcia, el domingo 23 de diciembre de 1984 y ante las cámaras de TVE en Murcia, el 25 de marzo de 1985, concierto grabado en la iglesia de San José, del monasterio de MM. Carmelitas Descalzas. Otros conciertos, con motivo de las Fiestas del Carmen, en la Glorieta, otro más con motivo de la Semana de Música en Caravaca del 2 al 8 de diciembre de 1985 y de la Navidad de ese mismo año, pusieron a la Banda Caravaqueña en lo más alto de la estima musical regional, elogiada en los medios de comunicación y premiada en múltiples y señaladas ocasiones.

La crisis llegó en 1986, por falta de entendimiento entre el Maestro y algunos de los músicos más veteranos. Crisis que no atajó el Ayuntamiento por razones en las que no entraré, lo cual motivó un período de languidecimiento que por fortuna se superó en el seno de la Banda tiempo después, pero ya con otro director al frente de la misma.

Don Antonio, desanimado y abandonado por muchos, desoyó los cantos de sirena que le animaban a buscar otros lugares donde se le habría recibido con los brazos abiertos, mientras la Banda local quedaba en manos del joven y competente maestro (con un futuro muy brillante ya entonces), Ignacio Sánchez Navarro.

Desde entonces D. Antonio se convirtió en un ciudadano más, presente o ausente en actos públicos y privados, formando parte de la vida social y no pasando nunca desapercibido (y no sólo por su complexión física, sino también por su natural simpatía y buen humor).

Quien esto escribe se honra en haber sido amigo suyo hasta el final de sus días. De haber compartido largas conversaciones, siempre con Caravaca como protagonista de las mismas, y de haber asistido a amenas tertulias en su propio domicilio donde, Milagros, su esposa, siempre brilló con luz propia.

Un día de la recién estrenada primavera del año 2020, con Caravaca en silencio y vaciada de gente, el maestro Antonio Candel se nos fue para siempre, con muchos años a la espalda y también con satisfacciones y tristezas en su mochila de viaje.

 

 

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