Ya en la calle el nº 1040

Descubriendo el desierto

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

DESPUÉS DE MÉXICO

MAGDALENA GARCÍA/@garciafdez
magdalenagarciafdez.blogspot.com

Ante un “desierto” tienes varias opciones… O te sientas agobiada porque no sabes si caminando hacia un lado u otro te llevará a encontrar el verdadero camino, o decides caminar, por cualquier lado (el que decidas probablemente esté bien, aunque no sea el definitivo) y, mientras, contemplas la belleza del lugar, de lo que vayas encontrando.

DESPUÉS DE MÉXICO

MAGDALENA GARCÍA/@garciafdez
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Ante un “desierto” tienes varias opciones… O te sientas agobiada porque no sabes si caminando hacia un lado u otro te llevará a encontrar el verdadero camino, o decides caminar, por cualquier lado (el que decidas probablemente esté bien, aunque no sea el definitivo) y, mientras, contemplas la belleza del lugar, de lo que vayas encontrando.

El desierto de Magdalena FernándezHay días en los que estar sola se me hace, en ciertos aspectos, pesado. Pero no me siento abatida, ni sin ganas de comer, ni de reír, ni me gana la pasividad… No me gana el sofá, ni el llanto lamentándome y quejándome de por qué estoy sola.
No es tan común encontrarte con personas que te digan que disfrutan de su soledad. Por lo general, nos asusta, nos produce ansiedad, y nos ponemos inconscientemente a buscar cosas sin sentido que nos den sentido a la vida (paradójicamente), hallando por lo general situaciones o momentos en los que en verdad, no queremos estar.
Aquella persona (y esto es solo mi visión de la vida) que se esfuerza en algún momento de su vida a experimentar el acompañamiento de sí mismo y nadie más, acaba, con el tiempo, descubriendo a su mejor aliado. He tenido muchos momentos en mi vida en los que, por circunstancias forzosas, he mirado a mi alrededor y he visto a millones de personas que no me han mirado a la cara, a pesar de que debía de tener un rostro de cordero degollado, esperando a que alguien parara y me preguntara si estaba bien. Muy común por otra parte. ¿Cuántas personas nos cruzaremos al día que se sienten solas, y nos miran con la misma cara que nosotros tenemos y pasaremos los unos de los otros? ¡Ufff! ¡Demasiadas! Pero si, como decía en algún artículo anterior, gente con la que has compartido cosas y quieres te dice que “no esperes nada de ellos/as”, ¿qué te pueden decir aquellas personas que no te han visto en tu vida?
La eterna queja… “Estoy sola, me siento sola..”. Pues bien, en esos momentos de mi vida descubrí mi mejor yo. Experimenté la belleza y la dureza de entrar en un proceso de introspección e iniciar la aceptación de lo que soy. Esa “soledad” de la que disfruto hoy (porque hay una diferencia entre la soledad forzosa, y la soledad elegida). Tengo muchas personas a mi alrededor que me quieren, y me tengo a mi misma. He experimentado en ese sentimiento elegido la toma de decisión de quedarme con aquellas personas que me hacen sentir bien acompañada… Porque no hay nada más triste que estar acompañada y sentirse sola.
Si es cierto que a veces me gustaría que estuvieras acá, que acompañaras mis sueños, mis días buenos y mis días malos. Pero no estás. Y no por eso me voy a hundir en el barro, ni voy a salir en búsqueda de algo que me cubra no se el qué. Me sentaré mejor a seguir disfrutando de lo que descubro en eso que pensaba que era un desierto, y si decides acompañarme, te advierto, que ya no admito revuelos que asalten mi tranquilidad.

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