Ya en la calle el nº 1040

Del Canal de Panamá a Caravaca de la Cruz (I parte)

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

JOSE MARÍA ORTEGA

A mí no me extrañó nada la noticiSACYRsiderable en el dinero destinado al pago de la obra. Luego escuché las justificaciones que daba la empresa y me sonó a viejo conocido…
Uno, entre sus muchos defectos, tiene el haber sido Concejal de Urbanismo en una etapa de su vida. Esa experiencia me enseño mucho, casi todo bueno, pero también me permitió observar desde dentro como se las gastan estas grandes empresas.
Basta buscar por internet quienes forman o han formado parte de los consejos de administración de estos emporios para darse cuentan de que se repiten ciertas caras; unos pocos señores mandan mucho en varias empresas y en más sitios. En Sacyr encuentra uno a gente como Luís de Rivero; sí, el mismo que  también tiene que ver con PEMEX, la petrolera, con las anotaciones de Bárcenas (200.000 euros para la campaña de Cospedal en 2007) y con el Real Madrid… y también encuentra a Tomás Fuertes, el de El Pozo.
Estas macroempresas que construyen aeropuertos, autovías o canales no tienen nada que ver con las pequeñas. La diferencia no está sólo en el volumen de negocio, sino que va mucho más allá. En su modo de afrontar el negocio con  prácticas a menudo condenables y que habría que perseguir con unas leyes adecuadas.
Con una empresa de albañilería pequeña uno puede pactar el precio de una casa, seguir paso por paso la obra. Si hay una diferencia en el precio o la calidad uno tiene siempre a alguien con quien debatir o darse de tortazos. Con una empresa mediana enfrente, uno trata con personas. Con Sacyr y empresas similares,  uno se enfrenta al poder y sus partidarios, dónde no puede llegar a hablar con el jefe, sólo con  autómatas a los que sus jefes pagan para maximizar beneficios.
Los directivos de empresas como Sacyr  tienen una ambición sin límites, que no se ve colmada con el éxito empresarial o económico. No, ellos también quieren tener poder político, mandar más que los políticos; de ahí  los sobres para el PP, que no son donativo sino el precio de lograr poder político sin presentarse a las elecciones.
¿Cómo funciona esta gran estafa? Las empresas se presentan a un gran proyecto. Si pueden eliminan la competencia  buscando una adjudicación a dedo (Trama Gúrtel) o llegando a un acuerdo con otros competidores para constituir una UTE o unión temporal de empresas (Autovía del noroeste-Uh! , se me ha escapado).
Cuando se procede al concurso de adjudicación las empresas más poderosas bajan el precio hasta el límite legal permitido. Una vez concedida la obra, desde el minuto uno  los técnicos de la empresa trabajan compulsivamente con el objetivo de  justificar, al menos, un aumento de precio que les permita obtener de nuevo todo el dinero, al que en su oferta renunciaron, es decir, la baja. Luego, si los controles de la administración son blandos, se maximizan beneficios trucando determinadas partidas de obra: por ejemplo, cambiando materiales ofertados por otros más baratos o subcontratando a precios cada vez más bajos partes de la obra.
El personal de estas empresas está sometido a condiciones de trabajo durísimas y a un estrés intolerable para conservar el empleo.  Se enseña a los técnicos a leer los planos de determinada manera, siempre a favor de la empresa, reduciendo el gasto.  Si no hay una administración que pare en seco esta estrategia, tras una primera modificación de proyecto más o menos para cubrir imprevistos de la obra, pueden llegar muchas más. Si la administración paga tarde, el retraso en los cobros se utiliza como coartada para  precarizar la obra. También se paran las obras como forma de presión para que los políticos aprueben los modificados al alza.
Esa es la forma en la una obra presupuestada en 10 puede costar 60. Al fin y al cabo, los diferentes grupos empresariales que conforman estas empresas de conveniencia exigen siempre su parte del pastel.
Luego, al fin, llegan las medallas,  los premios a las grandes empresas y los sillones reservados para la jubilación de políticos “que han sido buenos chicos”.
Pero ¿Tiene algo que ver el problema de Sacyr en Panamá con la Comarca del Noroeste?
Pronto lo sabremos.

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