Ya en la calle el nº 1040

«¿De qué nos salva la literatura?», presentación en Caravaca de la novela de Miguel Sánchez Robles

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

JAIME PARRA/FOTO: ENRIQUE SOLER

“¿Es una novela? ¿Es un largo poema en prosa? ¿Es un caleidoscopio de metáforas? ¿Es la más hermosa carta de amor que una madre ha recibido jamás de su hijo? ¿Es una sucesión de diapositivas emocionales que revelan la temperatura de un alma? A todas esas preguntas hay que responder que sí, porque el volumen se acoge a la amplia definición que usaba el también caravaqueño Miguel Espinosa cuando hablaba de sus obras y las definía como “libros”, sin más etiquetas castradoras”.

La Casa de la Cultura de Caravaca acogió la presentación de “Salvación” dentro de las actividades programadas para la Feria del Libro. Al autor, el caravaqueño Miguel Sánchez Robles, le acompañaban el editor Francisco Marín, el escultor Pascual Adolfo López Salueña, creador del torso que aparece en la portada de “Salvación”, y el alcalde de la localidad, José Moreno, quien se reconoció lector tardío de la obra de Miguel Sánchez Robles pero rendido desde que leyó “La vida es nuestra”.

Retomamos la reseña de Rubén Castillo para La Opinión: “¿Tiene la literatura una misión salvífica?” Y en caso de que la respuesta resulte ser que sí, ¿de qué nos salva? ¿De la decepción, del dolor, de la amargura de ir caminando hacia la muerte, del vacío, de los atardeceres sin nadie al lado, de sentir por dentro la carcoma de una tristeza que no podemos exteriorizar, de las miradas que se quedan perdidas y no encuentran el camino de retorno, de las amistades que el tiempo erosiona y destruye? Quienes llevamos años leyendo y admirando a este magnífico escritor (repetiré una vez más que en España hay varios poetas a su altura, pero ninguno por encima) hemos comprobado, en prosa y en verso, que esa interrogación palpita en todas sus páginas”.

Francisco Marín, editor de Gollarín

Francisco Marín, editor de Gollarín Francisco Marín, editor de Gollarín, señaló que con “Salvación” son ya diez los autores, cuatro de ellos caravaqueños, de Bigornia, “una colección corta, pero buena en cuanto a títulos y magnífica de autores”. Tanto él editor como el alcalde han querido felicitar al Área de Cultura del Ayuntamiento por la Feria del Libro, “siempre ha tenido un gran nivel pero este año se ha superado”.

Pascual Adolfo López Salueña

El escultor relató que al recibir el encargo de la porada de “Salvación” se le había pedido como condición que en ella apareciera la Cruz de Caravaca, como así ocurre, sin embargo, “la imagen que se me quedó grabada al leer la novela fue la del torso y fue con esa imagen con la que trabajé”. Pascual Adolfo López confesó que una vez terminada la escultura para la portada la destruyó.

José Moreno, alcalde de Caravaca

José Moreno destacó el papel del editor “una de esas personas valientes que están alrededor de la literatura, que una de su editoriales le ponga la Fea Burguesía ya dice por dónde van sus gustos. Más que un editor, es casi un mecenas de la literatura”. “Partidario de que los libros hablen por sí mismos”.

Miguel Sánchez Robles

Miguel Sánchez Robles explicó que prefiere que los libros hablen por sí mismos, pero confesó “esta novela es algo que le debía a mi madre que murió muy joven”. En segundo lugar, es una novela de purificación personal y en tercero de un sentimiento religioso que, aunque confiesa no sentir, fue muy importante en la vida de su madre.

Lectura de fragmentos de Salvación acompañado de la chelista Alba María López

Antes de firmar libros para un público que abarrotaba la Casa de la Cultura, Miguel Sánchez Robles leyó dos fragmentos de Salvaciona acompañado del chelo de Alba María López, a continuación recitó uno él solo y cerró el acto Alba.

Concluye Rubén Castillo: “Estoy aprendiendo a vivir despacio”, nos indica el autor al principio de la obra. Y el consejo, por sabio y por útil, convendría aplicarlo también a la lectura de Salvación: entremos despacio y sin inhibiciones en sus páginas, dejemos que su oleaje de palabras nos humedezca la piel del corazón y, al final, quedaremos tan asombrados como conmovidos.

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