Ya en la calle el nº 1036

De mal escritor a lector

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José Marqué

Con 16 años me empeñé en ser escritor. En un alarde de temeridad, trabajé una historia breve, adquirí los conocimientos básicos de edición y llevé aquella desastrosa obra a la imprenta. Un par de semanas después tuvo lugar la presentación del que es, mal que me pese, mi primer libro. En los años sucesivos repetí la experiencia, convencido de que ese era el trabajo para el que había nacido. De lo que no me di cuenta es de que se me daba mejor hablar sobre un escenario y vender un producto propio que escribir.

Tras mi tercera novela empecé a sentirme insatisfecho con el resultado. Había mejorado, pero cuatro años de publicaciones no compensaban la carencia de lecturas que arrastraba desde el colegio. Para ser un buen escritor no debía obcecarme en publicar, sino leer más. La revelación no cayó del cielo. Llegó de boca de cierto autor cartagenero: «¿Cómo te atreves a escribir sin haber leído? Léelo todo, no me jodas. ¿Dónde está Quevedo? Eres español. Te va a dar una osadía imposible de conseguir en otra parte. Cada autor y cada novela te da algo único que necesitas. ¿Cómo te atreves a meterte en ese jardín sin conocer las novelas? Cuando leas, escribes». Desde entonces me he centrado más en leer y formarme, y, cuanto más leo, más descubro todo lo que me falta por leer y, curiosamente, menos pienso en volver a ser escritor.

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