Ya en la calle el nº 1041

Damien Rice y sus perlas

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

ANTONIO F. JIMÉNEZ

Damien Rice suena de película. No en vano, su música ha dado ritmo a algunas escenas cinematográficas, como en el caso del film “Closer”, del año 2004, con la célebre canción “The Blower’s Daughther”. Damien Rice es un cantautor irlandés cuyo disco debut “O” yo diría que es para viajar, para ponérselo uno en la carretera, para escuchar mientras se conduce o nos conducen, para visualizar paisajes irlandeses, hayamos estado allí o no. Rice es una especie de Eddie Vedder sin barba y sin el grunge. No sé si Rice pensará esto, es posible que no. Pero a mí su música me transporta hacia rutas salvajes, me sube a un vehículo. El disco “O” está dedicado a su amigo Mic Christopher, que falleció de una herida en la cabeza en 2001. Por tanto, “O” está lleno de sentimentalismo, de canciones de pérdida, sinceridad y nostalgia. Rice también es una especie de James Blunt por esa voz a veces ronca y casi de llanto. No sé si Rice estará de acuerdo con esto, pero a mí su voz me recuerda, en algunas canciones, a la triDamien Ricesteza más demoledora de Blunt. Damien Rice se mueve como hortelano por todo ese bancal donde se cultivan y crecen las flores del recuerdo.
Aunque, algunas veces, recordar da rabia. “I Remember”, una de las últimas canciones del álbum, refleja este cambio de humor. Empieza tranquila, en plan balada, y uno se amansa y amorronga como un gato con esa voz poderosamente evocadora de la cantante irlandesa Lisa Hannigan, que fue vocalista de Damien Rice hasta el año 2007. Pero a los tres minutos aproximadamente de la canción, surge la voz de Rice, y la música mansa se va trocando en vendaval. De la melancolía tristona de los acordes menores de la guitarra acústica y la voz de Hannigan, se pasa de súbito a una locura eléctrica, a un apelotonamiento de notas, a un griterío que es como el estadillo de una guerra interior. Y se cierra el temazo con unas notas de bajo. Como un eco de bombas a lo lejos. Dejándole a uno abatido, casi derrotado. “I remember” es una de las mejores canciones del disco, de esos temas que te vuelcan y te demuelen y que no pierden la frescura aunque se haya escuchado un trillón de veces. Y aunque el tema dure casi diez minutos.
También hay en “O” otras piedras preciosas, como “Volcano”, “Delicate” y la citada “The Blower’s Daughther”. Son temas que gozan de una asegurada posteridad musical y que tienen el estilo sempiterno del cruce entre el folk intimista de Rice y el indie rock. El disco se cierra con una canción de silencio, una versión de “Silent Night”. Otra vez con la voz cautivadora a capela de Lisa Hannigan. Damien Rice tuvo buen ojo al elegirla. Si Damien Rice ha sido el descubrimiento en general, Hannigan ha sido la perla brillante en la pared de una mina. En fin, con este primer disco de Rice, uno mira a su alrededor condicionado por la sensibilidad del músico irlandés, de modo que a uno se le inyectan los acordes en lo más hondo, y el cielo y las montañas y las aves y todo el alrededor acaba siendo materia poética. Cosas de la música. Quizá sea algo exagerado, pero a veces siento que se me paran los latidos del corazón. Una vez me dijo una amiga que Damien Rice baja la tensión. Cierto. Rice es perfecto para hipertensos. La música, aparte de arte, puede ser el mejor remedio médico. Hasta el título del disco, “O”, tiene forma de pastilla.

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