Ya en la calle el nº 1040

Cuidar al cliente, el secreto del pequeño comercio ante la crisis del Covid19

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

ALFONSO JAVIER FERNÁNDEZ

Camino sin rumbo por las calles de mi pueblo, recorriendo escalones, cuestas, barandillas, casas viejas (algunas que se derrumban), iglesias, árboles, pájaros de esta primavera que casi se nos olvida. En el camino veo a los mayores, que salen a respirar un rato, que saludan (a dos prudentes metros de distancia), a los amigos de siempre, preguntan por la familia, se dan la afectuosa despedida para seguir viviendo. Consigo que ello no me atrape, aunque casi me vuelque infinitamente entre las aristas de este tiempo, de este sol que me habla de nuevo.

Mariana Pérez
Mariana Pérez

Caminar, salir, saludar, la acción pura que el paso de un virus ha detenido por tanto tiempo. Decido ir a tomarme una cerveza al primer local que ha abierto, el lugar de ocio de toda una vida, el Pub Tránsito, donde Pedro (uno de los dueños del local) me recibe con un tercio, un plato de cascaruja y una buena conversación, todo por el módico precio de 1’50 euros, así da gusto que te cuiden. A él le gusta esto del periodismo, “Estaba escuchando la radio hoy y me ha llamado la atención la historia que contaba de sí misma una periodista colombiana harta de las guerras, de la muerte y de la violencia. Me ha gustado oír que ella tomó otra alternativa, le dió alas a un periodismo diferente, eso me gusta”. Para acercarme, para entender qué ha pasado en mi pueblo, sin duda este es el mejor sitio. “Hemos estado dos meses cerrados, pasándolo mal y ahora que hemos vuelto toca respetar las condiciones de salud y trabajar con mucha energía y ganas para salir adelante”, confiesa. Le pregunto sobre las primeras críticas, por algunas imágenes subidas a Facebook en el que se acusaba al local de no cumplir con las medidas de seguridad, “Es fácil hacer una fotografía en un momento determinado, pero eso no representa lo que pasa aquí en el bar. Además, nosotros controlamos lo que está en nuestra mano, separamos las mesas y advertimos a los clientes. No podemos evitar que alguien se pare a saludar, e incluso que algunas personas se abracen y se besen, no está en nuestra mano, a pesar de que intentamos advertir para que disfruten de su consumición con toda la seguridad.”, responde. Y ahí está el espíritu del pequeño comercio, siempre cuidando al cliente en lo mínimo, Pedro me agradece la charla y me concede de manera cómplice 50 céntimos de mi consumición “Te lo cobro como un quinto, gracias por la charla”. Gracias a ti Pedro, por personas como tú se empieza a levantar un pueblo.

Después de mi cervecita me acuerdo de que tengo que comprar un sacacorchos para abrir la botella de vino que quiero compartir con mi hermano y mi madre, pero en el camino me detengo, veo la luz en una tienda pequeña, sencilla pero colorida, con un aire alegre de bienvenida. La librería Librillos, especializada en literatura infantil (aunque tienen de todo), está abierta y me detengo a echar un rato de charla con Juani, la propietaria y orgullosa madre del local (y de dos hijos a los que cría con una voluntad que solo las madres pueden tener).

Soledad en la librería Librillos
Soledad en la librería Librillos

En los primeros minutos, se nos presenta la vida en los ojos. Vuelan en sus palabras, mientras limpia delicadamente algunos libros con desinfectante, dos meses en los que Juani ha tenido que pagar facturas: el alquiler del local, el agua (hidrogea no ha aplazado los pagos), la luz y la espinita que le queda, el impuesto de vehículos, “He tenido la suerte de que me han ayudado con los pagos, el alquiler he podido pagarlo en plazos y algunas otras cosas también pero el impuesto del coche (que se paga una vez al año) ha venido justo este mes y ha afectado a muchos pequeños comercios”, confiesa. En medio de ese caos, Juani se ha reinventado (como muchos pequeños comercios) para seguir vendiendo y pagar algún que otro recibo. “Al principio no pensé en vender por internet, pero un cliente me pidió libros para sus hijas por Facebook. Después de esa primera venta puse un mensaje para dar disponibilidad de los libros a quien los quisiera. He cobrado por bizum y por transferencia bancaria, he mandado los libros por correos y los he dejado en la puerta de casa, al final he tenido que reinventar con lo poco que podía mi negocio para seguir pagando facturas”, dice Juani. Este es un negocio, además, en el que se nota cómo el hecho de que la dependienta cuide a sus clientes se devuelve en forma de gratitud, “No he tenido ningún problema con los clientes, al contrario, me lo han puesto muy fácil. Si un pedido se retrasaba (por las condiciones) siempre lo entendían, estoy muy agradecida a los que han seguido confiando en Librillos y en mí para comprar esos libros”, exclama, mientras sus ojos ilusionados despiertan en cualquiera las ganas de seguir trabajando por un Cehegín mejor. Entre otras confesiones, Juani me aclara su posición, su dificultad para sacar a “la Juani empresaria”, lo suyo es puro amor por su trabajo, dedicación y tiempo para la librería y esfuerzo para apoyar la cultura del pueblo con charlas y eventos en su local. “Estoy deseando que esto acabe para volver a reunir a la gente entorno a un artista con una guitarra y un café”, dice entusiasmada.

Al llegar a casa descanso un rato en el sofá mientras espero a la hora de la llamada con una de las emprendedoras más innovadoras de Cehegín, la tatuadora Mariana Perez Almagro, que debido a las normas de seguridad y sanidad que requiere un estudio de tatuaje ha vuelto al trabajo con una forma especial de funcionar: “Hemos empezado a tatuar otra vez, pero a puerta cerrada y con reservas. Hemos renovado material sanitario que nos ha tardado mucho tiempo en llegar y nos ha costado más de lo habitual, pero a pesar de ello, he decidido que el estudio siga abierto. Ahora toca protegernos más que nunca y tatuar a puerta cerrada es necesario porque si hay clientes esperando mientras tatuamos, ya se rompe el ciclo de limpieza que tenemos para que no haya ningún problema” confiesa. Por otro lado me habla de algunas facilidades que se han dado en su entorno: “La dueña del local me ha facilitado el pago en plazos. Hay asociaciones de tatuadores que han subido plantillas de limpieza para que no se nos olvide tenerlo todo bien cuidado, de cara al cliente es lo más importante. Aún así va ser fácil porque ya de por sí cumplíamos estas medidas de seguridad, ahora sólo tenemos que ampliarlas un poco más para cubrir las necesidades de esta nueva pandemia. Por otro lado, algunos proveedores han hecho rebaja en material para tatuajes y aunque yo fui previsora y compré para todo el año en Enero, sé que le ha venido muy bien a muchas personas que ejercen este oficio”.

Mariana me explica, además, cómo no ha parado de trabajar en estos dos meses: “Para mí es muy importante mantener al cliente, darle la seguridad de que sus tatuajes se van a hacer y de que va a tener sus diseños, así que he estado trabajando en ello. Me he puesto en contacto con los clientes y he ido haciendo sus diseños cobrando pequeños adelantos de cada tatuaje que me han ayudado un poco a pagar el hueco que ha dejado esta crisis. Ahora toca ponerse manos a la obra y tatuar a puerta cerrada”. Para ella, como para muchos otros propietarios, es importante que los clientes confíen en su trabajo, “Es una época difícil para cualquier actividad así que intentamos cuidar al cliente en lo máximo. Lo poco que pedimos a cambio es que confíen en nosotros y que lleven mascarilla en el estudio. Además, para aquellos clientes que se tatúen durante este tiempo voy a regalar bonos descuento para quien quiera hacerse un segundo tatuaje, como agradecimiento a esa inversión que están realizando”, resuelve.

Como Pedro, Juani y Mariana son muchas las personas que vuelven al trabajo estos días, algunos con muchas inseguridades, muchos de ellos tras haberlo pasado muy mal en estos dos meses. No faltan los locales que han tenido que cerrar por no poder pagar las facturas ni tampoco esos otros que se han tenido que reinventar para seguir haciendo ventas con toda la seguridad para el consumidor.  Poco a poco las puertas de estos pequeños comercios empiezan a abrir y es ahora más que nunca que necesitan que confiemos en ellos para seguir adelante tras este duro bache.

El Ayuntamiento de Cehegín, por su parte, ha apoyado medidas como la publicidad en apoyo al pequeño comercio por las calles del pueblo y el traslado del mercadillo de cada miércoles al parque Ginés Ibáñez. Además ha anunciado ayudas económicas, 250000€ para Reactivación Económica y 231850€ para servicios sociales. A pesar de ello muchos negocios todavía no saben cómo acceder a estas ayudas y los asesores del municipio no han sido informados, así que se espera un comunicado por parte del Ayuntamiento para saber más sobre estas ayudas.

Por otra parte el CMI (Centro de Mujer e Igualdad) está impulsando a través de Facebook a las pequeñas autónomas de la localidad, contando historias como la de Rebeca, dueña de la tienda de chucherías ‘Gusilandia’ que ha repartido pedidos a domicilio durante toda la cuarentena.

Una vez más el pueblo se une ante las desgracias y es importante que sepamos que estos negocios cumplen todas las medidas para que nuestra salud y nuestra economía prosperen sin complicaciones. Toca devolver ese humilde servicio que prestan personas como Pedro, Juani y Mariana, toca salir a la calle y apoyar al pequeño negocio de nuevo, agradecer ese trabajo medido al milímetro para cuidar de nosotros.

 

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