JESÚS MARTÍNEZ
Ilustración: ANA VACAS
Se ha cerrado la sonrisa
de la mañana de Mayo,
la primavera se escapa
sin pasarnos por las manos
y agitan los cascabeles
muy en silencio su llanto.
Pero yo no me conformo,
¡yo vestiré mi caballo!
Primero será el pañuelo
sobre mi cuello anudado,
tan rojo como la sangre
que en mis venas
se ha parado.
Bajo mi camisa blanca
el vello muy erizado:
que detrás de los cristales
vibren las Fiestas de Mayo.
Y no se espante la gente
que no hemos perdido un año,
que ganamos el coraje
y el sacrificio esperado
por la Santísima Cruz
que nos mantiene al cuidado.
Con hilos de sol y luna
enjaezado mi caballo,
pasará por la Gran Vía
sin vivas y sin aplausos.
Será la Esperanza un vino
que se emocione en mis labios
aunque me aguarde el Castillo
tan sólo como un extraño.
Y no se espante la gente
si me ve correr soñando,
enmudeciendo relojes
con mi caballo castaño:
en casa estará mi sangre
sujeta por mil candados
pero mi alma es Primavera
y mi tiempo es Dos de Mayo…