Ya en la calle el nº 1040

Coronavirus : Chacun de nous est concernè

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

Giulio Consoli

En mayo del 1968 Dominque Grange cantaba “Chacun de vous est concernè” (cada uno de vosotros es culpable) refiriéndose a todos los que prefirieron ignorar la tentativa de cambiar el mundo en el “Mayo Francés” . Hoy, después de 51 años, todos tenemos que entonar un “mea culpa” por haber subestimado, casi ignorándolo, al Covid 19. Pero la cuestión tiene también efectos y consecuencias sociales.


Soy Italiano, y aquí parece que estemos en guerra, o en un apocalipsis de los que se ven por la televisión. Hay colas de más de una hora para hacer compras u obtener algo en la farmacia ya que hay que guardar la distancia para entrar y evitar así la concentración de personas en la misma área Todos los negocios que no venden productos de primera necesidad están cerrados. Son ya emblemáticas las fotografías de Roma vacía como nunca ha estado desde el final de la II Guerra Mundial. Los que estudiamos tenemos que seguir aprendiendo con clases en línea por internet, con un horario reducido. El Ministerio de Educación  todavía no sabe cómo ni cuándo se podrán poner las notas, porque hay riesgo de que los colegios estén cerrados hasta junio y que ya no se vuelva a la escuela este año, y sobre todo no se sabe qué hacer con la Prueba de Acceso a la Universidad porque, aunque se volviese a las clases en mayo, siendo optimistas, la mayoría del programa no habría sido impartido. 

La policía, con la ayuda del ejército, está en las calles para evitar que las personas den vueltas innecesarias, denunciando a los que no tienen una justificación por motivos urgentes y serios. Solo se puede dar un pequeño paseo cerca de la propia casa. Unas 90.000 personas han sido denunciadas hasta hoy. Y el Gobierno ha aprobado la utilización de drones para controlar a quien no respecta a la prohibición. Además fueron llamados a trabajar doctores y enfermeros jubilados para ayudar.

Otro problema que se añade a esta delicada situación es el miedo. La American Psycologichal Association ha declarado que esta situación, que rompe la rutina de la gente, crea un clima de ansia comparable a un verdadero trauma, que induce por ejemplo a la gente a salir a sus balcones para cantar el himno nacional y gritar que todo irá bien, o por el contrario impulsa a otros a seguir saliendo a la calle negando el virus o incluso hay quien se ve inducido a buscar por internet teorías conspiratorias. 

Ahora es importante entender la realidad sin extremos: hay una pandemia pero no va a acabarse el mundo aunque claramente hay un riesgo para muchos si no respetamos lo que debemos hacer. Además tenemos que reflexionar un poco. Hemos vivido siempre pensando ser invencibles, inmortales, dioses, ilusionados con el mito del “self made man” estadounidense, del todo es posible, hemos utilizado a la gente como objetos de usar y tirar creando una sociedad líquida. Este virus no es un castigo divino pero nos recuerda que la economía, el dinero, las guerras y el odio no tienen sentido y que la cosa más valiosa son las personas a las que queremos, a la que echamos de menos, que la tecnología puede realmente ser un medio útil en estas circunstancias y que las libertades que dábamos por descontado son nuestro mayor valor.

En un mundo que está dominado por la prisa tenemos una pequeña pausa de reflexión, ¡no la desperdiciémos!  Ya solo podemos esperar, dejar trabajar a quien sabe y estar en nuestras casas. Y recordar siempre que después de cada noche siempre amanece.

 

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