Ya en la calle el nº 1037

Como solo los corazones infantiles son capaces de sentir y transmitir

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Ana Abril Sánchez. Tutora de 5º de primaria, Colegio Amor de Dios, ganadores del concurso periodístico del semanario El Noroeste

Lo que hacemos para uno mismo muere con nosotros, pero lo que hacemos por los demás puede perdurar en el tiempo eternamente.

Esta reflexión me vino a la mente viendo disfrutar a mis alumnos durante nuestra estancia en La Warner, donde viajamos el viernes 8 de Junio. El viaje a dicho parque, fue el premio que el periódico del Noroeste nos otorgó por quedar ganadores del concurso que el noticiero convocó y que consistía en la elaboración de un periódico escolar con motivo de su 20 aniversario.

Dicho concurso iba dirigido a los cursos de 5º de primaria de todos los Centros Escolares de la Comarca del Noroeste y río Mula

Pues bien, algo que parecerá muy simple en los tiempos que vivimos, ya que todos viajamos y tenemos acceso a tantas cosas, resultó una aventura especial, pues esta excursión la habían ganado ellos, mis alumnos, y todos lo disfrutaron con toda la alegría y energía, como solo los corazones infantiles son capaces de sentir y transmitir. Así lo percibí yo, una maestra con años de experiencia, que creía que nada podría provocar tal sentimiento de sorpresa ante el entusiasmo vivido por mis alumnos.

A las 5:40 h, todos estábamos en el apeadero, espabilados y listos para partir.

Además de los niños y yo misma, venían acompañándonos una profesora de apoyo, compañera del cole, Dioni López y 4 adultos padres de mis alumnos.

La primera sorpresa la tuvimos con el conductor, antiguo alumno de nuestro colegio y excelente persona, Jose Mª Carmona. Gracias a él nos sentimos seguros y el viaje resultó agradable y sin sobresaltos.

Tanto la ida como la vuelta la hicimos tomando la autopista de peaje, por la que discurría muy poco tráfico, de modo que nuestra seguridad en la carretera aumentó enormemente.

Gracias al periódico del Noroeste, por su gesto (uno más) de generosidad, que demostró al no reparar en un gasto extra, como lo fue, el tomar la autopista de pago.

El viaje fue agradable y cómodo, en un autobús muy nuevo –gracias a la agencia de viajes AIXA.

Ni el madrugón de la ida, ni el cansancio de la vuelta, pudieron apaciguar el estado de entusiasmo y excitación que mis alumnos sintieron durante toda la jornada. No pararon de hablar, cantar, reír…

¡Estos niños no había manera de callarlos!

No había justificación para echar una cabezadita en el autobús, cada segundo había que aprovecharlo, vivirlo, con los ojos bien abiertos y comentando todo lo que les venía a la cabeza…, y lo que no les venía también.

El viaje tuvo dos paradas obligadas –una a la ida y otra a la vuelta- para descanso del conductor y avituallamiento de mi pequeña tropa.

Por fin llegamos a La Warner. Se veían numerosos grupos de niños con profesores y monitores, pero la entrada fue rápida.

Lo primero fue la foto de grupo y a continuación la organización de pequeñas patrullas, ya que cada cual tenía sus preferencias.

La jornada se presentaba dura ya que el buen tiempo no nos acompañaba; llovió durante todo el día de forma intermitente, pero eso, ¿qué importancia podría tener para mi grupo de escolares? Ninguna.

A mi tropa no le supuso ningún inconveniente. Nuevamente, no me decepcionaron. Me demostraron que son “niños todo terreno” y que la adversidad no puede con su coraje. Además, entre lluvia y claro, lograron mimetizarse con el borrascoso día, subiendo a atracciones de agua; Cataratas Salvajes, Río Bravo, Rápidos ACME y bajando de éstas, más empapados de lo que la lluvia que caía del cielo los había puesto. Calados, pero felices.

Cuando salían de una atracción lanzaban miradas ansiosas a su alrededor; había que buscar otra a la que subir lo antes posible: la Montaña Rusa de Superman, la de Batman, Sillas Voladoras de Mr. Freeze, el Invertidor Lex Luthor, La venganza del Enigma, Hotel Embrujado… Corrían por las avenidas y desaparecían, de pronto, asomaba otro grupo por otra calle… Algunos jugaban a conseguir muñecos de peluche, relojes, cachivaches y miles de objetos, pescando, lanzando pelotas, anillas, colando bolas por agujeros, disparando con escopetas de agua a presión…

A mediodía encontramos un restaurante con menú infantil, y allí acampamos a reponer fuerzas y descansar, aunque ellos no mostraban ningún cansancio.

Comieron bien, administrando su dinero, y haciendo sus cuentas para pasar la tarde. Esta fue más de lo mismo, con el añadido de espectáculos divertidos y emocionantes: La Loca Academia de Policía, Expediente Warren: Pasaje del terror y Gotham City.

Por último, un deslumbrante desfile, con todos los personajes del Parque, que con sus vehículos, carrozas y trajes, nos mostraron el mundo del cine de Hollywood.

El parque cerraba ya sus puertas, pero ellos (mis alumnos) tenían una larga lista de atracciones que volver a disfrutar u otras a las que subir, pues no tuvieron tiempo durante toda la jornada.

El día dio muchísimo de sí, pero aún querían más. No pudo ser. Tocaba subir al autobús y relajarse.

Y como la gratitud en silencio no sirve para nada, quede constancia para todos los integrantes del periódico del Noroeste que nuestro premio lo disfrutamos a tope y que mis alumnos ese día de felicidad compartida, vivido en la Warner, lo recordarán siempre asociado al Periódico del Noroeste.

Gracias, muchas gracias de parte de todos nosotros, y…

¡Hasta la próxima!

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