Ya en la calle el nº 1040

¿Cómo saber si estás en una situación de riesgo? Respuesta de una adolescente a un cuestionario de malos tratos en pareja

Facebook
Twitter
LinkedIn
Pinterest
Pocket
WhatsApp

Añade aquí tu texto de cabecera

Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

Cuestionario de violencia de género contestado por una adolescente de 16 años tras su vivencia con un ex novio.

-Exige explicaciones y quiere sabSi te pega no te quiereer en todo momento lo que haces.

No podía salir a la calle, y si lo hacía me llamaba constantemente y controlaba el tiempo que estaba fuera. Cuando iba a algún sitio tenía que avisarlo, sino, aunque fueran cinco minutos a la librería se enfadaba conmigo. No podía conectarme a redes sociales sin avisarlo, vigilaba todos mis movimientos e incluso buscaba confirmaciones de gente ajena.

–    Quiere controlar o cambiar tu forma de vestir, tus pensamientos y decisiones.
Debía estar de acuerdo con él en cada momento, aceptar todo lo que me dijera y hacerle caso. Intentaba siempre cortarme las alas o disipar ideas que me hicieran independiente. No podía tener un punto de vista distinto al suyo porque sino discutíamos o yo era “una niñata que no sabía nada”. Por cada cosa buena me ponía un pero. Criticaba muchas veces mi forma de vestir, no le gustaba, no porque fuera provocativa, sino porque no le agradaban los colores, el modelo…o criticaba mis prendas de ropa y cuando veía que las demás chicas las llevaban entonces sí que le gustaban. Constantemente me repetía que me alisara el pelo. (Por cierto, la chica en cuestión tiene una hermosa melena rizada que a todos gusta…excepto a él…o tal vez el problema es que llamaba en exceso la atención y era eso lo que no le gustaba).

–    Critica a tu familia y a tus amistades.

Desde el comienzo de la relación puso a mi familia por debajo de él e hizo que estuviera en contra de ellos, haciéndome creer que eran malos, que no me querían y que deseaban  mi infelicidad, que solo él me comprendía. Cuando me hice amiga de los amigos actuales todos fueron criticas y burlas, además, siempre había controlado con quien hablaba, salí o me juntaba, no bastaba que yo le asegurara que eran buenas personas, tenía que comprobarlo él.

–    Te hace responsable de lo que ocurra y consigue que te sientas culpable.

Tras una discusión siempre conseguía que yo acabara pidiéndole perdón y me sintiera culpable, apuntándose una nueva victoria, utilizaba su “psicología inversa”. No importaba que la discusión o los problemas tuvieran su origen en algo que él hubiera hecho mal, siempre sabía encontrar, destacar y hacer como única la supuesta  culpa que yo tuviera. O bien, si le renegaba o me enfadaba me hacía creer que no tenía motivos o que él tenía más que reprocharme. El giro de 180 grados a su psicología inversa fue un punto clave de mi “despertar”.

–    Te compara con otras mujeres y te humilla.

Nunca era lo suficientemente buena para él, siempre había otra chica que me superaba en algo. No solo no se cortaba en evaluar a otras chicas con sus amigos, sino que a lo mejor, por si no era suficiente descaro, lo hacia delante mío y me lo decía a mi, comparando mi forma de vestir, de ser, mi pelo, ojos, cuerpo…con ellas, siendo muchas de ellas conocidas mías, quería convertirme en un puzzle de lo que le gustaba de cada una, quería que copiara formas de vestir, por ejemplo, de pintarme o de ser. Pero todo se arreglaba con su frase “pero bueno, en conjunto, tu eres mas completa, además no las conozco, me quedo contigo”.

–    Te amenaza con abandonarte.

Cuando intentaba imponerme un poco, las discusiones subían de tono y él amenazaba con que un día se cansaría de mis tonterías y me dejaría, yo enseguida me doblegaba. En el caso contrario de preguntarle “¿Por qué no lo haces?” Me respondía “y yo qué sé, por lástima porque luego me sentiría mal y en el fondo te quiero, pero verás al final…”. A lo que yo respondía: “si tan mal estás hazlo, nadie te lo impide, si tan mala soy, adelante” su contestación era “pues algún día verás, porque como tú y mejores que tú, en Murcia tengo muchas”

–    Hace que sientas lástima de él.

Cuando el susto se lo di yo, empezó a llamarme diciendo que era la mujer de su vida, que no podía estar sin mi, que se ha dado cuenta de que como yo no hay nadie…Pero al ver que yo no cedía, comenzó a amenazarme con que se suicidaría o cometería una locura si no volvía con él, además, decía que si sería capaz de vivir con eso, sabiendo que lo haría por mí…En muchas ocasiones, cuando discutíamos y veía peligrar la relación recurría a decirme que estaba triste porque sentía que lo dejaría, que soy mucho para él…pero no hacía nada por demostrarme que me quería  de verdad.

–    Piensa que las mujeres tienen que estar subordinadas a los hombres, que son inferiores y que les pertenecen.

Muchas veces mostraba comportamientos o hacía comentarios muy machistas sobre la forma en que educaríamos a nuestros hijos (en el caso de seguir la relación en un futuro y tenerlos). Si era chico haría lo que le diera la gana, pero si era chica habría que controlarla. Daba a entender que las tareas domesticas son cosas de mujeres y me dejaba claro que aunque yo trabajara el no cogería una escoba. Además, en su casa no ayudaba en nada a su madre ni realizaba ninguna tarea, ni siquiera recoger los platos. Pero todo  se lo tomaba en plan de broma. Defendía la idea de que el hombre es el fuerte y la mujer a la que hay que proteger y el tema de la independencia de la mujer lo veía una idiotez.

–    Te obliga a tener relaciones sexuales cuando él quiere, acusándote si no de “estrecha o fría”.

No importaba si tenía ganas o no, si estaba con la regla o no fuera el momento o no dispusiéramos de lo métodos adecuados, debía de ser donde, como y cuando el quisiera. Al principio era muy “respetuoso” y “comprensivo” dentro de la obligación que ejercía sobre mí. Pero cada vez le daba más importancia y era más exigente, hasta el punto que le daba igual mi opinión. Además era consciente de que yo no lo deseaba y me arrepentía, pero se encargaba de manipularme o hacerme sentir mal y así convencerme. En el momento que dije “no mas” me convertí para el en alguien que daba pena y

-Exige explicaciones y quiere saber en todo momento lo que haces.

No podía salir a la calle, y si lo hacía me llamaba constantemente y controlaba el tiempo que estaba fuera. Cuando iba a algún sitio tenía que avisarlo, sino, aunque fueran cinco minutos a la librería se enfadaba conmigo. No podía conectarme a redes sociales sin avisarlo, vigilaba todos mis movimientos e incluso buscaba confirmaciones de gente ajena.

–    Quiere controlar o cambiar tu forma de vestir, tus pensamientos y decisiones.
Debía estar de acuerdo con él en cada momento, aceptar todo lo que me dijera y hacerle caso. Intentaba siempre cortarme las alas o disipar ideas que me hicieran independiente. No podía tener un punto de vista distinto al suyo porque sino discutíamos o yo era “una niñata que no sabía nada”. Por cada cosa buena me ponía un pero. Criticaba muchas veces mi forma de vestir, no le gustaba, no porque fuera provocativa, sino porque no le agradaban los colores, el modelo…o criticaba mis prendas de ropa y cuando veía que las demás chicas las llevaban entonces sí que le gustaban. Constantemente me repetía que me alisara el pelo. (Por cierto, la chica en cuestión tiene una hermosa melena rizada que a todos gusta…excepto a él…o tal vez el problema es que llamaba en exceso la atención y era eso lo que no le gustaba).

–    Critica a tu familia y a tus amistades.

Desde el comienzo de la relación puso a mi familia por debajo de él e hizo que estuviera en contra de ellos, haciéndome creer que eran malos, que no me querían y que deseaban  mi infelicidad, que solo él me comprendía. Cuando me hice amiga de los amigos actuales todos fueron criticas y burlas, además, siempre había controlado con quien hablaba, salí o me juntaba, no bastaba que yo le asegurara que eran buenas personas, tenía que comprobarlo él.

–    Te hace responsable de lo que ocurra y consigue que te sientas culpable.

Tras una discusión siempre conseguía que yo acabara pidiéndole perdón y me sintiera culpable, apuntándose una nueva victoria, utilizaba su “psicología inversa”. No importaba que la discusión o los problemas tuvieran su origen en algo que él hubiera hecho mal, siempre sabía encontrar, destacar y hacer como única la supuesta  culpa que yo tuviera. O bien, si le renegaba o me enfadaba me hacía creer que no tenía motivos o que él tenía más que reprocharme. El giro de 180 grados a su psicología inversa fue un punto clave de mi “despertar”.

–    Te compara con otras mujeres y te humilla.

Nunca era lo suficientemente buena para él, siempre había otra chica que me superaba en algo. No solo no se cortaba en evaluar a otras chicas con sus amigos, sino que a lo mejor, por si no era suficiente descaro, lo hacia delante mío y me lo decía a mi, comparando mi forma de vestir, de ser, mi pelo, ojos, cuerpo…con ellas, siendo muchas de ellas conocidas mías, quería convertirme en un puzzle de lo que le gustaba de cada una, quería que copiara formas de vestir, por ejemplo, de pintarme o de ser. Pero todo se arreglaba con su frase “pero bueno, en conjunto, tu eres mas completa, además no las conozco, me quedo contigo”.

–    Te amenaza con abandonarte.

Cuando intentaba imponerme un poco, las discusiones subían de tono y él amenazaba con que un día se cansaría de mis tonterías y me dejaría, yo enseguida me doblegaba. En el caso contrario de preguntarle “¿Por qué no lo haces?” Me respondía “y yo qué sé, por lástima porque luego me sentiría mal y en el fondo te quiero, pero verás al final…”. A lo que yo respondía: “si tan mal estás hazlo, nadie te lo impide, si tan mala soy, adelante” su contestación era “pues algún día verás, porque como tú y mejores que tú, en Murcia tengo muchas”

–    Hace que sientas lástima de él.

Cuando el susto se lo di yo, empezó a llamarme diciendo que era la mujer de su vida, que no podía estar sin mi, que se ha dado cuenta de que como yo no hay nadie…Pero al ver que yo no cedía, comenzó a amenazarme con que se suicidaría o cometería una locura si no volvía con él, además, decía que si sería capaz de vivir con eso, sabiendo que lo haría por mí…En muchas ocasiones, cuando discutíamos y veía peligrar la relación recurría a decirme que estaba triste porque sentía que lo dejaría, que soy mucho para él…pero no hacía nada por demostrarme que me quería  de verdad.

–    Piensa que las mujeres tienen que estar subordinadas a los hombres, que son inferiores y que les pertenecen.

Muchas veces mostraba comportamientos o hacía comentarios muy machistas sobre la forma en que educaríamos a nuestros hijos (en el caso de seguir la relación en un futuro y tenerlos). Si era chico haría lo que le diera la gana, pero si era chica habría que controlarla. Daba a entender que las tareas domesticas son cosas de mujeres y me dejaba claro que aunque yo trabajara el no cogería una escoba. Además, en su casa no ayudaba en nada a su madre ni realizaba ninguna tarea, ni siquiera recoger los platos. Pero todo  se lo tomaba en plan de broma. Defendía la idea de que el hombre es el fuerte y la mujer a la que hay que proteger y el tema de la independencia de la mujer lo veía una idiotez.

–    Te obliga a tener relaciones sexuales cuando él quiere, acusándote si no de “estrecha o fría”.

No importaba si tenía ganas o no, si estaba con la regla o no fuera el momento o no dispusiéramos de lo métodos adecuados, debía de ser donde, como y cuando el quisiera. Al principio era muy “respetuoso” y “comprensivo” dentro de la obligación que ejercía sobre mí. Pero cada vez le daba más importancia y era más exigente, hasta el punto que le daba igual mi opinión. Además era consciente de que yo no lo deseaba y me arrepentía, pero se encargaba de manipularme o hacerme sentir mal y así convencerme. En el momento que dije “no mas” me convertí para el en alguien que daba pena y en una puta.

–    Exige cariño y dedicación completa, aunque él no lo haga.

El debía ser mi Dios y debía tenerlo todo controlado, tenía que estar siempre bien con el, pendiente de el, halagándole, tener ojos solo para el, aceptar todo lo que el me dijera, ser mi primera prioridad y preocupación, si no, es que no lo quería o no me importaba, a pesar de que el no cumpliera todas estas cosas conmigo.

–    Te hace creer que sabe más que tú.

Nunca podía llevar razón o si había algún tema no podía debatir, pues yo era pequeña y una inmadura, si en algo pretendía destacar sobre el, se encargaba de tirarme por los suelos, odiaba la idea de que pudiera superarlo en algo (como el tema académico en el que por muchos sobresalientes que obtuviera yo, nunca eran suficientes o “ya me enteraría cuando cursara niveles superiores). Siempre procuraba quitarle mérito a mis logros como persona. El hecho de que yo demostrara mas conocimiento, responsabilidad o le renegara por no hacer bien las cosas eran palabras sordas que salían de la boca de alguien que no sabía nada de la vida, que era una amargada  o una niñata.
Su frase estrella era: “veremos a ver qué notas sacas cuando estés en el curso que yo estoy” o “tú qué sabrás”.

–    Es excesivamente celoso y posesivo.

Los celos le perdían, no soportaba que hablara ni con compañeros de clase, controlaba todos mis mensajes de móvil, mis llamadas, contactos y me obligaba a borrar a los chicos de las cuentas sociales así como me prohibía relación alguna con un chico a no ser que el lo conociera bien ( y tampoco le hacía gracia) pues no soportaba que me riera o me llevara bien con ellos. Además los celos eran tales que ni siquiera podía decir que me gustaba un famoso. Eran muy frecuentes en el las frases del tipo “eres solo mía”. Además tenía una doble cara: en ocasiones me “exhibía” como a un trozo de carne, en plan “mira qué buena está mi novia”, pero siempre dejaba claro que era de su propiedad, sin embargo rara vez me mostró respeto o admiración en público hacia mi ni dió a entender que me amaba como hacía yo. Nunca escuché de nadie “cómo te quiere chica”.

–    No controla sus impulsos, hace todo de forma desproporcionada y se irrita fácilmente.

Enseguida se cabreaba o se tomaba a mal cualquier palabra que no pensara antes de decirle, alterándose y viendo fantasmas donde no los había. No pensaba las cosas antes de hablar y le daba igual si decía algo que me hacía sentir ofendida.

–    Después de sus pérdidas de control, se comporta normal, como si no hubiera pasado nada.

Tras cada discusión el proceso era el mismo: que me amaba, que me quería, que no quería perderme, que cambiaría, que lo perdonara, que estaba muy mal por mí…eso en el caso de que yo acabara llorando.
En caso contrario el final concluía con su ego y poder crecidos y como un archivador más que para el no tenía importancia.
El día que me puso la mano encima me demostró que ni siquiera había pensado en ello cuando al día siguiente ni lo recordaba.

EL MEJOR INDICADOR DE CÓMO ES NUESTRA PAREJA ES PENSAR SI NOS HACE SENTIR BIEN O MAL.

¡Suscríbete!

Recibe cada viernes las noticias más destacadas de la semana

Facebook
Twitter
LinkedIn
Pinterest
Pocket
WhatsApp

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.