JAIME PARRA
Mariano Nadal y Francisca Jiménez tienen su carnicería ChiChas en la Plaza de Abastos de Bullas, sus orígenes datan de 1920
Según cuenta Marina Nadal, esta carnicería centenaria la fundaron sus bisabuelos Mariano Nadal y María Campos en la calle de la Tercia en una habitación alquilada de una posada; sus abuelos Juan Nadal e Isabel Duque la trasladaron primero a un local de la avenida de Cehegín y después a otro en la calle Camino Real.
Fue en 1968 cuando se mudaron a la Plaza de Abastos, su actual ubicación.
Cuatro generaciones de una misma familia ofreciendo carnes y embutidos de calidad con un trato cercano y un conocimiento que no pueden ofrecer los grandes supermercados.
En ChiChas elaboran cada día productos diferentes, por ejemplo, en cuanto a hamburguesas cuentan ya con trece tipos diferentes; también destacan sus embutidos artesanales: chorizos, morcillas, salchichas de vino o la perejila y el relleno, cada vez más difíciles de encontrar.
Con Marina el negocio se ha modernizado: las redes sociales y, sobre todo, whatsapp le han permitido mantener el contacto con sus clientes, algo fundamental en este tiempo de pandemia.
“Con la pandemia hemos trabajado por whatsapp, creo que fuimos de los primeros en Bullas. Tuvimos que buscarnos la vida de cómo llegar al cliente para que estuviera el mínimo tiempo en la tienda. El 16 de marzo decidí hacer un tipo de protocolo a seguir: se hacía el pedido por whatsapp, yo les daba el ok y se les avisaba para venir, era solo pagar e irse”, explica Marina, quien realizaba vídeos con los quesos o carnes que tenían en el ChiChas para hacérselo más cómodo a los clientes, clientes que han aumentado en estos meses. Aunque la Navidad se presenta incierta, por estos días ya tenían más cliente, pero estos se encuentran a expensas de conocer las limitaciones para estas fiestas.
ChiChas trabaja de lunes a sábado, un negocio que lleva muchas horas porque, a diferencia de un supermercado, en un negocio familiar se encargan de todo, desde la contabilidad hasta la decoración. Pero a Marina le compensa: “es muy chulo llegar y decir estoy atendiendo a una clienta a quien en sus inicios le atendía mi madre. Una abuela compraba en el negocio y ahora la bisnieta sigue comprando. De generación a generación se ha ido manteniendo. Para lograrlo hay que trabajar mucho. Hacerlo lo más cómodo posible, tratarlo con familiaridad. A mí me gusta, soy una fiel seguidora y luchadora por mantener los comercios de barrio vivos. Porque ayudan al pueblo de muchas formas. Es más fácil aparcar en un supermercado, pero el trato no es el mismo ni la calidad ni la orientación: tú ya conoces los gustos del cliente y lo puedes aconsejar”.
En la Plaza de Abastos, remodelada hace pocos años por el Ayuntamiento, al que Marina agradece que atendiera a sus sugerencias para mejorar este emblemático lugar, puedes encontrar de todo: una panadería, una pescadería, una tienda de ropa, otra de especias, una churrería… y ChiChas, una carnicería centenaria, siempre en manos de la misma familia, regentada por el mismo apellido.