Carlos Díaz Bermejo/Profesor de Biología y Geología
Que existe una gran diversidad de especies de seres vivos en nuestro planeta es bien conocido. Lo llamamos la Biodiversidad y son numerosas las fuentes que la han divulgado entre nosotros. Pero lo que es menos conocido para el ciudadano medio es el sustrato material sobre el que todos esos seres vivos desarrollan su existencia, un escenario formado por rocas, agua y atmósfera, componentes sin cuya presencia determinante la vida no sería posible; son un conjunto de factores fisico-químicos que conforman lo que los científicos llaman la Geosfera, o simplemente la Gea. Y al igual que la Biosfera, la Gea es diversa, por lo que podemos también hablar de la Geodiversidad, es decir, las diferentes características de ese ambiente geológico en el que se desarrolla la vida. En algunos lugares, esa diversidad geológica tiene valores intrínsecos que los hacen especialmente interesantes, sea para los científicos o para el público en general, bien por la cantidad de información que pueden aportar a nuestro conocimiento científico, bien por su belleza y singularidad o, incluso, por contener elementos que favorecen, por ejemplo, las actividades económicas o recreativas, entre ellas el turismo. Hablamos entonces de los Lugares de Interés Geológico, los LIG’s, que conforman un patrimonio no por poco conocido menos importante que el biológico, el histórico o el cultural: hablamos de nuestro Patrimonio Geológico.
Poco a poco, la apreciación de la importancia de este patrimonio relacionado con la Gea está conduciendo, entre ciudadanos y gobernantes, a una mayor conciencia de la necesidad de su conservación. Nacen así distintas figuras de protección entre las que destaca, en la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia, la declaración de Monumentos Naturales, un reconocimiento que nuestras autoridades han concedido ya a cinco lugares, tres de ellos en las comarcas del Noroeste y Río Mula: La Sima de la Higuera, en Pliego, la Capa Negra del Barranco del Gredero, en Caravaca y, el más reciente, el Salto del Usero, en Bullas; enclaves muy diferentes entre sí, pero que comparten el poseer una naturaleza excepcional que nos maravilla o nos sorprende y que está detrás de su merecido galardón. Tres declaraciones que esperemos que no sean las únicas, pues nuestra comarca está repleta de valores geológicos candidatos a la nominación y es previsible y deseable que en el futuro se produzcan más. No podemos olvidar las Fuentes del Marqués, las series cretácicas del río Argos y el Estrecho de la Encarnación, con la Cueva Negra, en Caravaca, el volcán del Salmerón y los Calares de Zaén, en Moratalla, o el entorno del Santuario de la Esperanza y el volcán de rocas ultrapotásicas del Cerro Negro, en Calasparra, entre otros muchos puntos geológicos interesantes descritos en nuestra comarca. En este sentido, la reciente declaración, por parte de la Comisión Estratigráfica Internacional, de una sección de estratos del Cretácico inferior en el río Argos como Estratotipo Global del Límite Hauteriviense-Barremiense y la correspondiente concesión de un «Clavo dorado» para marcar dicho límite, hacen pensar en otro posible Monumento Natural en el futuro para el lugar, pues una declaración internacional de este tipo es uno de los motivos para el reconocimiento de tal figura de protección. ¡Y, por si fuera poco, hay otra candidatura de «clavo dorado» en Cañada Lengua (Cehegín)!
Si nos centramos en lo que ya se conseguido, ¿qué tienen de peculiar los tres lugares hasta ahora declarados? Es evidente que para saber de qué nos hablan, qué nos cuentan, debemos escuchar el mensaje oculto que está grabado en sus rocas.
El primero de los tres en ser reconocido como Monumento Natural, en 2020, fue la sima de la Higuera. Fue el tercero de la Región de Murcia en alcanzar este importante título, tras el Monte Arabí, en Yecla, y las Gredas de Bolnuevo, en Mazarrón. Más tarde, en 2021, alcanzó esta categoría la Capa Negra del Barranco del Gredero, y un año después le tocó el turno al paraje del Salto del Usero. No es intención de este artículo el describir, con profusión de datos, los valores geológicos de todo tipo que han hecho a estos tres lugares tan singulares merecedores del citado reconocimient: hay suficiente información bibliográfica y en internet para el que quiera curiosear en los motivos o profundizar en sus detalles. Lo interesante es remarcar aquí lo que tienen de diferente, pese a compartir una base común en cuanto a que son espacios de gran importancia geológica. Vamos a ello.
La Sima de la Higuera de Pliego nos cambia los esquemas en cuanto a cómo se forman las estalactitas, las estalagmitas y todas esas morfologías tan bellas y sugerentes que contemplamos extasiados en las cavidades subterráneas, que aquí no están producidas por aguas de infiltración que circulan de arriba abajo, lo habitual, sino de abajo a arriba por la acción de aguas termales muy calientes que ascienden desde gran profundidad, donde se han cargado de carbonatos de calcio que luego se van depositando por precipitación química en grutas también formadas por la acción del agua, dando lugar en este caso a extrañas formas como son los conocidos «dobles conos», un tipo de estalagmita único en el mundo.
En cambio, la Capa Negra del Barranco del Gredero es una fina capa arcillosa oscura, un antiguo barro de fondos marinos del pasado, que nos cuenta una historia plausible sobre cómo desaparecieron hace 66 millones de años los dinosaurios, esos seres que nos fascinan tanto desde niños, y muchas otras especies de seres vivos, por la colisión de un meteorito gigante contra la Tierra, un acontecimiento que generó un dramático cambio climático y ambiental global. Este nivel arcilloso, que ha sido estudiado por investigadores de todo el mundo, no es el único tesoro geológico de interés en el barranco, razón por la cual gran parte del Gredero ha entrado también en la declaración de Monumento Natural, una circunstancia que nos obliga aún más a su necesaria protección con vistas a futuras investigaciones científicas. Necesitamos conocer más sobre los riesgos de cambios rápidos y catastróficos en el planeta, pues el saber que estos eventos, aunque sean poco frecuentes, realmente ocurren, nos hace también replantearnos los factores que influyen en nuestra propia supervivencia como especie.
Por su parte, el Salto del Usero nos hace ver lo cambiante que es la superficie de nuestro planeta, especialmente cuando interviene ese gran agente, creador y destructor a la vez, que es el agua; nos permite recrear antiguos ambientes lacustres en los que se acumulaban lentamente, a lo largo de cientos de miles de años, los travertinos, la «piedra tosca», resultado del lento depósito de la cal del agua sobre las plantas, y comprender cómo esos antiguos ambientes se transforman después por la acción erosiva de ríos como el Mula, controlada por factores climáticos y geológicos, en el precioso salto y la poza que contemplamos hoy. Un paisaje en el que el líquido elemento ha condicionado los usos humanos a lo largo de los siglos, no sólo en el plano económico sino que ha sido fuente de placer para todos los que aprovechaban el lugar para un refrescante baño veraniego. Es por ello que éste sea quizás, de nuestros tres Monumentos Naturales, el de mayor atractivo para el gran público, por su valor recreativo y su accesibilidad, pues la Sima de la Higuera, por su difícil acceso y su fragilidad, tiene restringidas las visitas a científicos y espeleólogos, y el Barranco del Gredero es un paraje agreste que requiere de una adecuada guía y explicación geológica para su acceso y cabal comprensión.
En resumidas cuentas, tenemos tres Monumentos Naturales que nos hablan de los complejos fenómenos que ocurren bajo nuestros pies (Sima de la Higuera), los impredecibles peligros procedentes del cosmos (Capa Negra), y los procesos que tienen lugar en la superficie terrestre relacionados con el agua y la evolución del paisaje (Salto del Usero). Tres manifestaciones de la dinámica transformadora de la Tierra, responsable de aquellos cambios que acompañan al desarrollo de la vida, una geodiversidad que está en la base de la asombrosa biodiversidad que todos conocemos, diversidades a las que estamos indisolublemente atados y que ayudan a entender por qué somos lo que somos.